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Estrellas de cine

Las sombras del Hollywood dorado y su cláusula de moralidad

Los 'Harvey Weinstein' de los años cincuenta decidían sobre los matrimonios, abortos y divorcios de estrellas como Ava Gardner, Grace Kelly, Rita Hayworth y Elizabeth Taylor

Richard Burton y Elizabeth Taylor en Cleopatra.

Ava Gardner, Rita Hayworth, Grace Kelly y Elizabeth Taylor fueron las estrellas de cine más deseadas y fotografiadas de su época. Pero "más allá del brillo de los focos, el lujo y el glamour, eran mujeres de carne y hueso. Sus vidas estuvieron marcadas por los escándalos: divorcios, adicciones y malos tratos. He descubierto que tras la deslumbrante imagen que proyectaban en la gran pantalla, eran, en realidad, diosas con pies de barro", asegura la escritora y periodista Cristina Morató, que dirige la mirada hacia la meca del cine en su nuevo libro, 'Diosas de Hollywood'.

Morató cuenta los entresijos de un Hollywood dorado pero con muchas sombras, donde "los jefes de los grandes estudios abusaban de su poder y el silencio era la norma", advierte. "Nos tratan como si no tuviésemos alma", llegó a denunciar la propia Ava Gardner. En aquella época estaban obligadas a firmar una cláusula de moralidad, que las obligaba prácticamente a seguir "actuando" en su vida privada.

-¿Qué tienen en común estas cuatro diosas de Hollywood?

-Las cuatro fueron las grandes divas del viejo Hollywood. Tenían el mundo a sus pies, contaban con una legión de admiradores y protagonizaron sonados romances con los galanes más atractivos de su época. Sus amoríos y escándalos ocupaban a diario las páginas de las revistas del corazón. En apariencia lo tenían todo, pero en realidad las cuatro fueron mujeres de carne y hueso, vulnerables, tímidas e inseguras que sólo deseaban ser amadas. Pero el amor les fue esquivo, y sus vidas, salvo en el caso de Grace Kelly, estuvieron marcadas por la soledad, los divorcios, las adicciones, los malos tratos y los desengaños. Y me interesaba, además, que las cuatro compartieron rodajes, amistad y amantes.

-¿Llegaron a forjar amistad?

-Sí. Ava Gardner y Grace Kelly se conocieron en el rodaje de Mogambo en plena selva africana y se hicieron buenas amigas. De hecho, Ava fue de las pocas actrices de Hollywood que Grace invitó a su boda con el príncipe Rainiero. Por otra parte, Elizabeth Taylor y Ava Gardner eran "dos chicas de la Metro Goldwyn Mayer" que se conocieron en este legendario estudio cuando Liz era una estrella infantil de apenas 13 años y más tarde trabajaron juntas en el cine. Incluso Liz tuvo una aventura con Frank Sinatra cuando éste todavía estaba casado con Ava, pero su matrimonio ya había tocado fondo.

-¿Cómo era trabajar como actriz en la época dorada de Hollywood?

-Para muchas actrices el Hollywood dorado fue un infierno. En aquella época, los jefes y productores abusaban de su poder. Las jóvenes actrices que llegaban a Los Ángeles con el sueño de convertirse en estrellas eran las víctimas elegidas por estos "tiburones", que les prometían su primer papel "si eran amables con ellos", es decir, a cambio de sexo. El acoso y los abusos sexuales estaban a la orden del día, pero como bien dijo Ava Gardner "si querías trabajar sólo podías callar y aguantar". Los dueños de los grandes estudios ejercían un control casi feudal sobre sus actrices, las consideraban de su propiedad y controlaban al milímetro sus vidas.

-¿Lo tenían más difícil que sus compañeros de reparto por el hecho de ser mujeres?

-Por supuesto, por una parte estaba el tema de su belleza. Las actrices que cumplían treinta años sabían que su carrera tenía los días contados y que ya no les ofrecerían papeles de protagonistas. En cambio, actores como Clark Gable, seguían rodando películas y protagonizando papeles de galán con más de sesenta años. Greta Garbo, cuando era la actriz mejor pagada de Hollywood, se retiró a los 36 años porque sabía que ya nunca le ofrecerían buenos papeles. Y por otra parte, ellas eran las víctimas más vulnerables por parte de los "tiburones" que pululaban por los grandes estudios.

