Carlos de Torres / Toulouse

El británico Mark Cavendish (Columbia), el esprinter del futuro de brillante presente, impuso la fuerza de la juventud para apuntarse ayer la octava etapa del Tour, disputada bajo la lluvia entre Figeac y Toulouse, de 172 kilómetros, en la cita previa de los Pirineos que no alteró la general, con el luxemburgués Kim Kirchen al frente.

La segunda exhibición de Cavendish, que ya triunfó en la quinta etapa con final en Chateauroux, y que le sirve para empatar oros para de jornadas que se apuntó en el Giro de Italia. El futuro entre la especie de los "guepardos" ganó el pulso con claridad, sin discusión, con un tiempo de 4h.02:54., a una media de 43,6 kms/hora.

El corredor de la Isla de Man, con dos oros en Mundiales de pista, alzó los brazos por delante de su compañero del Columbia Gerald Ciolek. La tercera plaza fue para el francés Jimmy Casper y la cuarta para Oscar Freire.

Un trayecto bajo la lluvia, exigente para el esfuerzo,en la víspera de la primera etapa pirenaica de este año. Kim Kirchen entrará en la cordillera pirenaica con el australiano Cadel Evans y el alemán Stefan Schumacher en el podio provisional a 6 y 16 segundos respectivamente. El ruso Denis Menchov es séptimo a 1:03 minutos, Alejandro Valverde octavo a 1:12 y Oscar Pereiro décimo a 1:21.

En esta etapa lluviosa, plomiza y desapacible que nació en Figeac entre los rescoldos del positivo de Manuel Beltrán, Amets Txurruka (Euskaltel), el supercombativo de 2007, tuvo la osadía de adherirse a los franceses en la escapada. Rompió el orden Laurent Lefèvre (Bouygues), en el kilómetro 34, y después de una persecución se unieron al viaje su compañero Jérôme Pineau (Bouygues), Christophe Riblon (Ag2r) y el corredor vasco.

Cuatro insignificantes tachuelas pusieron al cuarteto en la única zona de llano, a 50 kilómetros de meta, con más de 4 minutos de renta, pero sus ilusiones se diluyeron como azucarillos entre los charcos que inundaban la ruta hacia Toulouse.

A 13 kilómetros para el final, Txurruka y Pineau trataron de quemar las naves, pero este intento resultó esquivo y la cruda realidad se presentó a 3.000 metros de la llegada en forma de huracán con los colores del Columbia y del Quick Step. El ciclista vasco no pudo lograr el significado de su nombre (sueño en euskera). El Tour reparte las etapas al mejor postor, al más fuerte, y apareció el considerado heredero del australiano McEwen, según el noruego Hushovd.

No fue otro que Cavendish, que aguantó el ataque lejano sus rivales, en una llegada desordenada en la que soltó el latigazo a 150 metros de la raya para demostrar que es el número uno entre los velocistas. Firmó así su novena victoria de la temporada.