Todos los ciclistas deberán disponer el año próximo de un "pasaporte biológico" en el que estarán registrados sus niveles sanguíneos y urinarios, lo que permitirá detectar cambios anormales en los mismos, indicio del uso de prácticas dopantes, anunció la responsable antidopaje de la UCI, Anne Gripper.

El pasaporte, una evolución del seguimiento longitudinal practicado en algunos países, será la principal novedad que presentará la Unión Ciclista Internacional (UCI) en la cumbre antidopaje que tendrá lugar la semana próxima en París, señaló Gripper en una entrevista que ayer publicaba "Le Monde".

Este instrumento "permitirá establecer el perfil hematológico y de esteroides y vigilar más eficazmente si un corredor ha recurrido a manipulaciones sanguíneas o de esteroides", señaló Gripper.

Para la responsable de dopaje de la UCI, este instrumento supone "un nuevo planteamiento para eliminar el dopaje" basado en la fijación de límites individuales en cada ciclista, frente a los límites absolutos que existen en la actualidad, lo que permitirá detectar cambios en los mismos.

A modo de ejemplo, Gripper señaló que ahora un ciclista es apartado de una carrera con un nivel de hematócrito superior al 50 por ciento, mientras que con el pasaporte cada ciclista tendrá fijado una tasa máxima propia definida. Con este nuevo sistema, la UCI espera poder acabar con el dopaje de las autotransfusiones de sangre, indetectables en la actualidad.

Además, también podrá combatirse el uso de la testosterona, que la UCI sospecha que sigue siendo "importante" en el pelotón sobre todo en dosis pequeñas, según Gripper.

Para elaborar el pasaporte, cada ciclista deberá pasar al menos seis controles anuales en los que se medirán cinco parámetros sanguíneos.

Los primeros controles comenzarán a principios del año próximo y la UCI espera que para el Tour de Francia, en julio próximo, se disponga de suficientes parámetros para que el nuevo instrumento sea operativo.