El Real Club Celta anunció ayer de forma oficial el fichaje como entrenador de Pepe Murcia. Aunque el club no aclara sus condiciones contractuales, el cordobés firma por un año con opción a otro y será presentado mañana. La noticia inaugura en letra impresa la construcción del próximo proyecto, al que pronto se añadirán nuevas piezas. Al menos cuatro jugadores se vestirán de celeste para las fotos entre el viernes y el lunes. Todos ellos conocen de antemano qué les pedirá su preparador: defensa, intensidad y sacrificio en la presión.

El currículo de Pepe Murcia en los banquillos es relativamente corto: Córdoba, Cartagonova, Atlético B, una efímera experiencia con el primer equipo colchonero, Xerez y Castellón. Al consejo de administración le ha seducido esa última etapa y lo destacan: el andaluz cogió al cuadro levantino a cuatro puntos del descenso y lo abandona al concluir la Liga como quinto clasificado.

En la estadística sobresale un dato: la escuadra albinegra ha sido la menos goleada de Segunda. Y otro que decora esa fiabilidad: todas sus victorias se han producido por un solo gol de diferencia, salvo un par de excepciones. Cualidades que han de servir como antídoto para esa nefasta costumbre celeste de dejarse remontar, que ante el Alavés resultó especialmente dolorosa tanto en Vigo como en Ferrol.

Pepe Murcia se adaptó en Castellón al equipo enfermo que le dejaba Pepe Moré y en el Celta podrá participar en su diseño desde el inicio. Cambian las circunstancias y Murcia ha demostrado que la adaptabilidad se cuenta entre sus virtudes. Pero hay elementos irrenunciables en su catecismo futbolístico. Y la presión es el precepto principal.

El Castellón de Pepe Murcia corría mucho y bien, del primer al último minuto. Y en las zonas más sensibles para el rival, asfixiándolo en la salida del balón. Obviamente necesita los jugadores que le faciliten aplicar esa receta, algo prácticamente imposible con la actual plantilla celeste. La limpieza del vestuario le permitirá fichar, dentro de las limitaciones presupuestarias, futbolistas que se ajusten mejor al perfil que prefiere.

Al nuevo técnico celeste, según comenta en su anterior hogar, también le gusta exprimir las bandas, siempre desde la solidez de la retaguardia. Aplica con fidelidad la máxima de que los equipos se construyen desde la primera línea.

No por ello renuncia a cierto atrevimiento ofensivo, aunque más en la aplicación concreta a cada partido que como filosofía. "Es un tipo muy práctico", dicen de él. Intenta leer bien los partidos. En el Castellón, solía lanzarse a por la victoria en el segundo tiempo, cuando percibía en el adversario algún síntoma de debilidad. Fue una tendencia que tal vez acentuó en exceso cuando su nombre empezó a sonar para conjuntos de mayor alcurnia, incluido alguno de Primera División. Ya es sabido que el Celta de esta campaña ha sucumbido en innumerables ocasiones por lo contrario, al intentar retener una ventaja sin la concentración necesaria para conseguirlo.

En punto a dibujo, Pepe Murcia se mantuvo fiel al 4-4-1-1 que heredó de Pepe Moré. Y apostó igualmente por un once inicial estable salvo en la mediapunta, donde tardó en encontrar al hombre justo. Pero podría renunciar a esas rutinas si así lo aconseja el potencial que la dirección deportiva celeste le proporcione. Una plantilla amplia demanda otra clase de distribución en aras de la paz interna, algo a lo que Murcia concede importancia.

En Castellón se manejó con diplomacia y soltura en la relación con los jugadores. Le ayuda en esta faceta su carácter alegre y extrovertido. Allí, por otra parte, navegó a favor de viento desde su llegada. Las remontadas en la clasificación iluminan las sonrisas y acallan las quejas. En Vigo tendrá que lidiar con una extraordinaria presión desde el principio, aunque la comparación con la nefasta Liga recién concluida ampliará en algo su margen de confianza.

Muchas cualidades, en suma. Lo propio de un técnico nuevo que llega precedido por un éxito inmediato. La pelota decide después y con frialdad. Murcia se enfrenta al reto más terrible: este Celta que devora entrenadores, cuatro en un año. Llegar a junio vivo será su triunfo.