Anatoli Karpov (Zlatoust, 23-5-1951), ex campeón del mundo de ajedrez, ha incluido a Vigo y Pontevedra como estaciones de su constante peregrinación planetaria. El maestro ruso hará mañana una visita al estilo ministerial, tan breve como sustanciosa. A las 13.00 horas será recibido en la Diputación por Rafael Louzán. A las 16.45estará en el Concello de Vigo. Y a las 17.30, charla-coloquio en el MARCO.

El mérito le corresponde a Roberto Páramos, maestro internacional, propietario y alma del Club Lucena, la empresa Xadrez Galego y la editorial especializada Jredition. Páramos espera que la presencia de Karpov en Galicia impulse la promoción del ajedrez, que quiere convertir en asignatura de estudio. Karpov se presta. La enseñanza es una de sus predilecciones. Habla en conversación telefónica al vuelo, apurando los minutos como si disputase una partida rápida.

-Hombre y mito. ¿Es fácil convivir consigo mismo? ¿La gente traspasa esa barrera?

-En general puede ser un problema para otros, pero no para mí. Me relaciono con personas de todo el mundo sin ninguna clase de problema. Soy accesible.

-Grandes ciudades, pequeños rincones. El ajedrez ha sido un pasaporte mágico.

-En Galicia ya he estado antes, concretamente en Ourense en 1973 y a finales de los setenta en A Coruña. La verdad es que son cuarenta años visitando países.

-Cuando se encontraba en su cénit, el ajedrez lo era todo para usted. ¿Qué es el ajedrez hoy en día para Karpov?

-El nivel del ajedrez profesional ha disminuido en los últimos veinte años. Por contra, el ajedrez amateur ha crecido mucho. Yo ahora juego menos. Me interesa menos el ajedrez profesional, que ahora se preocupa de los ordenadores y estas cosas.

-Es obvio que ese duelo hombre-máquina no le hace gracia a alguien que defiende lo clásico.

-No me gusta. Lo acepto en partidas, pero no en torneos. Hay mucho desequilibrio.

-Ahora que el ajedrez profesional lo absorbe menos, ¿a qué dedica su tiempo?

-Soy embajador de la UNICEF para niños con discapacidad por problemas de yodo, he participado en la creación de 150 escuelas de ajedrez y también dirigiré una comisión de ayuda a discapacitados en el gobierno ruso. Y tengo otras aficiones como los sellos. Dispongo de una gran colección.

-Este deporte exige sacrificios desde niño. Ahora, en su madurez, ¿le salen las cuentas?

-Por supuesto. Mi vida ha sido muy excitante. Esos sacrificios han merecido la pena.

-España es el domicilio de grandes maestros y tiene torneos espectaculares como Linares. Falta tal vez una estrella. ¿Qué la parece Paco Vallejo, que estuvo muchos años en el Marcote?

-Es un jugador del que tengo muy buena impresión y grandes esperanzas, aunque creo que ha perdido la posibilidad de estar entre los diez mejores del mundo.

-Karpov-Kasparov. ¿La grandeza de cada uno reside también en la grandeza del otro?

-Fue una gran época, que inició Fisher. Después vino Korchnoi, yo... Kasparov ha sido el último de los grandes campeones que ha tenido el ajedrez.