La sonrisa de un niño merece cualquier sacrificio, pero a veces la economía familiar no puede afrontar el sueño de un crío que quiere llegar a ser una estrella de la Fórmula 1. Sacrificio, horas sin dormir y mucho amor paternal hacen falta para satisfacer las ansias de un niño que aspira a ser el futuro Fernando Alonso.

Se trata de un "hobby muy caro" y que obliga a una gran inversión en el kart, el alquiler del circuito, el mono, el casco y el mantenimiento del vehículo. Por eso casi medio centenar de niños se han apuntado a la iniciativa del Kartódromo de Viana con las pruebas de selección "Onde está o As-Galicia?", que se llevarán a cabo el sábado en el circuito luso y del que saldrán diez pilotos que disputarán el Trofeo do Minho con el equipo Rotax y con todos los gastos cubiertos.

El circuito Go Kart de O Porriño es el escenario de entrenamientos de muchos de los pilotos que el sábado lucharán por una plaza en Rotax. Uno de los casos más llamativos es el de Marcos Estévez, de 11 años. Su familia se ha volcado en su afición, que comparte con su hermano mayor. Su padre ejerce de mecánico, una tarea a la que su madre, enfermera, no es ajena. Mientras ponen el kart de su hijo a punto, Aurora Navarro -que hasta colabora en una revista especializada del motor- explica que compraron el primer kart hace cinco años.

"Siempre le gustaron mucho los coches. Antes hacían ´slot´, con coches de scalextric, pero decidimos comprarles un kart y ahora nos pasamos aquí horas y horas". Sin embargo, es un esfuerzo que realiza con gusto. "Se acumula mucho cansancio pero, qué quieres, nos encanta el olor a gasolina", bromea. Y deja claro que "nuestro ídolo es Alonso, sea del equipo que sea. No nos perdemos una carrera, aunque haya que levantarse a las cuatro de la madrugada". También resalta el buen ambiente que se respira con los demás padres y pilotos. "En la pista son rivales, pero luego cogen el balón y se ponen a jugar todos juntos. Es digno de ver", dice mientras saca brillo al kart de su hijo.

Javier Suárez hace que a su padre se le caiga "la baba". El benjamín del grupo lleva sólo tres meses de pilotaje y ya maneja su kart como un veterano. "Empezó por accidente. Un día vinimos a ver los aviones de automodelismo y al escuchar el ruido quiso acercarse. Le gustó tanto que le compré un kart que había en venta", dice con orgullo. Ahora es fácil verlos cada tarde en el circuito porriñés. "Ya corre igual que los niños de diez y once años", pero es difícil adivinar si la pasión por el motor es más fuerte en el padre que en el hijo. "Yo me he comprado un kart para entrenar con él y enseñarle a hacer los adelantamientos", confiesa. Pese a su poca experiencia el pequeño Javier, que luce un imponente mono de Ferrari, conoce las mieles del éxito. "Hace poco ganó una carrera nocturna en este circuito. Tiene fans y todo. En esa carrera vinimos 32 personas a animarlo". Mientras su mujer ayuda al niño a colocarse el casco, Javier anuncia que a su otro hijo, de sólo dos años, ya le ha comprado un "kart chiquitito" para meterle el gusanillo.

Andrés Lagares tiene 6 años y no se le borra la sonrisa de la cara. Con un mono de McLaren y su confesa pasión por Hamilton este vigués lleva sólo cuatro meses en los circuitos. "Fui yo quien quiso traerlo. Al principio le costó mucho, le gustaba más jugar, pero ahora es él quien pide venir", explica su padre, Manuel Lagares, que trabajó de mecánico y es aficionado a los quads y a las motos de cross; por lo que no es de extrañar que su hijo heredara su pasión. "A los dos años ya iba en la bici sin ruedines y a los tres ya montaba en moto", dice orgulloso de la pericia de su vástago. Su madre, Estela Costas, asume que la afición de su pequeño lleva implícito un peligro con el que se ha acostumbrado a vivir. "Me ponía muy nerviosa, pero veo que se defiende bien y ya lo llevo mejor". Han decidido llevar a su hijo a Viana el sábado, aunque saben que las plazas en el equipo Rotax están muy caras: "Lo importante es que le sirva de aprendizaje. Hay niños más rápidos", asume.

Año y medio lleva Brais Fernández atraído por la magia de los karts. "Le viene de familia. Sus tíos son muy aficionados y él siempre fue un forofo de los coches", explica Cristina Davila. "Un día lo llevamos a Sanxenxo y allí nos dijeron que apuntaba maneras y que debíamos comprarle un kart, y así nos metimos en esto", recuerda. Su afición les roba mucho tiempo, pero Juan Manuel Fernández dice que su hijo Brais "no descuida los estudios. Es muy buen estudiante", y comparte su afición por los rallies y el taekwondo.

El más veterano es José Manuel Fernández, "Picachu", al que un accidente en Mosteiro, en un entrenamiento, le tuvo varios días en el hospital y varios meses en una silla de ruedas. Para él la iniciativa de "Onde está o As?" es una buena oportunidad de volver a empezar, aunque al final de curso tendrá que volver a pasar por el quirófano. "Me quedé sin frenos y me rompí la pierna", cuenta como si nada. Lo más doloroso fue el tiempo que tuvo que estar alejado de los circuitos. Su padre confiesa que llegó a pedirle que lo dejara, pero entiende que "esto es un estilo de vida".

Antes "le quitaba horas al sueño y ahora se lo quito a la familia, porque tenemos dos mellizos de año y medio y mi mujer ya no puede acompañarnos", explica. Picachu lleva cuatro meses entrenándose y ha recuperado las sensaciones de antes de dejarlo. "Se sintió desplazado hasta que volvió a ponerse el mono. Ahora empieza de cero.", dice. Lo que más valora de esta afición es que "te ayuda a tener una relación más íntima con tu hijo". "Quiero que disfrute de cada curva. Sé que no es una inversión en el futuro, me lo tomo como una actividad que me permite compartir tiempo con mi hijo".

Álvaro Vila, "Iceman", será el instructor de estos pequeños aspirantes. Será el encargado de impartir el curso previo a las pruebas del sábado. Su experiencia -ha participado en una prueba del Mundial- será muy importante, sobre todo en el tema de seguridad. Actitud y carácter serán otros dos aspectos que puntuarán.

El sueño de todos estos niños se antoja utópico, pero tienen la oportunidad de intentarlo gracias al sacrificio de sus familias. "Si él está contento, cualquier esfuerzo vale la pena", aseguran.