Woolmer, de 58 años, conocido como el "entrenador del portátil" por su carácter analítico, apareció muerto en extrañas circunstancias en su habitación del Hotel Pegasus de Kingston, en Jamaica, al día siguiente de la derrota contra Irlanda que costó a Pakistán la salida del Mundial de críquet en la primera fase.

Según el canal de televisión paquistaní, las autoridades de Kingston han detenido a un implicado en el caso, aunque la Policía de Kingston no dio más detalles y anunció nuevas revelaciones para las próximas horas.

Según confirmó a Efe por teléfono el presidente de la Federación de críquet paquistaní, Nasim Ashraf, las autoridades jamaicanas han asegurado que ningún integrante de la selección de Pakistán está implicado en el caso, si bien algunos de los jugadores han sido interrogados por la policía varias veces.

Ashraf, que presentó hace varios días su dimisión, declaró a Efe que la mañana siguiente a la derrota contra Irlanda (el pasado día 18), Woolmer le envió "un correo electrónico en el que expresaba su gran decepción", pero en el que también decía creer que "sus hombres hicieron lo posible por ganar durante todo el partido".

En su correo, Woolmer se mostró "muy preocupado por cualquier posible acusación de corrupción que pudiera salpicar a Pakistán", y por ello se mostró especialmente interesado en que el capitán del equipo, el jugador en una situación más delicada por su responsabilidad al organizar el juego, fuese alguien intachable.

Durante su experiencia como entrenador en Sudáfrica, Woolmer aseguró haber llegado a conocer de cerca la corrupción que a veces rodea el deporte, y dijo que a veces presenció cómo se amañaban resultados debido a las presiones del mundo de las apuestas deportivas.

Bob Woolmer nació en Kanpur, una ciudad del norte de la India, pero su origen británico le permitió jugar para Inglaterra.

En los últimos tiempos, repartió su carrera entre Sudáfrica y Pakistán, donde se convirtió en seleccionador en 2004.

Considerado como una figura "paternal" por sus jugadores, Bob Woolmer intentó prohibir el uso de teléfonos móviles por parte del equipo durante las concentraciones previas a los partidos, así como un incremento en los sueldos de los jugadores, pero el Comité del críquet paquistaní desautorizó ambas medidas.

Además, Woolmer intentó convencer a los jugadores de la selección, algunos de los cuales ingresan más dinero por sus contratos publicitarios que como "criqueteros", de que detallasen su patrimonio personal e ingresos anualmente para evitar cualquier sospecha de sobornos.

"Éste es mi vigésimo año como entrenador de críquet de alto nivel, y mi trigésimo octavo en este deporte, de modo que no me preocupan demasiado las críticas que me hagan", había dicho Woolmer en una rueda de prensa concedida en Nueva Delhi poco antes del comienzo del Mundial.

El Mundial de críquet comenzó el pasado 13 de marzo en varios países del Caribe con la participación de 16 equipos y con una audiencia estimada de 2.000 millones de telespectadores, lo que le convierte en el tercer evento deportivo en importancia, tras los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol.