C.F. / M.L. / Vigo/Ourense

Cerca de cien mil pescadores madrugaron ayer para tomar parte en el comienzo de la temporada de trucha en Galicia que, una vez más, destacó por la escasez de las capturas confirmando la tendencia a la baja de los últimos años y la decandencia que viven algunos ríos de la comunidad.

La mayoría de los pescadores se concentraron en los márgenes de los ríos antes de la hora de comer y por la tarde fueron muchos menos los que seguían pescando. La mayoría de los pescadores se fueron a casa con pocas truchas en la bolsa y muchos de ellos tuvieron que vivir el desconsuelo de salir de los ríos con las manos vacías.

La tónica de la jornada fue la dificultad de que picase la trucha. Por la mañana los pescadores, a la hora de escoger cebos, se decidieron por la cucharilla y la miñoca mientras que al mediodía abundó el mosquito. Pero no hubo forma porque los pescadores aseguran que la trucha no tiene hambre e incluso al atardecer, que es un momento del día en el que suele picar, dio esquinazo a la mayoría de los pescadores.

En la provincia de Pontevedra los ríos que más movimiento tuvieron fueron el Verdugo, el Oitabén y en cierta manera el Lagares, que siempre garantiza capturas a los pescadores. Por eso, muchos de ellos no entienden por qué no se cuida más, ya que podría ser un magnífico río truchero. La zona de Arousa también se vio negativamente afectada por culpa del vertido que este año se produjo en el Umia y que cerró el río a los pescadores.

Por otra parte, en Ourense, alrededor de 20.000 pescadores -según cálculos de la Delegación Federación Gallega de Pesca de Ourense- repartidos por toda la provincia, salieron con sus cañas para disfrutar de la apertura de la temporada. Es la segunda provincia gallega en licencias, por detrás de A Coruña, y dispone de 17 cotos en total, distribuidos en Os Medos, Allariz, Celanova, Ribadavia, Arenteiro, Montederramo, A Limia, Boborás, A Veiga, Támega, Cadós, Conxo y otros sin muerte en el Arenteiro, Barbantiño y Cenza. En la zona de la capital ourensana Reza, Oira y Alongos fueron los lugares más concurridos del Miño.

Vigilancia

La Guardia Civil, el Seproma y Medio Ambiente realizaron un control exhaustivo y solicitaron los permisos a los pescadores, y hasta preguntaron por la edad y la hora del comienzo de la jornada de pesca.