Balaídos despidió con bronca a un Celta que concluyó con una nueva derrota una de las peores temporadas de sus ocho décadas de historia. El clima de funeral que ha respirado el coliseo vigués durante gran parte de la temporada lo evitó una bulluciosa hinchada del Alavés, que reunió en Vigo a unos 1.200 hinchas, que durante todo el partido lograron enmudecer las protestas contra Carlos Mouriño y contra unos jugadores a los que en una pancarta reclamaban que la directiva no les pagase.

La ruidosa afición alavesista, situada en una esquina de Río Bajo, dio colorido a un estadio que acogió a un total de 6.757 espectadores, según los datos del club. Los seguidores del Celta volvieron a darle la espalda a un equipo que por enésima vez dejó escapar un marcador favorable ante un rival menor que llegaba a Vigo asfixiado y con pie y medio en Segunda B.

La afición alavesista vivió los últimos instantes al borde del infarto, pendiente del penalti favorable al Cádiz en Alicante, que de no fallarlo Abraham Paz el conjunto vasco hubiese descendido. La hinchada celeste, por su parte, abroncó a su equipo por la imagen patética que ofreció durante toda la temporada y que ayer repitió como colofón.

La euforia de la delegación vasca se desató al final del choque, en la que participó un emocionado Fernando Ortiz de Zárate, presidente alavesista. El máximo dirigente del club albiazul dijo, sobre el mismo césped, que el equipo "ya estará, al fin, en Segunda División durante otra temporada". "Después de todos los problemas que hemos tenido, se ha logrado la permanencia, y ahora sólo me queda dar las gracias a nuestra afición". "No tengo palabras para transmitir todo lo que siento en uno de los días más felices de mi vida. Ahora habrá que celebrarlo como se merece", dijo Ortiz de Zárate.

Agradecida también se mostró su afición con el Celta: "Nos habéis regalado el partido", repetían entre lágrimas antes de abandonar la grada y agruparse frente a los vestuarios, donde coincidieron con parte de la afición céltica que se quedó para expresar su enfado con la plantilla. "Gracias por todo.... por dejarnos en Segunda", coreaba un grupo de hinchas célticos, uno de los cuales logró traspasar la puerta por la que se accede a los vestuarios. Fue neutralizado por varios empleados del club. Fuera, las dos aficiones continuaban con sus proclamas. La de Vigo, recordando que "Deportivo, sólo hay uno: el Deportivo Alavés".

Balaídos despide a Everton Giovanella

Giovanella pisó ayer de nuevo el césped de Balaídos, quizás por última vez. Fue en el acto de despedida que promovió la directiva del club vigués con un futbolista que ha decidido retirarse del fútbol y regresar a su país, Brasil, tras más de una década en Europa. En los prolegómenos del encuentro ante el Alavés, Giovanella recibió el homenaje de la afición y del Celta, en el que también participaron el Salamanca y el Coruxo, sus otros dos equipos en España, que le hicieron entrega de varios obsequios. Después, emocionado y acompañado de sus hijos, el ya ex futbolista se fue hacia el centro del campo para mandar un saludo de despedida a la que fue su afición durante siete temporadas -entre 1999 y 2006-, parte del ciclo más brillante en los ochenta años de historia del club vigués. Durante ese tiempo, Giovanella se ganó el cariño del vestuario y de la grada por su total compromiso con el equipo.

El acto de ayer ponía el colofón a un homenaje que arrancó el viernes pasado con una multitudinaria cena que amigos y aficionados le dedicaron en un hotel de Coia. A partir de ahora, el ex futbolista tiene previsto abandonar Vigo para instalarse definitivamente en Brasil.