El Celta se despide de Europa con la sensación del deber cumplido, víctima de un par de errores puntuales y un arbitraje desfavorable. El dolor de la eliminación se ve compensado con la solvente imagen ofrecida por el conjunto de Vázquez, que no fue inferior al poderoso Werder Bremen ni se plegó ante la adversidad. No es un gran consuelo, pero debe servir al menos de estímulo para la Liga, el escenario de sus miserias.

Prudente arrojo

Vázquez fue más prudente que valiente y no es de extrañar porque habría sido una temeridad comprometer la presencia de tipos como Baiano o Canobbio en el partido del domingo en Sevilla. El técnico céltico se blindó atrás con cinco defensas (tres centrales flanqueados por Jonathan y Placente), arriesgó en el medio campo con Ángel, emparejado con Pablo García, y formó con una tripleta atacante inédita: Jorge, Guayre y Nené. Pero tan precavido dibujo no se correspondió sobre el terreno con un planteamiento timorato. El Celta, lejos de atrincherarse, miró decididamente hacia el marco de Wiese, que buscó con sentido y ambición. El partido se jugó en el campo del equipo alemán ya desde el primer tiempo y sobre todo cuando el gol de Almeida obligó a echar el resto para remontar. Fue entonces cuando el Werder Bremen, paradigma de verticalidad, desarboló a los celestes a la contra. Así llegó el gol de Frings y la clasificación para cuartos de final se convirtió en una misión imposible.

Pésimo arbitraje

El Celta ha sido inocente víctima de una nefasto arbitraje en esta eliminatoria. Al margen del gol marcado en flagrante fuera de juego en Balaídos, al equipo vigués se le hurtó un penalti y se le anuló un gol que no era menos fuera de juego que el primero de los alemanes. Si superar al Werder Bremen ya es difícil en condiciones normales, en tales circunstancias resultaba una empresa titánica.

Errores letales

Los dos goles del Werder Bremen vinieron precedidos de graves errores defensivos, una malsana costumbre a la que el Celta se ha aficionado este curso y que le ha supuesto una verdadera sangría de puntos. En el primero Lequi deja rematar sin oposición al delantero y Esteban sale en falso; el segundo se origina con una frivolidad de Nené, que tira un caño en la frontal del área propia y regala al adversario un balón letal.

La fragilidad de Guayre

El tormento que vive este chico con las lesiones no cesa y esto hace pensar que tal vez el problema viene de largo. Verdadero mal fario el de Guayre, justo cuando parecía que su juego comenzaba a repuntar.