Rafel Nadal logró ayer un hito en la historia del deporte español. En un partido épico, que pasará a los anales del tenis, conquistó, a la tercera, su primer Wimbledon -el segundo en toda la historia del tenis español, tras el de Manolo Santana en 1966-, al derrotar al campeón en los últimos cinco años, Roger Federer, por 6/4, 6/4, 6/7(5), 6/7(8) y 9/7 en cuatro horas y 48 minutos.

Nadal tumbó ayer a un mito del tenis, del deporte, como es el helvético, que vio ayer truncada su racha de 65 victorias consecutivas en hierba y 40 en el torneo londinense. La historia se repitió 27 años después. En 1981, al igual que Federer ayer, Bjorn Borg aspiraba a su sexto Wimbledon consecutivo, pero el número 2 por aquel entonces, el norteamericano John McEnroe, frustró las ilusiones del sueco, que ya no ganaría más en la central del All England Tennis Club.

La final de ayer fue antológica. Tuvo de todo: dos interrupciones por la lluvia -una de ellas de 80 minutos-, tres pelotas de partido desperdiciadas por Nadal, dos muerte súbita no apta para cardiacos y un quinto set, detenido por la lluvia, que hizo justicia al mejor juego del mallorquín, sin desmerecer al suizo. Todo lo contrario, su enorme partido hizo más grande si cabe el triunfo de Nadal.

El manacorí, que se convierte en el primer jugador desde Borg en 1980 que conquista Roland Garros y Wimbledon el mismo año, tuvo delante a un rival que nunca se rindió, ni cuando parecía hundido. La final fue extraordinaria, de las que quedarán en el recuerdo, con puntos que difícilmente se ven en una pista de tenis si no están los dos mejores jugadores del mundo. Nadal cumplió a rajatabla con el guión previsto. Intensidad máxima en el comienzo del partido para intentar romper el servicio de Federer. Dicho y hecho. En el tercer juego el mallorquín contaba con un break que haría valer hasta el final del set. Federer se mantenía por su gran servicio. En cuanto había intercambio de golpes se imponía la fuerza de Nadal, que hacía pasar un calvario a su rival con pelotas ajustadas a la línea a las que el número uno difícilmente llegaba.

En el segundo set se invirtieron los papeles. Fue Federer el que rompió el servicio de Nadal en el segundo juego. Pero la alegría le duró poco. En el séptimo juego, donde se vio el mejor punto del partido, con un continuo intercambio de golpes de todo tipo que acabó con una pelota de Nadal en la red, el de Manacor rompió el servicio. La cara de Federer era todo un poema, y se desahogó tirando la raqueta sobre su silla. Sabía que había perdido una ocasión de oro para igualar el partido. Pero no sería la única mala noticia para el quíntuple campeón de Wimbledon. Estaba nervioso. Sus gestos le delataban. En el octavo juego, con 40 iguales, falló una volea inverosímil. En el noveno Nadal le dio la puntilla volviéndole a romper el servicio. En el siguiente, con el servicio a su favor, remató la faena. Dos sets a cero, una situación que ni pintada para sumar su primer Wimbledon.

El tercero, el que tenía que ser el definitivo, empezó con susto. En el tercer juego Nadal resbaló y se quedó tendido sobre la pelada hierba de la central. En el descanso de ese juego fue atendido por un fisioterapeuta, que comprobó que no era nada importante. Desde ese momento, y hasta la suspensión por la lluvia, ambos jugadores mantuvieron sus respectivos servicios con muchos problemas. En el sexto juego Federer desperdició un 15-40 y dos ventajas. Cuando perdió el juego, miró al cielo para que la lluvia le salvara de la quema o, por lo menos, aplazara una derrota que cada vez estaba más cerca. En el séptimo juego se repitió la historia, pero al revés. Fue Nadal el que desaprovechó un 0-40 que, de rematarlo, le hubiera puesto con 4-3 y servicio a su favor, a un paso de hacer realidad su sueño. Pero lo que llegó fue la lluvia salvadora para un Federer que necesitaba un respiro ante la fuerza de la naturaleza que tenía delante. El tercer set se interrumpió con 5-4 para Federer. Tras setenta minutos de interrupción, se reanudó el juego y el suizo logró su primer set en la muerte súbita. Respiraba.

En el cuarto también se llegó al tie break tras conservar ambos sus respectivos servicios. Nadal desperdició dos pelotas de partido, que acabó acusando perdiendo el set. En el quinto y definitivo, Nadal siempre estuvo más cerca de llevarse el set y el partido. Tuvo un 15-40 en el undécimo y un 0-30 en el decimotercero. Al siguiente rompió el servicio de su rival y culminó la gesta con su servicio. Nadal era campeón de Wimbledon.