El palista de Hío David Cal se mostró satisfecho del título de subcampeón del mundo logrado ayer y aseguró que la medalla de plata lograda la final de C-1 sobre 1.000 metros, en la que se clasificó justo por detrás de Andreas Dittmer, le permite disfrutar de un "feliz aniversario, aunque pudo ser mejor", indicó en relación al título de campeón olímpico, logrado en Atenas el 27 de agosto del pasado año.

"La regata de hoy (por ayer) ha sido similar a la de Atenas", comentó el campeón olímpico. "Quizás no salí tan fuerte como en los Juegos, pero luego me fui adelante. Aunque, llegando a meta, el alemán (Dittmer) subió y ya no tuve la misma respuesta. El me pasó y yo hice todo lo que pude, pero no bastó", se lamentaba instantes después de subir al podio para recoger su medalla de plata.

En su análisis sobre la relación entre el subcampeonato del mundo, logrado ayer, y la exclusión de los puestos de podio en el Europeo, el pasado mes, cree que "allí estaba en peor estado de forma", además de que en aquella ocasión el viento le perjudicó "mucho", mientras que en la final de ayer soplaba ligeramente frontal, con el mismo perjuicio para diestros que zurdos.

En cuanto a la preparación del pasado año, Cal recordó que tanto él como su técnico, Suso Morlán, ya habían anunciado que este año el entrenamiento sería menor, pero precisó: "Eso no quiere decir que ande menos". Morlán ha decidido priorizar la preparación de su pupilo de cara a los próximos Juegos Olímpicos de Pekín de 2008, por lo que el primer año tras los Juegos se lo ha tomado de forma más relajada. Su entrenador confía en las posibilidades del palista de Hío de alcanzar el oro en las dos finales.

"Aún me queda la final de 500 y ojalá que pueda tomarme la revancha del 1.000, como lo hizo Dittmer el año pasado en los Juegos Olímpicos", afirmó Cal, que pese a que su especialidad es la distancia larga, en Atenas logró la medalla de plata en el medio kilómetro.

El español entiende como un halago la trascendencia y la celebración con la que su principal adversario, Andreas Dittmer, ha festejado el triunfo, ya que cree que responde a la dificultad que el alemán encuentra para derrotarle. "Lo que puedo decir es que yo llegué muerto, no podía ni moverme", confesó el pontevedrés, que añadió que estuvo "a punto de vomitar" y matizó que los "niveles de esfuerzo" le han llevado a que se le nublara la vista. "En los últimos 200 metros tuve que bajar la mirada porque a medida que me acercaba a meta, cada vez lo veía todo más borroso", concluyó.