España ha ganado la Eurocopa sin perder su estilo. Y ese estilo es el que ha impuesto con sus ideas una persona que es el entrenador y se llama Luis Aragonés. El título que ayer ganó el equipo es el mejor reconocimiento al trabajo de Luis, que solventó junto a sus futbolistas no pocas dificultades que se ha encontrado en el duro camino que ha tenido hasta la gloria en Viena. Su capacidad ha quedado fuera de toda duda, no sólo desde el punto de vista técnico, sino desde la capacidad para aunar el sentimiento de todos alrededor de una idea. Ya no somos la selección que sólo llega a cuartos o a la que una desgracia apea en el momento menos inoportuno. Sin variar un ápice de la idea que se marcó el seleccionador desde el principio, se ha llegado a la final y se ha ganado. Ese estilo ha sido el mismo desde el principio. España ha cambiado la furia por el juego. Aunque esta selección también la tiene, lo que ha quedado demostrado es que lo racial no es suficiente para alzarse con un título.

Haber sido capaz de mantener esa personalidad tan fuerte en el último partido le ha permitido a España haber sido claramente superior a Alemania, a pesar de que el resultado, muy corto, pueda decir lo contrario. No hay que olvidarse de que enfrente estaba una selección de muchísimo peso. Alemania estuvo muy pendiente de los "jugones" de España, de su inventiva y de su creación, y eso dificultó la facilidad con la que algunos podían pensar que la selección española conseguiría la victoria.

Son muchas cosas interesantes las que nos ha dejado España a lo largo de esta Eurocopa, entre otras la aportación de los futbolistas que sustituían a los titulares. Ayer no jugó Villa y el rendimiento no ha bajado. El once ha sabido adaptarse a sus necesidades. Esta circunstancia es algo que se ha venido materializando en esta etapa de Luis Aragonés. Porque en esta Eurocopa tampoco estaba un grandísimo jugador como es Raúl y la selección ha caminado con paso firme, con un estilo, un gusto y una forma que con el sello de Luis Aragonés ha llegado hasta lo más alto. Todo eso merece el respeto por la persona que ha dirigido a este combinado, que es el que ha llevado a España, cuarenta y cuatro años después -los que yo tengo- a su segundo título europeo de la historia. La euforia se ha instalado en todo el país. Yo mismo lo estoy. Ojalá esto sea el punto de inflexión que nos haga pensar a todos los españoles que somos capaces de conseguir más cosas en el mundo del fútbol. A partir de ahora, la papeleta que se le presenta al nuevo seleccionador es importante, porque todo el mundo le pedirá que mejore los resultados. Al igual que estuvimos con Luis habrá que estar con el que llegue y empujarle a lograr más éxitos para un fútbol nacional que, si bien estaba acostumbrado a festejar grandes hazañas de los clubes, necesitaba un zarpazo de este tipo en el capítulo de selecciones nacionales. Ese gafe que parecía perseguirnos lo hemos desterrado con la ayuda de Luis, un técnico que lo más claro que tuvo siempre fue hacer un equipo por encima de individualidades.