El Celta no contó en la temporada recién concluida ni con el apoyo de sus abonados. Menos de la mitad desertó de Balaídos y las ausencias más notables se produjeron en las gradas de Tribuna y de Río Bajo, donde más de la mitad de los socios no acudieron ni a uno solo de los veintiún partidos de Liga. Estos datos se desprenden del balance elaborado por el departamento de marketing del club vigués, que dirige Marián Mouriño.

Fieles a la entidad y divorciados con el equipo, así podría resumirse el comportamiento de la afición celeste en la campaña en Segunda División que concluyó en fracaso deportivo. Para muchos de los aficionados, pese a las expectativas de la directiva, el año no le deparó ninguna sorpresa, pues desde el primer día decidieron abstenerse de seguir al equipo en directo. Los más recalcitrantes fueron los socios de Río Bajo. Según los datos del club, el 60 por ciento de los abonados de esta grada faltó a todos los partidos de Liga. Le siguieron los que se sientan en Tribuna, con un 56 por ciento.

Por antigüedad, los más infieles fueron los que su trayectoria como abonados no supera los tres años (56%), seguidos de los que llevan entre 4 y 15 años como seguidores (30%), mientras que los veteranos -más de 15 años con carnet- se situaron en el 15 por ciento.

La deserción fue masiva porque de los 14.083 abonados que contabilizó el club en la temporada, a Balaídos acudió una media de 8.346 aficionados, cifra bastante inferior a la alcanzada durante el anterior paso del equipo por Segunda División. Hace tres temporadas, la media fue de 8.727 socios, un 30 por ciento superior a la de esta campaña.

Por el contrario, los jóvenes fueron el segmento poblacional que más simpatizó con el equipo durante la pasada campaña. El 76 por ciento de las altas de socios correspondieron a personas con menos de 25 años de edad.

Los adultos, por su parte, le dieron mayoritariamente la espalda a la plantilla, pues el 51 por ciento de estos abonados decidieron darse de baja ante la desilusión que supuso el descenso en una temporada en la que el equipo comenzó disputando la Copa de la UEFA. En este apartado, los pensionistas han sido los más fieles y constantes en un año de pésimos resultados, que llevaron al equipo a quedarse a dos puntos por encima de la barrera de la salvación. Esto significó el segundo peor resultado deportivo de la historia de la entidad viguesa, sólo superado por el descenso a Segunda B en la campaña 1979-1980.