Entrevista | Javier Andreu Vocalista de La Frontera
"En los buenos tiempos de La Frontera, cobrábamos más que U2"
Estará este viernes 1 de noviembre en Córdoba y ofrecerá un concierto en el Ambigú La Axerquía
Araceli R. Arjona
Javier Andreu cumplió 61 años en junio, pero basta hablar con él dos minutos para imaginar que debió ser un niño peculiar, entregado a la fantasía, despistado y un tanto caótico. Se crió en Madrid, en el barrio de Las Delicias, y aunque iba para periodista, acabó formando una banda con los compañeros de la Complutense y convirtiendo la música en su modo de vida. Descubrió el rock en casa de un amigo que tenía una enorme colección de discos, ahí empezó a hacer sus primeros pinitos en la música, tocando el bajo y probando a ser vocalista, pero el bombazo llegaría en el certamen de rock Villa Madrid, que ganaron después de tres intentos en 1984.
-¿Por qué un disco en solitario justo el año en que se cumplen 40 años de la banda, se ha cansado, ha pasado algo con Toni Marmota?
-Este concierto es una manera de reiventarme y trabajar con otros músicos, La Frontera sigue en activo y hacemos unos 50 bolos al año, pero me apetecía ofrecer nuevos formatos a la gente para que ni ellos ni yo veamos que es siempre lo mismo. Con Toni Marmota, muy bien, nos vemos prácticamente cada fin de semana, pero tenía muchas ganas de hacer algo en solitario, con otra gente.
-¿Qué tendrá de especial este concierto?
-Es la primera vez que toco con esta banda y llevo cuatro maestros como son Nacho Álvarez a la batería y coros, Miguel Ángel Varela al pedal steel, Carlos Slap de Lucky Dados al contrabajo y Jesús Varas al hammond, piano y teclados. El 80% son canciones de La Frontera, pero muchos son temas que no suelo hacer con la banda, por eso me parece muy interesante. El 20% restante son canciones de mi disco en solitario, de El hombre que salía demasiado.
-¿Cómo ha cambiado con los años ese hombre que salía demasiado?
-Ahora intento cuidarme lo más posible, voy al gimnasio todo lo que puedo y por lo demás, al haber dejado de fumar, disfruto mucho más en el escenario. Ahora valoro más la vida, valoro más lo que hago, canto mucho mejor, tengo un timbre cojonudo en agudos y en graves y no tengo abuela. Puedo romper la voz si quiero, no me quedo afónico como antes, tengo más registros.
-¿Dónde está la diferencia entre los temas de La Frontera y los que compone en solitario?
-No hay mucha diferencia salvo que mi disco en solitario es autobiográfico al cien por cien, mientras que los temas que hago para la banda son paisajes inventados, sobre todo, lo eran al principio cuando hablaba del western y del oeste sin haber estado nunca por allí. Tenía cosas que quería hacer yo solo en un estudio, con otros músicos. Llevo 40 años tocando con Toni Marmota y con el resto de la banda, entre quince y veinte.
-En el documental de El peor héroe del Far West, dice que es la historia de un hombre que no ha salido del cuarto de jugar. ¿Tiene miedo a crecer?
-No, no tengo miedo a crecer, pero para mí componer es como jugar con un puzzle, siempre he vivido en el mundo de las ideas, tuve una niñez maravillosa y a día de hoy, no me identifico con la edad que tengo en absoluto, creo que tengo muchos menos años, sobre todo, de cabeza.
-¿Cómo recuerda esos años 80 en los que empezó su carrera musical?
-Fueron maravillosos, imagínate ganar un festival con 20 años, te regalaban la vida, te metían en una multinacional como nos pasó a nosotros y fuimos muy felices, estábamos todos alucinando.
-¿Había buen rollo entre bandas?
En los 80, había una competencia impresionante, pero yo siempre he sido muy amigo de Loquillo, viajaba con él y con la road manager que era mi novia, me parecía un tío majísimo, también he viajado en la furgoneta con Germán Coppini, me llevaba bien con todo el mundo, con Carlos Rebelde, Coque Malla y Javier Ojeda. Salíamos juntos y lo pasábamos de puta madre.
