Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) trae de vuelta en su última novela, 'Independencia' (Tusquets), a su protagonista Melchor Marín, un policía con una férrea convicción por la justicia, en este caso, para resolver un caso de extorsión en la Barcelona del 2025, como fondo las oscuras intenciones de la élite barcelonesa. El investigador ya formó parte de Terra alta, que a Cercas le valió el Planeta.

-Retoma a Melchor Marín, de ‘Terra alta’, ¿cómo llega a esta segunda novela?

-Han pasado cinco años desde Terra alta, estamos en el presente del 2025 y el personaje ha evolucionado pero tiene todavía algunos rasgos fundamentales. Tiene clavado el asesinato de su madre, es viudo y Terra alta se ha convertido en su patria. Él que siempre fue un urbanita. Me preguntaban si he querido romper con los clichés, con los prototipos del género policiaco y no es así. Este es distinto, abstemio, padre de familia, lector y está furioso. No sé si es una novela policíaca. Borges decía que todas las novelas son policíacas, yo digo que por lo menos las mías y las que me gustan lo son, en todas hay un enigma que resolver.

-El caso que investiga es turbio por todas las partes, un caso de extorsión a la alcaldesa de Barcelona por un vídeo sexual y, de fondo, a la élite de la ciudad.

-Al volver a Barcelona y al enfrentarse a un caso que involucra a la élite políticoeconómica barcelonesa inevitablemente la novela se va hacia el retrato políticosocial. Todo el ciclo narrativo tiene que ver con la violencia hacia la mujer. Es un rasgo de nuestro tiempo, de repente nos hemos dado cuenta de algo absolutamente elemental y es que los hombres les tenemos puesto el pie en el cuello a las mujeres desde que el mundo es mundo. La violencia que se ejerce hacia las mujeres es algo que repugna a cualquiera, en el caso de Melchor Marín es algo que está en su ADN, en su biografía. A su madre la mataron, a su mujer también. Tal vez por esto surgió esta necesidad de que volviese a Barcelona y se enfrentase a un caso que involucra este tipo de violencia.

-¿Cómo es este choque entre su policía y esa élite oculta?

-Melchor se adentra en un mundo lleno de cinismo, de una irresponsabilidad y brutalidad total y él simplemente intenta hacer su trabajo. Se encuentra con toda esa basura. Por otra parte está Ricky Ramírez que intenta lograr la independencia económica arrimándose a esa élite barcelonesa que lleva incrustada en el poder mucho tiempo. Ellos le utilizan para sus propósitos perversos y luego lo usan como papel higiénico. Esta novela contiene un retrato preciso de la irresponsabilidad y del cinismo de esa élite. Por eso me gusta como la editorial anuncia la novela, Un furioso alegato contra el poder y los amos del mundo.

-El título de su novela poco tiene que ver, aunque se menciona, con el procés. ¿A que alude entonces?

-Lo bueno del título es que es polisémico, me asombra que nadie lo haya usado para nombrar una novela. Significa mucho, está la independencia personal, económica, física, de criterio… Hay infinidad de independencias. No quiero revelar muchas cosas pero sí es verdad que Melchor se gana la independencia personal. En el fondo son dos historias opuestas, la de alguien que busca desesperadamente la independencia de manera equivocada y no lo consigue y alguien que sin buscarla deliberadamente la consigue.

-Esa Barcelona del futuro que imagina, ¿habría sido diferente de conocer el revuelo político de estas semanas?

-Cada semana vivimos un terremoto, mejor dicho, parece que lo vivimos, y terremotos hay muy pocos. Por ejemplo, con el coronavirus, en la novela solo hay dos momentos en los que se menciona. En el futuro no se hablará de ello, no lo digo no como si fuera un profeta, sino porque conozco como funciona la historia. Con la última gran pandemia, en el 1925 ya no se hablaba de ello, y transcurrió del 19 al 21. Queda atrás. Con el procés ahora se habla pero en pasado. Lo que ha ocurrido esta semana no va a cambiar nada.

-Su intención es la de crear una tetraología con esta historia, ¿qué tema vertebrará esta saga?

-El tema esencial es la justicia. Para mí, toda novela genera una pregunta de la manera más compleja posible y no la contesta. La pregunta sería, ‘¿es legítima la venganza cuando la justicia no nos hace justicia?’. Claro, la respuesta de todos sería que no. Pero las novelas intentan cuestionar nuestros principios más asentados, son un placer y una forma de conocimiento. No somos ángeles, todos llevamos dentro una bestia, ese deseo de venganza es común y el odio en un momento determinado, y quien no lo ha sentido no es humano. Todas esas cosas no las podemos expresar en la realidad porque destruimos a otros y a nosotros mismos pero en la literatura, si podemos hacerlo.