Así fue la espectacular restauración del mágico corazón del botafumeiro de la catedral de Santiago
La labor conjunta de varios especialistas permite que cumpla 400 años de funcionamiento continuado en la catedral de Santiago ese incensario de 53 kilos cuyo vuelo puede llegar a una velocidad de 68 Km/Hora
Xabier Sanmartín
El ingenio convertido en el mágico corazón del botafumeiro de la catedral de Santiago ha sido restaurado gracias a un grupo de héroes y heroínas que permiten que cumpla 400 años de funcionamiento continuado, pero que lo haga de una forma más fiel a su origen y también del modo más seguro. Así se desprende del documental que el templo compostelano difunde desde su canal de Youtube sobre dicho esfuerzo de restauración.
Se detalla el proceso de recuperación de ese patrimonio por medio de un trabajo realizado en 2024, restaurando el mecanismo que permite el funcionamiento del Botafumeiro, valioso incensario que pesa 53 kilos, mide un metro y medio de alto y cuyo vuelo alcanza a veces una velocidad máxima de 68 kilómetros por hora, estampa famosa en todo el mundo.
Nombres propios
Este proyecto se ejecutó a lo largo de varios meses, con la intervención de profesionales y expertos. Javier Alonso, arquitecto; Jesús Puente, mecánico; Rubén González, carpintero; Pablo Fraga, carpintero metálico; Mercedes Cortazar, restauradora; José González Piñeiro, ingeniero industrial; Manuel García, tiraboleiro y José Antonio Puente, historiador, protagonizan , por ese orden, el relato audiovisual de esta mejora en una pieza clave del patrimonio cultural gallego, por no decir, universal, si consideramos que, solo en 2024, cerca de medio millón de personas lograron la compostela que se entrega a quien recorre el Camino sellando a cada paso esa acreditación.
Juan Bautista Celma, clave
Todo este trabajo se basa en un diseño de Juan Bautista Celma, escultor y pintor aragonés nacido hacia 1540 y fallecido en Santiago en 1608, creador del actual diseño del botafumeiro, datado en 1602.
Javier Alonso, arquitecto, señala que el botafumeiro ya se restauró "parcialmente en 2020 y, en 2024, tras la caída de un tornillo se revisó y restauró totalmente"
Jesús Puente, mecánico, informa en dicho documental de que "al desmontar del todo" el mecanismo renovado "se restauró todo al apreciar varios deterioros". Y Rubén González, carpintero, añade: "doblamos los refuerzos interiores", en alusión a los tambores de nogal y castaño que integran ese mecanismo/alma de la preciada pieza del templo compostelano, todo ello "para devolver los elementos dañados o alterados a su conformación y apariencia original allí donde era posible, e introducir los elementos nuevos imprescindibles para asegurar su resistencia y estabilidad" .
Policromía
Pablo Fraga, carpintero metálico, indica que se han logrado "mejoras en el eje" y Mercedes Cortazar, restauradora; aclara respecto a la parte ornamental del mecanismo "que se ha eliminado una capa de manufactura industrial que tiraba de las policromías subyacentes".
José González Piñeiro, ingeniero industrial, da cuenta del mimo en el trabajo hecho, avances logrados gracias a ir "valorando las tensiones de los discos", y al apostar por un refuerzo para aliviar su carga.
Datos del botafumeiro
Ocho personas (tiraboleiros) se encargan del funcionamiento del botafumeiro, que vuela en grandes celebraciones y ocasiones especiales. Siete tiran del incensario y una persona lo lanza. El botafumeiro mide un metro medio de alto, pesa 53 kilos y puede llegar a moverse a una velocidad que puede llegar a los 68 Km/hora.
"En las primeras tiradas hay que ir muy suave" apunta Manuel García, tiraboleiro, sobre el uso del incensario que depende de ese renovado mecanismo situado en el corazón de una cruz metálica situada en lo alto de la Catedral.
El peligro de los corsarios
La primera referencia documentada del botafumeiro aparece en el siglo XIV, en el margen de una hoja del Códice Calixtino. Si bien su estampa actual llega de una posterior planificación.
José Antonio Puente, historiador., explica que Juan Bautista Celma hizo una maqueta de madera a tamaño natural a principios del siglo XVII y luego ese esquema se mandó a una forja de Bilbao y, respecto a su transporte, resume los temores de la época, dado su peso y su valía "ya que en aquellos tiempos se temía que los corsarios franceses e ingleses que había por el mar Cantábrico pudieran robarlo o hundir el barco, algo que, por suerte, no llegó a suceder".
"Para darle resistencia y estabilidad, se retiraron los chapones de refuerzo de los discos exteriores de los tambores, se restauraron sus discos rotos y se introdujeron discos interiores de refuerzo; se hizo una guía nueva y se restauraron las demás", detallan desde la Catedral.
Y añaden: "El eje de acero se enderezó, se acuñó dentro del de madera, y sus extremos se tornearon; se fabricaron nuevos cojinetes mejor ajustados y se introdujeron casquillos como topes a su desplazamiento lateral. Se eliminaron los repintes sobre la madera y se recuperó la policromía original".
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