Anoche, en Old Trafford frente al Manchester United, el Barça volvió a evidenciar que está reñido con la portaría rival. En 180 minutos fue incapaz de marcarle un gol a Van der Saar, pero es que en Manchester no dispuso de ni una ocasión clara de gol, a pesar de algún disparo aislado, especialmente por parte de Deco y de Henry.

Para reforzar la situación de sequía que vive el conjunto barcelonista, el equipo que entrena Frank Rijkaard no ha marcado ni un solo gol en los últimos cuatro partidos (dos de Liga y dos más de la 'Champions').

Además, en los últimos ocho partidos, sólo ha marcado cuatro goles, con un promedio de medio tanto por encuentro. Son cifras que ayudan a entender por qué el Barça ha quedado apeado de Europa y por qué la semana pasada, a falta de cuatro partidos para concluir la Liga, quedó sin opción al título, cuando partía como máximo favorito.

Esta nulidad ofensiva no es nueva. Tras el 4-0 del Barça al Murcia el 12 de enero, último partido que jugó Samuel Eto'o antes de partir a la Copa de África, el Barcelona encadenó siete partidos sin marcar más de un gol. Dos goles de Xavi, dos de Henry y uno de Bojan fueron el bagaje anotador durante un mes.

El Barcelona se puso a caminar en la temporada con una delantera que daba miedo. Por la fuerza mediática de sus integrantes, fue denominada como la delantera de 'Los cuatro fantásticos', a fuerza de reconocerle grandeza antes de que ofreciese motivos futbolísticos.

Ellos eran Ronaldinho, Thierry Henry, Lionel Messi y Samuel Eto'o, cuatro jugadores que cualquier equipo del mundo los hubiese querido disponer en su nómina. Pero en el Barcelona, esta combinación de 'cracks' se recordará como uno de los grandes fracasos en el intento de aglutinar estrellas mundiales.

La que debía de ser una temporada en la que el Barcelona recuperase su posición mundial, después de un año sin títulos, se ha convertido en una continuación, si cabe aún más trágica, de la frustración que se vivió la temporada anterior con un equipo que estaba llamado a comerse el mundo durante unos cuantos años.

Pero la historia se escribirá de otra forma. De aquellos cuatro fantásticos sólo queda la crónica de jugadores inadaptados, lesionados, cuestionados y bajos de forma. Ronaldinho, el número uno mundial hace dos años, está en la puerta de salida para abandonar la entidad, tras un final de temporada oscuro en el que su participación ha sido nula y, después de unas manifestaciones realizadas por el presidente de la comisión económica, Xavier Sala i Martín, podría haber sido apartado del equipo por bajo rendimiento.

El gran fichaje de la temporada, el francés Thierry Henry, ha resultado una decepción, dado que el jugador no se ha reencontrado con el gran futbolista que fue en su etapa en el Arsenal y ha acabado marginado en el banquillo, reservado para no recaer en lesiones y excusándose ante la afición por su bajo rendimiento y lo mucho que añoraba a su hija.

Samuel Eto'o, que se erigió en el jugador que debía tirar del carro ante la dimisión como líder por parte de Ronaldinho, ha ido de más a menos y, a pesar de que ha ido marcador goles, no ha sido el jugador resolutivo y que conseguía marcar y conceder victorias a su equipo.

De los cuatro, sólo Lionel Messi se ha salvado como el futbolista más en forma. A pesar de ello, sus dos graves lesiones por roturas musculares han llevado a que el argentino sea dosificado. Su falta de ritmo, también, y la falta de conexión con el resto del equipo sobre el campo ha conducido al joven barcelonista a emprender guerras en solitario contra las defensas rivales para salvar partidos.

El mal estado en general de estos cuatro 'cracks' del Barça y la escasa aportación goleadora, cuando todos ellos llevan el sello goleador como marca distintiva, ha conducido al Barcelona a vivir bajo mínimos. La última racha de cuatro partidos sin marcar, un factor histórico en la historia de la entidad, evidencia que el equipo catalán ha tocado fondo.