La firma del convenio con Caixanova supone para el Celta un momento clave en el proceso concursal que se puso en marcha al comienzo del pasado verano. De alguna manera ese acuerdo con su principal acreedor -si no contamos a la Agencia Tributaria- pone en marcha el tramo final del concurso que, si se cumplen las previsiones del Celta, podría estar cerrado en la próxima primavera y dejaría al club en una situación financiera relativamente cómoda.

Una vez alcanzado el acuerdo con el principal acreedor, la jueza tiene que convocar una junta de acreedores para que el convenio sea aprobado. Antes de que se produzca deberán haberse resuelto las impugnaciones que se hayan ido presentado hasta ese momento, una circunstancia que podía demorar de alguna manera el proceso puesto en marcha porque la filosofía de la Ley Concursal es alcanzar este punto sabiendo con exactitud cuánto se debe a cada uno de los acreedores. Una vez llegados a la junta de acreedores, el deudor, es decir, el Celta, presenta el convenio, que necesita para su aprobación el voto a favor de la mitad del pasivo ordinario. En este punto no existirá ninguna clase de problema porque el club vigués llega de la mano de Caixanova a este acuerdo y el voto favorable de la entidad financiera será suficiente para conseguir sacar adelante la votación en la que se dará el visto bueno a las condiciones que han pactado el Celta y Caixanova. En ese momento, con la quita del 50% y la espera de cinco años aprobada, el club vigués verá disminuir de forma evidente su deuda porque todos los acreedores deberán plegarse a las condiciones del convenio. A quien el Celta le debía diez, pasa a deberle cinco. Y así sucesivamente.

Superado este trámite y el de las impugnaciones que se puedan presentar el Celta promoverá una ampliación de capital que forma parte del plan de viabilidad que se pondrá en marcha una vez se apruebe el convenio y en el que la inyección de dinero en forma de acciones constituye uno de sus pilares. La cuantía de la ampliación dependerá de la deuda que le quede al club una vez pase el convenio de acreedores. En este punto cabe resaltar que los acreedores tendrán ahora la opción de renunciar a la quita y capitalizar el ciento por ciento del crédito a través de la suscripción de acciones. El Celta confía en que buena parte, o la mayoría, de los acreedores acudan a la ampliación de capital con lo que pagarían esas deudas con títulos del club.

Poner plazos a esta situación resulta complicado porque una vez más depende de la velocidad con la que se resuelvan las impugnaciones en el plazo que se vayan presentando. Cada una de ellas debe tratarse de forma independiente y eso, por la experiencia de anteriores clubes, siempre supone un pequeño parón en el proceso. Si todo va como espera el Celta, la junta extraordinaria de accionistas para aprobar la ampliación de capital se podría celebrar en el mes de febrero. Saldrá adelante con el voto del consejo de administración que tiene la mayoría del accionariado. En primavera, si se cumplen los plazos previstos, la jueza dictará sentencia aprobando el convenio con lo que cesarán todos los efectos de la declaración del proceso concursal así como los administradores concursales. Y el Celta comenzará a volar libre.