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Soleá Morente | Cantante, actúa el 1 de julio en el Mar de Vigo

“El cante fue la manera de superar la muerte de mi padre”

“Haber estudiado Filología me ha dado muchas herramientas compositivas; ha sido determinante en mi carrera como cantante”

La cantaora madrileña Soleá Morente. | // FERNANDO GIMENO

En la casa de Soleá Morente (Madrid, 1985) todo era música. Su padre, el reconocido cantaor Enrique Morente y su madre, la bailarina de flamenco Aurora Carbonell, se encargaron de ello. Con ese bagaje cultural, como ella explica, “era difícil no acabar dedicándose a la música”. A pesar de todo, sus padres insistieron en que Soleá tomase clases en la universidad y esa formación filológica fue determinante en su carrera compositiva. El próximo viernes 1 de julio, a las 21.00 horas, actúa en el Auditorio Mar de Vigo junto a la viguesa Dani.

–Su último álbum de estudio lleva el nombre de sus padres. ¿Por qué ha decidido hacerles este homenaje? Supongo que mucha de su música ha estado condicionada por ellos.

–Claro. Este disco se creó en el confinamiento. Era un momento en el que todos nos agarrábamos a lo que llevábamos dentro, a lo que nos aliviaba, a lo que nos iluminaba. De una manera muy natural y poco premeditada fue surgiendo de mi subconsciente este disco que sí que es un homenaje al amor de mis padres. Me inspiró como metáfora romántica para cantarles a ellos. ¿A quién mejor que a ellos?

–¿Cómo ha sido el proceso creativo? Imagino que ha habido mucho de rebuscar en las entrañas de su pasado.

–Recuerdo que en aquellos días de encierro tuve mucho tiempo para hablar con mi familia. Con mi madre y con mi abuela, que poco después falleció. Pero tuve una gran suerte de pasar aquellos días con ella. Me di cuenta de lo realmente importante y creo que es algo que ha quedado reflejado en el disco. Entre los testimonios de ellas y el encuentro conmigo misma ha salido esto. Quise cantarle al amor sano.

–¿Cómo fueron sus comienzos en la música? ¿Qué estímulos tuvo de pequeña?

–Desde muy pequeña la casa estuvo llena de música. Mis padres nos han enseñado desde muy pequeños a amar la cultura. Mi padre cantaor y mi madre bailaora, ya te podrás imaginar. Era imposible no dedicarse a la música, lo tenía muy cerca. Nunca me obligaron. De hecho, mi padre me animó mucho a que estudiase en la universidad y así lo hice.

–¿Cuándo vio que se iba a dedicar plenamente a esto? ¿Hay algún punto de inflexión en su carrera que le haya marcado especialmente?

–Eso es algo que yo he tenido como vocación, como una voz pequeñita rondándome. Siempre me ha gustado cantar y bailar, pero la timidez podía conmigo. No lo tuve claro hasta que terminé la carrera de Filología. En ese momento, mi padre habló conmigo. Me dijo, “tienes cara de querer dedicarte a la música”. Elegimos unas canciones y las maquetamos. Desafortunadamente, a los tres meses mi padre falleció. Ahí decidí por completo dedicarme a la música. Haciéndole caso a mi vocación pero también con la necesidad de servirme del arte como terapia para poder superar su ausencia.

–Supongo que haber estudiado Filología le habrá dado muchas herramientas compositivas.

–Desde luego, muchísimas. De hecho, los años de universidad, en el fondo, también me estaba preparando para mi carrera como cantante. En el arte está todo relacionado. Cuanta más cultura tengas, más rico será tu mensaje y más útil serás para la sociedad. La carrera ha sido determinante para mí.

–También el hábito de la lectura.

–Absolutamente. Me abre muchísimo la mente. Descubro muchos motivos inspiradores que me llevan a escribir, diseñar ideas y finalmente componer. En este momento de mi vida, de hecho, está más presente en mi vida la literatura que la música.

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