La primera novela contemporánea de las letras gallegas, “Maxina ou a filla espuria”, regresa a las librerías 141 años después de su publicación a través de una edición especial que presenta la obra al público lector del siglo XXI y que incluye la reproducción facsimilar del manuscrito conservado en el archivo de la Real Academia Galega (RAG), cuya digitalización fue realizada por Unayta

Marcial Valladares (1821-1903) escribió “Maxina ou a filla espuria” en 1870, el mismo año que “Follas novas” de Rosalía de Castro, poco después de terminar la versión inicial de su diccionario gallego-castellano, el primer gran diccionario de la lengua gallega y la obra que le reportó un mayor respeto entre sus coetáneos.

“Maxina ou a filla espuria” vio la luz en 16 entregas en la revista “La Ilustración Gallega y Asturiana”, dirigida por Manuel Murguía. Ahora, la editorial Galaxia vuelve a llevar a las librerías esta pieza con la colaboración de la RAG y la secretaría xeral de Política Lingüística.

Siguiendo los trazos del folletín, la novela narra la historia desgraciada de Otilia de Sancti-Petri, una joven de la burguesía compostelana que es violada en un baile de máscaras y queda embarazada de una hija a la que llamará Maxina. La pequeña será criada por dos campesinos, Inés e Caitán, junto a su medio hermano Ermelio, ahijado de Salvio, el señorito de Rebordán, enamorado y pretendiente de Otilia.

Valladares, a quien se le decdicó el Día das Letras Galegas de 1970, también fue gramático y desarrolló una notable recogida de cantigas y refranes. Además, tal y como recuerda la RAG en un comunicado, mereció un lugar destacado en el Rexurdimento como pionero en el uso del gallego como poeta y autor de “Maxina ou a filla espuria”. Tras estudiar Derecho, trabajar como funcionario y dedicarse a la política, Valladares se retiró en la década de 1860 a la casa familiar de Berres (A Estrada), donde desarrolló una intensa labor intelectual, que incluyó trabajos en campos muy diversos, desde la música a la botánica y el folclore, al que dedicó el libro “Cantigueiro popular” (1867), cuyo texto original también se conserva en el archivo de la RAG.