El madrileño Álvaro Contreras acaba de recuperarse de una operación de corazón que él mismo consideraba "innecesaria". Tras el susto, viene la recuperación y la ilusión de lograr la clasificación para los Juegos de Pekín.

-¿Cuándo supo que debía operarse?

-Me lo dijeron en octubre o noviembre. Me habían notado unas taquicardias en una prueba de esfuerzo y ya me dijeron que tenía que operarme. Al principio me preocupé porque no sabía qué me iban a hacer y porque no tenía síntomas. Pero casi no tuve alternativa porque la situación que se me planteó desde el Consejo Superior de Deportes era que o me operaba o no me iban a dejar competir.

-¿Y cómo fue la operación?

-Fue traumática. Tengo cinco agujeros en la ingle por el catéter. Fue una operación muy dura y los mismos médicos dijeron que fue más dura de lo normal porque tuvieron que forzar mucho la máquina porque no encontraban la zona dañada.

-Usted llegó a decir que la operación fue innecesaria.

-Y lo mantengo. Al final los médicos me dijeron que me habían quemado unos posibles puntos en los que ellos consideran que en un futuro yo puedo tener una posible taquicardia ventricular. Yo no tenía ningún síntoma, los noté en la operación, porque estaba despierto, pero porque me los provocaron de forma artificial. Yo nunca he dicho que no tuviera taquicardias ventriculares. Lo que he dicho es que a mí no me afecta, que es diferente.

-Sabiendo a lo que se arriesgaba, ¿se hubiese negado a operarse?

-Es que no tenía opción. No hubiese podido ir a los Juegos ni siquiera si lograba la mínima. Y si me quitan la mayor ilusión que tengo, ¿qué hago?

-¿Cree que la similitud de esta lesión con la que padeció el sevillista Antonio Puerta provocó su operación?

-Estoy de acuerdo. Yo llevo aquí -en la Residencia Blume- ocho años y me hacen revisiones cada tres meses y siempre se me había detectado esto, pero siempre me he entrenado sin problemas y nunca he notado nada. Ahora, tras el caso de Puerta, parece que se ha creado un miedo entre la gente, pero bueno, lo de Puerta era distinto porque él sí que se desmayaba, tenía síntomas evidentes, pero yo no noto nada. De broma le dije a los médicos que ellos quieren que yo tenga un 600 en el corazón y lo que yo tengo es un Fórmula Uno.

-¿Nota secuelas?

-Ahora tengo síntomas que antes no tenía. Quieras que no a mí el ventrículo me lo han quemado. Cuando estaba dormido se me puso el corazón a 4.000 ciclos por segundo. Ahora noto cosas raras, sobre todo cuando estoy dormido, que me da como un golpe muy fuerte y me despierta y me desvela. También es posible que me esté sugestionando mucho el asunto...

-Lo bueno es que ya lo ha pasado...

-Sí. El primer día estaba molesto y enfadado por lo que estaba pasando, pero ahora estoy resignado y hay que mirar para adelante. Estuve siete días de reposo y esta semana ya he retomado los entrenamientos con la pértiga y los lanzamientos. Por lo menos ya me noto atleta, que era uno de mis miedos, que me hubiera quedado peor.

-Pero este fin de semana aún no podrá estar con el Celta en Ferrol.

-El club me ha llamado, pero es demasiado pronto para competir porque llevo sólo una semana entrenando. Donde sí estaré es en Oviedo, en el campeonato de España de clubes, donde el Celta ya sabe que no iré al cien por cien y que no debo exigirme mucho.

-¿La operación trunca su sueño de ir a Pekín?

-No, en absoluto. Incluso podría decir que me ha fortalecido mentalmente y estoy con muchas ganas y mucha ilusión. Sé que será difícil, pero mi intención es lograr la mínima A para poder estar ahí. La clave es rondar los 8.000 puntos y estoy muy motivado. La operación no me ha truncado la preparación y puede que intente logar la clasificación en junio en el campeonato de federaciones o en un encuentro internacional de combinadas en Francia. El tren acaba de llegar y hay que cogerlo, no quiero quedarme a las puertas.