Ahora a caballo entre Barcelona y su casa de Vinarós, donde pasó el confinamiento, y siempre adorada en Alemania e Italia, Alicia Giménez Bartlett (Almansa, Albacete, 1951) ganó un Nadal con la historia de un maquis ( Donde nadie te encuentre, 2011), un Planeta ( Hombres desnudos, 2015) y el Carvalho a su trayectoria, pero se mantiene fiel a las novelas negras protagonizadas por la policía Petra Delicado, personaje de ficción que "sin dejar de ser descreída y borde, se hace más madura". Ahora se atreve con una insólita novela, Sin muertos (Destino), que, como insinúa el título, no es un nuevo caso sino la autobiografía de Petra, que esta escribe hospedada en un convento. "Soy consciente de que muchos lectores reclamarán un muerto o dos, pero asumo el riesgo". Aunque tranquiliza a los fans: quizá en el próximo libro investigue el asesinato de dos jóvenes en una food truck, esas camionetas ambulantes de venta de comida.

- Petra quema un libro, como hacía el Carvalho de Vázquez Montalbán. ¿También usted?

-Hay un guiño, sí. Pero yo nunca he quemado un libro, no está en mi ADN, creo que es lo más terrible que se puede hacer.

- Es un libro atípico. ¿Un ensayo para su propia biografía?

-Tenía ganas de escribir algo biográfico. Y como muchos lectores veían a Petra como una persona real, mi editor, Carlos Revés, me dijo: "Mejor que hagas la autobiografía de Petra porque la tuya no le interesará a nadie". ¡Tenía toda la razón! Y yo no estoy dispuesta a contar mi vida con pelos y señales. Ha sido cautivador escribir sobre ella desde otra perspectiva. Han sido tres años de trabajo que me han servido para recordar cosas de mi vida, porque aunque ella es algo más joven compartimos el franquismo y su final. Y para recordar sensaciones del pasado: un cabreo mortal, una pasión amorosa, una seducción? todo eso le viene de mi vida.

- ¿Hay pues anécdotas autobiográficas?

-Todo el capítulo de las monjas en el colegio franquista ultrarreligioso. Fue tan bestia que no era necesario inventar nada [Petra cuenta cómo una madre superiora cubana de 200 kilos llevaba detrás una monja con una estufa porque siempre tenía frío]. Había una gran violencia interna y una forma de conducir la mente del alumno? Yo era revolucionaria y nada religiosa. Me echaron.

- Cuando le preguntan qué hay de autobiográfico en sus novelas gusta decir que "solo los pasajes de sexo y violencia". ¿Por qué a la gente le gusta tanto el morbo?

-Porque la sociedad lo fomenta. La gente explica su vida en las redes sociales. Y la novela negra actual es muy morbosa. Cuando yo empecé no, había humor y violencia pero no una recreación en la violencia. ¿Qué aporta esa morbosidad? Pon otros ingredientes que no sean sangre e hígado y la sopa sale igual de buena.

- Cuando escribía la serie, ¿tenía presente la vida de Petra?

-He partido de cero. Lo he inventado ahora. Sabíamos que tenía hermanas, que se había casado tres veces, pero nada sobre sus padres, su educación, su paso por la universidad? Lo más difícil fue hacer creer que una mujer como ella se hiciera policía. Pero como es una luchadora que se pone retos, entrar en la academia de la época, donde eran solo nueve mujeres, era una reacción a la contra. Y más en aquella policía brutal y superfranquista, algo que no se ha superado del todo, aunque hoy hay miles de mujeres policías y con cargo.

- Reflexiona sobre sus parejas, divorcios y matrimonios, sus aventuras y ligues. Elige no tener hijos. Es un ejemplo de mujer libre.

-Ella es una reivindicación de la libertad de la mujer. En la transición descubre la libertad frente a lo que le inculcó la religión franquista. Y en todos sus libros hay la lucha contra la culpabilidad de la mujer.

- ¿Aún no se ha superado hoy ese sentimiento de culpa?

-No. Me sorprende que mujeres jóvenes sigan sintiendo culpa y, diría que se ha multiplicado. Amigas de 40 años sufren por estar trabajando en vez de estar con los hijos pero también se sienten culpables si están con los hijos en vez de dedicarse a su trabajo. O la maternidad: tener un hijo no puede ser lo más importante que le pasa a una mujer. ¡Basta de chorradas como decir que una mujer no es mujer si no ha tenidos hijos!

- Petra cuenta escenas increíbles: un polvo con un poli ruso en el mausoleo de Lenin?

-Estuve en el mausoleo y hay unas medidas de seguridad enormes pero también mucha corrupción. Pensé: 'A esos señores de la puerta, si les untas, te dejan hacer aquí una bacanal'. Todos los libros de Petra se han traducido al ruso pero este no lo han querido. Será por el polvo leninista?

- Petra dice que mira al pasado para seguir hacia adelante.

-Sí. Analiza el pasado para no volver a cometer los mismos errores pero en la vida siempre se vuelve a caer en ellos. Es fuerte y luchadora y mira al futuro. Pero mirando al pasado veo que a mi generación el franquismo nos quitó la juventud: la posibilidad de viajar, de pensar diferente, de enamorarte, de tener sexo en una edad que ya tocaba?

- Ante esta pandemia, ¿cómo mirar ahora el futuro cuando hasta el presente es tan incierto?

-Eso nos dicen, y es sospechoso porque el futuro que vemos no nos gusta. Con el coronavirus y antes, ya veíamos el cambio climático, la tendencia política ultraconservadora que viene, la falta de cultura que ha creado gente sin criterio que va votando a populistas? Y de repente, gracias al virus, todos quietos: no penséis en el futuro. No soy conspirativa, pero creo que el virus ha ido de puta madre a algunos para que la gente no haga planes que puedan ser críticos o revolucionarios.

- ¿Qué no ha contado de Petra?

-Me he guardado la parte más amarga. Siempre la vemos superándose y tirando de ironía y humor, pero tiene un lado más dramático, una mirada muy negra y negativa que no he querido mostrar.