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Película clásica

Adiós a Virginia Patton, la última superviviente de '¡Qué bello es vivir!'

La actriz, fallecida el pasado 18 de agosto a los 97 años, interpretó en el filme de Capra a la cuñada de James Stewart

Virginia Patton y James Stewart, en el centro de un fotgrama de la película ’¡Qué bello es vivir!’.

El pasado 18 de agosto fallecía, a los 97 años, la actriz Virginia Patton. Era la última superviviente del equipo que gestó una de las películas más populares del Hollywood clásico, ‘¡Qué bello es vivir!’ (1946), filme que nunca puede faltar en las emisiones televisivas navideñas desde hace muchos años. Frank Capra, su director, murió en 1991. Los guionistas Albert Hackett y Frances Goodrich en 1995 y 1984, respectivamente. Su intérprete principal, James Stewart, falleció en 1997. Donna Reed, su esposa en la ficción, en 1986. También murieron Gloria Grahame, Lionel Barrymore, Thomas Mitchell, Beulah Bondi y Ward Bond. Y el más veterano del reparto, Henry Travers, el ángel Clarence de la película, fallecido en 1965.

Cotización al alza

Patton, nacida en Cleveland en 1925, quedaba como representante de un modo de hacer cine que se fue extinguiendo en la década de los 50, con la competencia de la televisión y la aparición de los nuevos formatos. Sin embargo, títulos como ‘¡Qué bello es vivir! siguen funcionando a las mil maravillas, y no solo entre nostálgicos de aquel cine. Hoy, Capra cotiza bastante mejor, por las temáticas sociales de sus películas, que otros cineastas hollywoodienses que hasta hace poco gozaban de mayor relevancia.

‘¡Qué bello es vivir!' se gestó en una encrucijada vital para la sociedad estadounidense, la industria de Hollywood y el papel que iban a jugar aquellos directores que, como Capra, John Huston o John Ford, habían participado en la Segunda Guerra Mundial al mando de las unidades cinematográficas del Ejército. De 1946 es también ‘Los mejores años de nuestra vida’, el drama de William Wyler que mostraba la difícil reinserción en la sociedad de los oficiales y soldados que volvían del frente bélico.

Cine político

Capra optó por un tipo de filme bien distinto, alejado del realismo tradicional, para hablar del ambiente posbélico. Tomó como marco la Navidad, pero en su reverso menos festivo: Stewart encarna al propietario de un pequeño banco que, abrumado por la penuria económica y la desaparición de una importante cantidad de dinero, decide quitarse la vida. En el momento de abalanzarse al vacío, un ángel con la apariencia bonachona del actor Henry Travers se le aparece para impedir el suicidio y enseñarle lo bello que es vivir. Suena edificante, pero la película tiene un trasfondo algo más sórdido.

Capra era un experto en realizar alegatos sociales a través de la comedia. ‘Sucedió una noche’ (1934) es un excelente retrato de la época de la Gran Depresión a partir de las aventuras de un periodista y una joven rica que no se entera de nada de lo que está pasando en su país. ‘El secreto de vivir’ (1936), ‘Vive como quieras’ (1938), ‘Caballero sin espada’ (1939) y ‘Juan Nadie’ (1941), protagonizados por James Stewart o Gary Cooper, ilustraron las consignas del New Deal, la política intervencionista para paliar los efectos de la depresión económica propugnada por el presidente Franklin Delano Roosevelt entre 1933 y 1938. A su manera, Capra hizo el cine político más eficaz del Hollywood de entreguerras.

Libertad expresiva

Pero concluida la segunda contienda mundial, en la que Capra rodó varios documentales -‘La batalla de Inglaterra’, ‘La batalla de Rusia’, ‘Ataque en el Pacífico’-, el cineasta quiso expresarse más libremente y creó su propia compañía, Liberty Films, que solo llegó a producir tres películas, ‘¡Qué bello es vivir!’, ‘El estado de la unión’ del propio Capra y ‘Nunca la olvidaré’ de George Stevens.

‘¡Qué bello es vivir!’ es la máxima expresión de ese anhelo de realizar cine social a la vez que distendido; realista, pero con elementos sobrenaturales. Virginia Patton, que había sobrevivido a todos sus compañeros, interpreta a la cuñada de James Stewart. Fue su único papel relevante en una corta trayectoria de 13 largometrajes que incluiría apariciones, algunas sin acreditar, en el wéstern ‘Tierra generosa’ (1946) y el drama ‘A doble vida’ (1947), inspirado en ‘Otelo’. En 1949 contrajo matrimonio y abandonó por completo el cine y la interpretación.

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