Un reducido grupo de incondicionales presenció ayer el duelo entre el Celta y el Hércules, los dos peores equipos que han pasado por Balaídos en esta pavorosa temporada. Fue un duelo de zombis en voraz y descarnada competencia por el título de gran fiasco del año, que se llevó raspado el conjunto de Andoni Goicoetxea.

El Celta ganó el partido a los puntos porque marcó un gol gracias a un certero cabezazo de Okkas y dio algo de brillo a la mortecina tarde con la precisión de Jorge en los centros y un par de postes a cargo de Diego Costa, en acrobático remate, y Núñez. Lo demás fue una insulsa repetición de la infamante sucesión a de despropósitos en que se ha convertido este equipo, tan mal construido como gestionado.

El estadio cadáver

El agónico aspecto que presentaba ayer Balaídos refleja, bien a las claras, el enorme desencanto de la afición celeste. El coliseo vigués presentó una de las peores entradas en sus más de ochenta años de historia incluidos los bolos de verano. El problema es que puede que no se haya tocado fondo y las cosas son susceptibles de empeorar en los dos meses de competición basura que restan.

Okkas besa el santo

Antonio Lópezse guardaba, como casi siempre, un par de sorpresas en la alineación. La principal fue la suplencia de Perera (al que parecen haber pasado factura sus seis jornadas sin marcar) en beneficio de Okkas. La otra fue la presencia de Peña (con un solo entrenamiento con el grupo) en el eje de la zaga y el desplazamiento contra natura de Agus al costado derecho.

El regreso del chipriota dio frescura al ataque en un cuarto de hora inicial potable, en el que el delantero remató a bocajarro un córner, fue víctima de un penalti-colleja y marcó de impecable testarazo tras superar un marcaje que no es exagerado calificar de amable.

Bastante peor lo pasó Agus, en su improvisada (que no nueva) posición de lateral derecho. El albaceteño, sin embargo, es un tipo sacrificado y competente y enmascaró en parte sus carencias con diligencia en el esfuerzo y buena colocación.

Cambios silbados

Los cambios de Antonio López se entienden aún peor que sus alineaciones. El cordobés presenta una extraña y desquiciante tendencia a retirar del campo al que mejor está jugando. Sucedió ayer con Okkas aunque otras veces han sido Jorge el sacrificado El técnico explicó luego que fue el chipriota el que pidió el cambio por lesión y justificó la reservona decisión de optar por Vitolo porque era el único jugador que estaba calentado.

Peor fue aún la decisión de alinear a Peña como titular porque el boliviano tenía muy reciente su lesión y acabó por sufrir una recaída. La consecuencia es que el boliviano vuelve a la enfermería y el equipo se queda con sólo dos defensas centrales sanos. Claro que, tal y como están las cosas, poco importa ya lo que el futuro depare a un equipo resignado de vivir en tierra quemada.

Noticia agradable fue el regreso de Fabián Canobbio dos meses después de lesionarse en la rodilla. El uruguayo ofreció algún detalle, pese a su evidente falta de ritmo.

Triunfo insípido

En cualquier otra circunstancia el triunfo ante el Hércules habría tenido un sabor menos amargo. Pero el equipo alicantino ofreció un aspecto aún más lastimero que este Celta del que ya nadie espera nada y al que quedan dos meses de muerte en vida.