Esta historia empieza con un punto y final y acaba un día de enero de 2017. Arranca con un “tan solo dos palabras: sin ti” y concluye con un “que me ames”. ‘Somos seres somáticos’ (Talón de Aquiles, 2020) es un relato de un desamor, pero también de la curación. Es un viaje entre Laredo, Bilbao y Madrid en cinco actos. “Es un año de mi vida”, dice Miriam Cos, su autora, mientras habla emocionada de la historia detrás de unos poemas con los que los corazones rotos tienen fácil identificarse. “Lo cierto es que esta soledad cada día es más abrumadora desde que te fuiste”, dice en ‘Para siempre’. Difícil no viajar atrás en el tiempo para imaginarse a uno mismo en un momento concreto.

Tras presentar este “sueño cumplido”, este “libro valiente”, este relato didáctico y balsámico en su Cantabria natal y en el País Vasco que tiñó su madurez, el bar ‘Aleatorio’ del madrileño barrio de Malasaña fue el escenario de la puesta de largo de su primer poemario en la ciudad que ahora es su presente. Entre el público estaban familiares, amigos, compañeros y futuros lectores. Algunos de ellos se llevaron con una dedicatoria especial un libro que es el perfecto fondo de armario, una antología que ella misma dice que “habla del amor malo, de ese amor que te destruye y que te hace olvidarte de ti para luego hacer que te recompongas”, afirma. Después lee ‘Fe’, y todo cobra sentido: “Jugaste a ser dios con el corazón y / ahora estás recogiendo los pedazos”, reza.

Miriam encontró en la escritura la vía de escape para salir de la toxicidad de una relación que no fue fácil dejar atrás. “En ese momento de mi vida, mi psicóloga me recomendó que siguiera escribiendo y empecé a hacerlo compulsivamente”, recuerda. Porque, a veces, las palabras escritas son más fáciles de crear que los discursos. Así lo recoge en ‘Puedo’: “Quiero hablar y no puedo. / Es el pánico al corazón lo que, casualmente, hace que palpite. / Y tú también palpitas. / Y sonríes. / Y llega el deshielo…”.

Lo que Miriam no sabía es que esas palabras que garabateaba de forma casi automática era en realidad prosa poética. “No sabía que lo que hacía era poesía”, recuerda. Hasta que un editor llegó para plasmar esos versos sobre papel y hacerlos llegar al público después de los duros meses de confinamiento en el primer estado de alarma. Ese encierro fue para ella una fuente de inspiración que se traduce en el apartado ‘Poemas confinados’.

Y es que, de una forma o de otra, Miriam apenas se recuerda a sí misma sin un bolígrafo en la mano. Es poetisa y también periodista de Prensa Ibérica, y por eso espera que ‘Somos seres somáticos’ solo sea la primera línea de una larga bibliografía. Con la mente puesta en esas primeras veces, Miriam lee ‘Piropos de mortero’, el poema que contiene el verso que da nombre al libro y, para ella, el más bonito. ‘Piropos de mortero’ es especial porque es el primer poema de su vida. Cuando lo escribió estaba pasando uno de sus momentos más difíciles: “Eres el asesino a sueldo de mi vida, / mi ansia, mi querer y no poder, / mi necesidad imperiosa de percibirlo todo”.

Con el objetivo de dar forma a un segundo libro en un futuro no muy lejano, esta ‘plumilla’, como ella misma se define, deja pedacitos de su día a día en su cuenta de Instagram, @poeticamentecorrecta. Allí rescata versos de su ópera prima que ella misma recita y comparte nuevas experiencias, nuevos pensamientos, nuevos sentimientos.

Pero ‘Somos seres somáticos’ siempre será especial. Porque, además de un grito de dolor, es un canto al amor propio, un sentimiento que basta leer el libro de principio a fin para hacerse partícipe del duro camino que Miriam caminó hasta construirlo. “Yo soy mi diosa. / Con burla e ironía, / con pluma y cetro. […] Yo soy mi eje, mi centro, mi epicentro y mi vida”, escribe en ‘Diosa’, un poema que habla de “quererse a uno mismo primero, que es lo más importante. Luego viene querer a los demás” y que también es la llave de lo que está por venir