Entrevista

Alejandro Zambra: "Es vergonzoso que el aprendizaje de la paternidad sea ahora algo nuevo"

El autor de 'Poeta chileno', todo un referente de las nuevas masculinidades, publica 'LIteratura infantil', un conjunto de textos sobre las relaciones padre-hijo

El escritor Alejandro Zambra, en el Caixaforum de Barcelona, donde participa en el festival en Altres Paraules.

El escritor Alejandro Zambra, en el Caixaforum de Barcelona, donde participa en el festival en Altres Paraules. / Ricard Cugat

Elena Hevia

Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975) ha pasado de ser un escritor de referencia para unos pocos a una estrella literaria de primera, gracias al bombazo editorial que supuso ‘Poeta chileno’, una novela marcada por la ligereza, la exploración de los afectos y ese tema siempre tan peludo de la paternidad –biológica o voluntaria- para la educación sentimental masculina. Tras aquel libro escrito en estado de gracia que hace babear a treintañeros y treintañeras en edad fértil, el autor chileno radicado en México -la patria de su pareja, la también escritora Jazmina Barrera, y de su hijo Silvestre- presenta ahora la cara B de aquella obra de ficción. ‘Literatura infantil’ (Anagrama) es un libro armado por su buen amigo el crítico Andrés Braithwaite en el que se recogen sus felices experiencias como padre junto a una serie de cuentos sobre filiaciones varias. Es uno de los participantes del festival 'En altres paraules'.

¿Ha concebido ‘Literatura infantil’ como una apostilla a ‘Poeta chileno’?

Nace de muchos textos que escribí durante la pandemia, sin una intención clara de publicar. Yo escribo para intentar comprender lo que está pasando y a veces lo que escrito se convierte en algo comunicable, publicable. Mientras tanto me gusta que la escritura se mantenga en ese espacio de lo que no está del todo formulado, de lo que se está construyendo.

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¿Qué vasos comunicantes hay entre la novela y este libro?

Cuando nació Silvestre que ahora tiene cinco años suspendí la escritura de 'Poeta chileno' por un tiempo y me dediqué a los pequeños ensayos sobre la experiencia que me ofrecía aquel nuevo estado. Algunos de aquellos textos los publiqué en revistas norteamericanas, traducidas por Megan MacDowell, que es mi voz en inglés y una buena amiga. Yo siempre he llevado un diario, tengo el hábito de escribir todos los días, pero cuando nació mi hijo automáticamente dejé de hacerlo, empecé a tomar notas que ya no se ocupaban de lo que me sucedía a mí. He estado muy cerca de las paternidades de algunos amigos, me intrigaban. Y cuando llegó Silvestre me dije que era una buena manera de combatir esa sensación que siempre hemos tenido los hombres de sentirnos inútiles en los primeros años de la crianza. Así que me dije: "Voy a dedicarme íntegramente al apego". Luego regresé a la novela y sentí que algunas cosas ya se habían transformado en mí y estaban transformando mi escritura.

Es curioso porque ‘Poeta chileno’ retrata una relación entre un padrastro y el hijo de su pareja, pero en la vida real su paternidad es biológica.

Me gusta la literatura que permite hablar desde la contradicción. 'Poeta chileno' la escribí mientras me convertía en padre biológico siendo una novela sobre la ‘padrastría’, pero también es una novela que escribí cuando acababa de perder el roce cotidiano con el español de Chile y me enfrentaba a eso sabiendo que ahí había una pérdida y una ganancia.

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Buena parte de la memoria infantil de los niños está construida por las historias que le cuentan sus padres. En este caso Silvestre tendrá dos libros sobre esos años, éste y otro que ha escrito su madre.

Ese podría ser un gran motivo para no escribir nada (ríe). Hoy los niños reconstruyen su infancia a través de fotos y videos. Nosotros hemos ido un paso más allá: el registro de cómo se van formando las emociones. La literatura aporta complejidad y matices. En el fondo esta es a la vez una historia sobre cómo se trasmiten ese legado un abuelo, un padre y un hijo y un intento de hacerlo de una forma como no se había contado hasta ahora.

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Usted escribe “nuestro padres nos enseñaron a ser hombres pero no nos enseñaron a ser padres”. ¿Faltan modelos?

Yo de niño viví muchas situaciones marcadas por la fuerza física que hoy no querría para mi hijo. Es vergonzoso que el aprendizaje de la paternidad sea ahora algo nuevo. He pensado mucho en ello pero no quiero pontificar. No me siento cómodo dividiendo el mundo entre hombres y mujeres, como en aquellos libros de los 90, 'Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus', pero sí es verdad que los hombres hemos hablado muy poco de nuestras emociones, cuando tenemos un problema se lo contamos a una mujer. En general nos falta diálogo y voluntad de gozo.

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¿De gozo?

Sí, cualquier persona que haya criado un hijo sabe que tiene que ver con el desgaste físico, pero falta la representación del disfrute. Hasta no hace mucho, todo se circunscribía al niño que se convirtió en joven con el que puedes compartir tus códigos y reírte de las mismas cosas de la que te reías tú. El hijo aparece entonces como una copia de uno mismo o como un enemigo, pero no suele contar cuando es pequeño, cuando es una especie de borrador del hombre que será. Muchos grandes escritores hablaron de su infancia, pero no hablaron de sus hijos.

El autor chileno en las escaleras de acceso a Caixaforum, en Barcelona.

El autor chileno en las escaleras de acceso a Caixaforum, en Barcelona. / Ricard Cugat

Rodrigo Fresán cuenta lo que le dijo John Irving que tener un hijo es una máquina de recuperar los propios recuerdos de niño. ¿Le ha pasado?

Totalmente, me ocurre con la música a un nivel casi esotérico. Improvisas una nana que te cantaban y de repente te aparecen diez canciones más que creías olvidadas. 

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¿'Literatura infantil' podría ser la cara luminoisa de 'Un oficio para toda la vida' de Rachel Cusk, un libro bastante crítico y amargo con la maternidad?

Sí, creo que para mucha gente la maternidad o la paternidad ha sido vivida como un deber, pero no es mi caso. Yo llegué tarde a ella y la busqué. No sé que tal padre habría sido a los 20. Asi que no puedo plantear quejas porque no las tengo.

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En el libro intenta explicar lo inexplicable, ¿por qué tener un hijo?, sin encontrar una respuestas.

No las hay. Mi abuelo tuvo veintitantos hijos, yo le vi tres veces en toda mi vida y hasta el final me llegaron noticias de que era una bellísima persona. Esa costumbre de tener hijos y abandonarlos es considerada en Latinoamérica como algo deportivo, como si se hubiera ganado el gran Slam, sin importar el daño que se causa.

La imagen del padre ausente es un tropo de la literatura tanto en Latinoamérica como en Estados Unidos.

Es verdad. Un amigo mío al que quiero muchísimo me dijo que nuestra generación se puede dividir entre los que quejamos del padre ausente y los que nos quejamos del padre presente. Esa contradicción es la que me interesa.

Una pregunta final: ¿la ingesta de ‘pajarito’, un hongo alucinógeno ocurrió realmente?

Sí, me lo tomé como terapia para unos dolores de cabeza terribles que tenía y funcionó. Algunos amigos se postularon para acompañarme en el viaje, pero yo lo que quería era eliminar el dolor. Y la droga funcionó. Dilató el tiempo entre las crisis. A finales del 2020 se produjo una y tuve que necesitar durante tres semans un tanque de oxígeno que es lo que me ayuda a soportarlo. Fue cómico porque Silvestre jugaba con el tanque y le ponía sombreros. Fue a la vez terrible y tierno.