Entre el Jonathan Vila que salió demudado de Montjuic y el Jonathan Vila que hoy se muestra templado median las horas de mejoría y la resonancia que descartó la rotura de ligamentos. El porriñés sintió en el césped del Olímpico que la gran oportunidad de su carrera se derrumbaba. "Cuando me agarré la rodilla, pensé en lo peor. Cosa del momento. Me fui tranquilizando al ver que el dolor disminuía", describe. Por delante tiene un par de semanas de recuperación, poco en comparación con lo que se temió. Tan pronto como los médicos se lo permitan volverá a la carga y con un sueño confeso en mente: jugar junto a Borja Oubiña en el doble pivote, "un momento que llevo esperando mucho tiempo".

Fernando Vázquez le entreabrió la puerta del primer equipo, lo suficiente para que el club le hiciese un contrato profesional y lo incluyese en la primera plantilla tras el descenso. Pero Stoichkov, López Caro, Antonio López y Alejandro Menéndez jamás lo incluyeron en sus planes. Con sus 21 años de entonces, no era tiempo de desesperarse. Tampoco desmayó este verano, cuando tantos parecían por delante de él en la rotación. En la banda de Melgaço, los periodistas cabeceaban. "Pobre Jonathan". Nadie creía en él y los primeros partidos alentaron ese escepticismo, al que el porriñés se mostraba impermeable: "Tras lo del año pasado encaré esta temporada con alegría. Al principio iba jugando algunos minutos en cada partido y ya me parecía mucho. Hasta que logré encadenar varios encuentros como titular antes de la lesión".

Esa torsión de la rodilla llegó como suelen las desgracias, en el peor momento: minutos finales de una eliminatoria ya perdida. "Ha sido una pena", reconoce. Pero para Jonathan Vila no es desandar totalmente el camino. Se había convertido en el hombre más en forma de la plantilla, en un tipo reconocible para la afición y apreciado por la crítica. "Notas que la gente habla de ti y te sientes importante. Eso le gusta a cualquier jugador y provoca que te esfuerces más".

El entorno espera ahora su regreso con la impaciencia que le corresponde a las piezas fundamentales. Acepta que nadie le reserva el sitio. Tendrá que ganárselo, pero no como el meritorio que pide permiso sino con el tratamiento que se emplea entre iguales. Y en esa sensación cuenta mucho Pepe Murcia. Un entrenador marca muchas veces la diferencia entre un futbolista tímido, que apenas propone cosas, y otro que se atreve. "Noto que cuenta conmigo y es lo que cuenta para trabajar con energía".

Jonathan Vila tiene una imagen en mente, la suya vestido de celeste en Balaídos con alguien muy concreto completando el doble pivote: Borja Oubiña. "Sería un sueño", reveló cuando era carne de banquillo y a Oubiña le quedaban muchas semanas de rehabilitación por delante. Ya no es tan sueño sino una hipótesis factible a medio plazo._El vigués y el porriñés han complicado con sus respectivas tareas para encontrarse en la medular. "No es cosa sólo de nosotros dos, porque el Celta tiene muy buenos jugadores en esa demarcación. Y además dependerá de lo que decida el entrenador", matiza Vila. "Pero es cierto que me haría mucha ilusión jugar a su lado". Cuatro años de edad y dos rodillas maltrechas los han separado. Un distancia que casi se ha reducido a la nada.