La recolección de amuletos para terminar con la mala racha del Celta en Balaídos, puesta en marcha por el departamento de marketing del club, ha atraído la atención mediática por su peculiaridad. Radios y televisiones lo han reflejado. Otros, una decena de hinchas, han convertido sin embargo la campaña en una demostración de su fidelidad. En el estadio han depositado sus objetos más preciados. Por significación sentimental, religiosa o mágica. Sobre todo, por ser una parte de sus vidas como el propio Celta.

Merchi, empleada de larga trayectoria, se ha encargado de almacenar los objetos entregados hasta ahora. Aclara la razón de esta iniciativa: "No era obviamente por algo de brujería, sino como forma de implicar al seguidor y de quitarle algo de dramatismo a estos momentos". No pretenden, por tanto, lo mismo que Eloy de Francisco, que en la temporada 90-91, siendo presidente, contrató a un brujo ourensano por 30.000 pesetas para limpiar Balaídos de las energías negativas.

Otros hubo en otros lares que quisieron obtener mediante sortilegios lo que no lograban dentro de la cancha. Lo hizo el Poio en 1988. Empleó a un `medium´, Jesús Prieto, para solucionar sus males. Y ganaron el primer partido tras su visita. El Sporting también recurrió a una bruja de Mieres, Ana María Riveiro. Ésta se presentó en el Molinón acompañada de otra hechicera en prácticas y dejó agua para que se la pasasen a los jugadores. No se sabe si bebieron o se ducharon con ella, ni cuales eran exactamente sus propiedades, pero el Sporting descendió y no ha vuelto a levantar cabeza.

También ahora hay una botella con agua bendita en Balaídos. La llevó ayer Carmen, una empleada ya jubilada. Aquí no se intenta ganarse a los santos, espíritus y arcanos. No sólo, al menos. Carmen trabajó toda una vida en la lavandería. Ya no cobra del Celta, pero conserva el cariño intacto. Igual que la estudiante que dejó un tigre de peluche. Fue el que se llevó en el bolsillo a cada examen de su carrera, que hace tiempo aprobó.

Fetiches de mil variadas formas, con historia particular o genérica. Hay una ranita entre las entregas, un avión de juguete y un dedal. Lo que cuenta es el amor que se ha volcado en estos objetos, que atesoran una porción del alma de su propietario. Una señora ha dejado en la oficina de abonados una brujita de la suerte. Colecciona estas figuras de cerámica y se las regala a cada persona que visita su casa, siempre que le tenga afecto. Y eso es el Celta para ella. Un amigo que sufre.