Entrevista | Alejandro Jato Actor vigués en «La tregua» sobre los gulags rusos
«La ideología no está mal pero hay que mirar más allá del titular»
«Rodamos junto al aeródromo de donde salieron los aviones a Guernika»

Alejandro Jato. / Nico Assas

El vigués Alejandro Jato presentaba la pasada semana en Cardiff, Gales, como director, su corto «Curmán» e el festival de cine queer de dicha ciudad. La obra fue premiada en el Festival de Cans de este año. Como actor forma parte del elenco de «La tregua», película que se encuentra en los cines y trata sobre los españoles en los gulags de la URSS.
—Presente a su personaje.
La película habla de dos grupos de españoles que coinciden en un gulag. Por un lado, unos republicanos comunistas; por otro, unos fascistas de la División Azul. Mi personaje forma parte de este último. El filme presenta la enemistad entre todos ellos. Al final se dan cuenta de que no son tan diferentes como pensaban.
—¿Dónde rodaron?
Durante el rodaje fue fácil porque rodamos en un campo de concentración para imaginar la situación dramática de los personajes. Se construyó expresamente para la película el campo. Estuvimos en él todo el día durante tres meses. Creo que esa reclusión ayudó a meternos en las circunstancias de los pesonajes. El campo lo levantaron en Dima, un pueblo entre Vitoria y Bilbao que fue el aeródromo desde donde salieron los aviones para bombardear Guernika. Por debajo de la pista de aterrizaje se construyó nuestro campo. Había una carga emocional grande allí.
—Para dotarla de mayor realismo, los personajes hablan ruso, español, asturianu y gallego. Su personaje y el de Fede hablan en gallego.
Fue una propuesta nuestra, de los actores. Creíamos que sería lo más idóneo. Gracias al gallego los personajes sienten cercanía y crean como una burbuja como si estuvieran en su casa dentro de aquel infierno. Sienten que están más cerca de la casa.
—La verdad es que las escenas de Fede y usted son un bálsamo en un filme muy duro.
Esta película es muy violenta y nuestras escenas eran un remanso de tranquilidad. Habla de esa tregua, de mirar al de frente y ver que no es tan diferente a nosotros, a como nos contaron.
—¿Qué fue lo más complicado del personaje?
Imaginar una realidad tan alejada de la nuestra tan privilegiada. Era difícil meterse ahí, lo intentamos con todo el respeto del mundo para hacerlo realista. Creo que está muy bien conseguido y el trabajo de arte ayudó.
—Un personaje dice hacia el final del filme: «Yo no tengo ideología, tengo principios».
Pienso que estamos en un momento donde las fuentes de información son efímeras y populistas. Nos quedamos solo con el titular, con la idea que está de moda. Debajo de eso las cosas son más complejas. No creo que las ideologías estén mal sino que hay que mirar más allá del titular.
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