-¿Qué echa de menos de esa época?
-Que no me dolía la espalda... (risas). Por lo demás, estoy más o menos bien. Ahora, casi hacemos más bolos que cuando empezamos.
-¿Lo hacen por gusto o por necesidad?
-Por las dos cosas, yo solo me dedico a esto y con los impuestos y esas movidas, se quedan con un 60% de lo que haces. El caché de ahora es muy inferior al de antes, en los años buenos era realmente alucinante. Cuando venían los guiris, no se lo podían creer, cobrábamos más que U2 en su país, no daban crédito.
-¿Los 40 años de música le han dejado muchos vicios, buenos o malos?
-Mi único vicio es la cerveza, que tiene la cosa mala de que engorda.
-¿Si volviera atrás, cambiaría algo?
-Lo único, que no me habría casado (jajaja) porque me separé después.
-Vivió una época de muchas drogas, ¿nunca le tentaron?
-Estuve tonteando un poco al principio con las anfetaminas y fumábamos porros, pero lo de la heroína no lo tocamos porque yo decía que eso era de hippies. Muchos amigos sí lo hicieron y murieron. Fuimos listos, supongo, porque veíamos cómo se quedaban tirados, medio dormidos. Yo no quería eso, quería divertirme, excitarme con un cubata o lo que fuera, eso me parecía una mierda.
-Tuvieron mucho éxito y ganaron mucho dinero siendo muy jóvenes. ¿Supieron gestionarlo bien?
-He estado tocando toda mi vida y lo sigo haciendo... Ahorrar, he ahorrado poco y con la separación, me quedé sin la casa, así que ahora vivo al día.
-Empezaron siendo Las muñecas repollo y acabaron como rockeros del lejano oeste en La Frontera. ¿Cómo fue ese cambio de tercio?
-El infame nombre de Las muñecas repollo lo pusieron Toni Marmota y el guitarrista Rafa Sánchez. Tenían que poner un nombre a la banda para apuntarnos al concurso Villa de Madrid y no se les ocurrió poner otra cosa, en homenaje a los New York Dolls. Yo dije que era una mierda. Luego, en una semifinal, hablando con Luis Ordovás, me dijo que era posible que ganáramos y que teníamos que cambiarnos el nombre. Yo estaba haciendo una canción en ese momento que se llamaba La Frontera y dijo que ese nombre sí era de puta madre. Fui al camerino y les dije "a partir de ahora, nos llamamos La Frontera".
-Pero no tenían ni idea de western en ese momento.
-Bueno, a mí me gustaban mucho las letras de Bob Dylan, de ahí viene todo. Del sur, la carretera, los desiertos. Él me enseñó a componer. Primero fue el nombre, y luego, haciendo el vídeo de Duelo al sol, decidimos vestirnos de vaqueros que era lo que pegaba para la canción y tiramos por ahí porque no había nadie en España que estuviera haciendo eso, había un hueco y lo pillamos nosotros. Luego renegamos un poco del rollo western con el disco de El Límite, que fue más personal, pero vamos, las botas las sigo llevando y me las pongo de vez en cuando.
-¿Le gusta el rock que se hace ahora en España?
-Es que no escucho prácticamente nada, no tengo ni idea, no me gusta mucho cómo canta la gente y prefiero no decir ningún nombre para no llevarme mal con nadie.
-¿Qué envidia del rock americano?
-Muchas cosas, allí surgió todo, con los negros y el blues. Los grupos americanos son la hostia, cantan como los ángeles, nosotros empezamos tarde con Franco. Para tener un grupo y comprarte una guitarra eléctrica, tenías que ser hijo de papá, cuando allí ya estaban haciendo rock and roll.
-¿La Frontera tiene fecha de caducidad?
-No, para nada, nos moriremos con las botas puestas seguro, en el escenario o en la furgoneta. No me pienso jubilar en la vida, jubilarse es de viejos y yo me siento joven.
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