Un vacío en el alma

Armando Álvarez / vigo

El Celta inicia la Copa con perspectivas ambiciosas, a diferencia de la pasada campaña. En el fondo subyace un trauma histórico: el de las tres finales perdidas por el club. Los componentes de la actual plantilla que vivieron el fiasco de Sevilla no ocultan que tienen una revancha particular con esta competición.

Cada una de esas finales es una herida en la memoria colectiva: la primera, en el 48, fue el pecado original de las desgracias posteriores, un mal trago para aquel gran equipo que entrenaba Zamora; la del Calderón, en el 94, fue trágica en el final resuelto en los penaltis; la del 2001 dolió por el papel de favorito con el que el club se midió al Zaragoza.

Aquella jornada en La Cartuja era la soñada, la concebida para concluir el largo itinerario del Celta hacia un título. No fue así y todavía se duelen de ello Pinto, Sergio, Giovanella y Gustavo López.

Para estos veteranos, la Copa provoca sensaciones contradictorias. "Es una competición bonita", comenta Gustavo López, que añade acto seguido sin que le pregunten el recuerdo doliente: "Llegamos a la final y no pudimos ganarla".

Los mejores equipos célticos de la historia se fueron desmoronando sin un título que llevarse a la boca. La Copa es la senda más recta hacia esto:"Todos los clubes tienen la ilusión de llegar a la final. Es una fiesta, algo que merece vivirse", afirma Giovanella. Y eso pese a que la fiesta que le tocó concluyó en lágrimas. "Fue una pena. Nos gustaría llegar esta vez y ganarla, pero esto es largo y hay que ir paso a paso".

Hay tristezas que se transmiten de generación en generación. Isaac vivió una de las finales como adolescente vigués y otra como jugador del filial. Conoce su peso en el devenir céltico. "La Copa te da la oportunidad de hacer algo grande. Si llegas lejos involucras a la afición. El Celta ha estado a punto de ganarla". Quizá a su quinta le toca llenar definitivamente ese vacío en el alma y las vitrinas.

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