Teatro

Blanca Portillo: "Soy partidaria del silencio, lo necesito como agua"

La actriz cumple un año de gira con 'Silencio', texto de Juan Mayorga con el que reflexiona sobre su valor y función tanto en las artes escénicas como en la vida | "Sin 'Silencio' no hubiera hecho igual Maixabel"

Blanca Portillo.

Blanca Portillo. / GUILLERMO CASAS BARUQUE

Carla Rivero

Al paso de su visita a Gran Canaria con motivo de Silencio, el monólogo que protagoniza de la mano de Juan Mayorga, la actriz Blanca Portillo está un poco acatarrada, pero no mucho, porque ha dejado sin palabras al público que ha llenado las butacas del Teatro Cuyás. Cuando habla, duda, pero no porque no sepa qué decir, sino porque capta la atención de su interlocutora con la mirada, haciendo palpable cada reflexión que comparte. A la espera de una respuesta, otra pregunta, es decir, de la construcción de un diálogo que le haga cuestionarse una vez más su relación con el mundo, consigo misma y con el teatro.

¿De dónde nace esta propuesta, casi locura, cuando le dice a Mayorga de realizar Silencio en el teatro?

Surge porque cuando escribe el discurso me dice que él siempre me ha visto a mí haciéndolo, que podría haberlo hecho yo en vez de subir a recitarlo él. Luego, cuando escucho por primera vez el texto veo que se puede sacar petróleo. Encima, estábamos con la pandemia, no se podía girar, estábamos sin hacer nada, así que le comenté, ¡vamos a ir preparando esto!, que es una cosa pequeñita. Yo creo que nos provocamos mucho mutuamente. Para mí, él es muy inspirador y trabaja muy a gusto conmigo, lo cual ya hemos hecho muchas veces... Nos conocemos bien, le entiendo cuando me dirige, él me entiende a mí, por lo que surge de una confianza muy grande. Cuando estamos juntos, somos muy valientes. 

Ambos son unos enfermos del teatro.

De hecho, esa es la frase que utiliza para describirse a sí mismo. Sabe que yo lo soy también, es más, me dice que tengo casi una visión sacerdotal del teatro [risas], y es verdad que de alguna manera estamos infectados. 

Para usted, ¿qué significa el silencio, sobre todo en estos tiempos tan volátiles en donde lo rehuimos, casi no podemos ni tocarlo porque nos obliga a ser más introspectivos?

En la función se dice que hay partidarios del silencio. Necesito el silencio en mi vida constantemente. De hecho, el tiempo que no estoy trabajando, lo paso en silencio. Hasta tengo una casa insonorizada porque no soporto el ruido y no soporto el no poder parar. Entonces, la única manera es en silencio, para escucharte a ti, para discutir contigo, si no, estamos todo el tiempo llenando el silencio de ruido, las redes, las televisiones, la música… Todo. De alguna manera, eso es una manera de no pensar, y yo necesito pensar, también para construir y hacer mis personajes necesito retirarme y escucharme. Como dice Juan, necesito el silencio para escuchar la opinión de otros y reflexionar. Soy absolutamente partidaria del silencio, lo necesito como el agua. 

En la pieza hay pasajes de La casa de Bernarda Alba, de La gaviota, de La vida es sueño... ¿Qué le ha enseñado el teatro sobre el silencio?

Es curioso porque, antes de que surgiera esto, yo siempre he dicho que de los personajes lo más importante es lo que no dicen, como las personas. A la hora de construirlos, el texto no es tan relevante, pues la situación los empuja a hablar, por lo que pienso justo en lo que callan. Hay muchos personajes que he hecho a lo largo de mi trayectoria que tienen que ver con el silencio, incluida Maixabel. En ese sentido, hemos ido muy a la par, el teatro me ha enseñado mucho para la vida y la vida me ha enseñado cosas que me ha permitido verter sobre el teatro. 

"Destaco el valor del teatro como agitador de conciencias"

El rodaje de Maixabel y esta gira fueron en paralelo, ¿cómo fue esa dinámica?

Creo que sin Silencio no hubiera hecho igual Maixabel, y sin Maixabel igual no hubiera hecho Silencio. Los personajes aparecen por algo y para algo, y los dos se han nutrido mutuamente haciéndose bien el uno al otro. 

Se dice que quien calla, otorga, ¿no le dan ganas de destrozar el silencio?

Claro, el silencio impuesto no tiene nada que ver con elegir mantenerte en silencio. A veces, callando decimos mucho y a veces nos callamos hablando y hablando y hablando… No decimos nuestra verdad más real y más profunda. Esto es una cuestión de elección. A mí no me gusta el silencio impuesto y también hay que romperlo de vez en cuando y dar un buen golpe. En general, destaco el valor del teatro como agitador de conciencias, no solamente de crítica al poder, de que los espectadores salgan removidos y digan ‘yo llevo pensando esto durante tanto tiempo y ahora resulta que es otra cosa’; mover el suelo, esa es una de las labores importantes del teatro. 

El silencio se está rompiendo en muchas áreas de nuestra vida, sea, por ejemplo, gracias al feminismo. La última gala de los Premios Feroz terminó con denuncias por agresión sexual. ¿Cómo se vive desde el gremio?

A mí cualquier cosa que signifique verbalizar algo que te hace mal, me parece necesario. Es que hay que decirlo, así que es importantísimo. 

¿Hay algún silencio imprescindible para usted?

Los silencios más necesarios e importantes son cuando pierdo a alguien querido. No puedo hablar de ello. Ni quiero. Gestionar la pérdida necesita silencio.

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