Luis Mguel Pascual / Brest

El australiano Cadel Evans ha heredado el cartel de favorito del Tour de Francia porque fue el segundo de la pasada edición y porque el primero, el español Alberto Contador, está ausente al igual que todo el equipo Astana.

Pero el ciclista del equipo Silence, considerado un segundón y que carece de grandes triunfos en su palmarés, rechaza el papel de favorito y prefiere subirse al tren de la prudencia.

Cuando le preguntan sobre su condición de favorito, Evans tira balones fuera. "Hay que vigilar a los otros, que están preparándose con más tranquilidad que yo", asegura el australiano.

Metódico, trabajador y cauteloso, enemigo de las luces que llevan aparejada la presión, Evans ha aparecido en Brest acompañado del mismo guardaespaldas que durante años no se separó ni un metro del estadounidense Lance Armstrong y que el año pasado protegió al kazako Alexandre Vinokurov hasta su descalificación por dopaje.

Esa ha sido la única concesión del australiano al estatus de estrella. El resto de su preparación se asemeja más a la de un ciclista raso, una costumbre que forjó en su etapa de ciclista de montaña, disciplina de la que procede y que abandonó tras los Juegos de Sydney para lanzarse a la carretera.

Pero tanta prudencia no le impiden figurar como el principal pretendiente al trono vacante de Contador.

En el Tour no ha hecho más que mejorar. Fue octavo en 2005, cuarto en 2006 y segundo el año pasado, cuando además ganó una etapa, la única que figura en su palmarés.

Reconoce que la ambición le ha llegado tarde. "He descubierto hace poco que puedo ganar el Tour de Francia", decía hace unas semanas el australiano.