El informe concursal ha dejado al descubierto el despilfarro con que el Celta celebró su clasificación para las competiciones europeas. Lo que sus dirigentes vendieron como un éxito sin precedentes en la historia del club, que además reportaría la entrada de ingentes cantidades de dinero por los derechos televisivos, acabó convirtiéndose en una farsa y una losa que puede conducirle a su disolución un lustro después. El proceso concursal está enterrando mitos futbolísticos como que cuanto más alta sea la clasificación del equipo más saneada estará su economía. Falso, al menos en el caso del Celta. A mayores ingresos, más despilfarro, como corrobora el análisis del equipo vigués cuando estaba en manos de Horacio Gómez.

Las deudas del club alcanzaron los 70 millones de euros al concluir la temporada 2002-2003, cuando el equipo que entrenaba Miguel Ángel Lotina celebraba su cuarto puesto en Primera División y el consiguiente derecho a disputar la previa de la Champion League. Casi nada para un celtismo embriagado con los malabares de Mostovoi y sus muchachos y A Rianxeira como banda sonora de fondo.

Los ingresos en esa campaña, primera que analizaron a fondo los inspectores concursales, rondaron los 25 millones de euros, de los que 14 correspondían a derechos audiovisuales. Las televisiones contribuyeron además a que media Europa se enamorase del fútbol que se practicaba en Balaídos. Pero ahora se comprueba que el espectáculo resultó demasiado caro. La suma de gastos superó los 35 millones de euros.

El despilfarro fue in crecendo el curso siguiente, cuando el conjunto celeste se codeó con el Milan, el Ajax, el Brujas y el Arsenal, quien le cortó el paso a los cuartos de final de la Liga de Campeones. En el curso 2003-2004, los derechos audiovisuales aportaron 25 millones de euros a la caja del Celta, a la que llegaron unos ingresos totales de 34,6 millones. Las pérdidas en esta ocasión se cifraron en 6 millones.

Del desbordante comienzo de alegría de esa temporada se pasó a un estrepitoso fracaso al final del campeonato. El equipo comprobó en unos meses la diferencia de codearse con los grandes clubes de Europa a verse envuelto en el descenso al infierno de Segunda División.

Los administradores concursales describen con claridad esta anómala actuación del club: "La sociedad ha venido funcionando con fondos propios negativos, es decir, sin patrimonio alguno, desde la temporada 2002-2003, habiendo incumplido desde entonces la obligación legal de disolverse por haber acumulado pérdidas que la descapitalizaron por completo", tal y como recogen en el informe entregado el lunes en el Juzgado Mercantil Número 1 de Pontevedra.

Los actuales dirigentes del equipo vigués sostienen que la deuda actual, de 68 millones de euros, se originó en los momentos de mayor esplendor deportivo. De éxito también se muere. El Celta puede ser un ejemplo