En Vigo murmuran lo que en A Coruña anuncian en voz alta. Ambas ciudades, a través de sus clubes representativos, han pedido a la Federación Española que las tenga en cuenta como sedes para el Mundial 2018 por si cuaja la candidatura conjunta de España y Portugal. Se ofrecen como tierra de frontera, como lugar de reunión, y probablemente más como rivales que como alternativa al alimón. En cuestión de infraestructura básica, que es la del estadio, es notoria la ventaja herculina en el planteamiento inicial.

El Deportivo lo ha confirmado de forma oficial: ha comunicado a la Federación Española de Fútbol que solicitará que A Coruña sea una de las sedes del Campeonato del Mundo 2018 si España y Portugal, como pretenden, organizan el evento. El club gallego informa en su página web que ha recibido toda la documentación necesaria y que procederá a cumplimentarla en los próximos días. El presidente deportivista, Augusto César Lendoiro, ha pedido urgentemente una reunión con su alcalde, Javier Losada, y con la Federación Gallega para recabar apoyos institucionales. Mañana procede a realizar esa petición a la Dirección Xeral para o Deporte.

El Celta, mientras el Deportivo se hace patente en los escenarios oficiales, se mueve en los pasillos y despachos o es lo que hace saber. Según las fuentes consultadas, la directiva celeste ha sondeado a la Federación sobre sus posibilidades de ser sede y están ahora mismo a la “expectativa”, dispuestos a esprintar cuando se requiera.

La carrera tiene, de momento, el humo como meta. El secretario general de la FIFA, Joseph Blatter, no oculta su oposición a las candidaturas al Mundial coordinadas entre varios países, que para la Eurocopa se han puesto de moda (tras Suiza y Austria vendrán Polonia y Ucrania, como ya antes sucedió con Bélgica y Holanda). Eso resta opciones al sueño de Ángel María Villar, que además quiere seguir como presidente en esa fecha.

En el frente interno, Galicia no estaba en el primer mapa diseñado por la Federación. Ha aparecido después, a costa de alguna opción levantina, por la proximidad con Portugal. Y es díficil saber si para las cuentas prefieren reformar Riazor, un buen estadio, o multiplicar el gasto reconstruyendo de cero el antediluviano Balaídos. La lógica no es siempre la del ahorro. Lo que parece imposible es que A Coruña y Vigo compartan grupo como en el Mundial 82.