-¿Ganaban menos que ellos?

-A las actrices las ninguneaban y las explotaban pagándolas sueldos muy por debajo de los de sus compañeros de rodaje o cediéndolas a otros estudios por unas cantidades irrisorias, mientras que ellos se embolsaban grandes sumas de dinero. Esto no ha cambiado mucho, porque en la industria actual del cine ellas siguen cobrando mucho menos y es una de las grandes demandas de las actrices de Hollywood en pleno siglo XXl.

-¿Podían elegir sus propios papeles o sólo recibían esos papeles de mujeres objeto, tontas y bellas?

-Su belleza les resultó un arma de doble filo. Grace Kelly fue una rara avis en el mundillo de Hollywood. Al principio, la encasillaron en papeles de "rubia tonta y decorativa", pero en más de una ocasión plantó cara a sus jefes y se negó a trabajar en películas donde simplemente tenía que aparecer "bella y bien vestida". Sólo Hitchcock la tomó en serio y descubrió que, tras su aspecto, se escondía una actriz de talento.

Ava Gardner siempre odió el apelativo de "el animal más bello del mundo" porque le resultaba humillante. Y Elizabeth Taylor también tuvo que luchar duro para conseguir que la tomaran en serio como actriz porque la gente sólo hablaba de su belleza y de sus increíbles ojos de color violeta. Cuando en 1966 aceptó interpretar la película '¿Quién teme a Virginia Wolf?', donde tuvo que engordar varios kilos, vestir de manera desaliñada y envejecer diez años, fue su manera de rebelarse contra la tiranía de la imagen que le habían impuesto desde sus inicios en el cine. Por este papel, el más duro de su carrera, ganó su segundo Oscar.

-¿Qué precio pagaron por llegar a lo más alto?

-Los grandes estudios moldeaban a las actrices a su antojo, las trataban peor que al ganado y algunas de ellas tuvieron que lidiar con el acoso de sus jefes durante toda su carrera. Muy pocas se atrevieron a denunciarlo, pero los grandes productores de la época dorada, como Harry Cohn de la Columbia, Darryl F. Zanuck de la 20th Century Fox o Louis B. Mayer, abusaron y explotaron a muchas de sus jóvenes actrices. Y si eras una estrella infantil, como en el caso de Elizabeth Taylor, los jefes no sólo te explotaban, sino que controlaban todos tus pasos dentro y fuera del estudio. Cuando Liz Taylor pidió un millón de dólares por trabajar en 'Cleopatra' fue su particular venganza contra el señor Louis B. Mayer, al que ella odiaba por haberle robado su infancia y obligado a crecer aislada del mundo.

-El silencio era la norma, ¿pero cómo marcaron su personalidad y su carrera estos abusos?

-Rita Hayworth fue la más vulnerable y la que más sufrió durante sus años en Hollywood. El señor Harry Cohn se comportó con ella como un depredador sexual de la altura de Harvey Weinstein. Desde el día que la conoció en su despacho, Cohn se obsesionó con ella y comenzó a acosarla. Espiaba todos sus movimientos, le puso micrófonos hasta en su camerino para saber con quién hablaba y la humillaba en público. Como Rita se negó a acostarse con él, le arruinó su vida y su carrera encasillándola en papeles de sex symbol y vampiresa a lo Gilda que ella detestaba. Harry Cohn hizo de su vida un infierno y esa experiencia la marcó para siempre. Pero Rita no podía, como ahora, denunciarlo y tuvo que sufrir en silencio este infierno hasta que se lo confesó a su segundo marido, Orson Welles, y éste lo hizo público. Han tenido que pasar muchos años de abusos y humillaciones en la industria del cine para que las actrices se atrevieran a alzar su voz y decir basta. El movimiento 'Me Too' ha sido decisivo.

-Tenían además que firmar una cláusula de moralidad, ¿a qué les obligaba este contrato?

-Estamos hablando del viejo Hollywood, que era racista, homófobo y machista. Todos los actores y actrices debían firmar en sus contratos una cláusula de moralidad que les obligaba, entre otras cosas, a mostrar en público un comportamiento "recto y decente". Además, debían pedir permiso a sus jefes si querían contraer matrimonio y también debían informar si se quedaban embarazadas. Los magnates de la industria del cine de entonces decidían sobre los divorcios, matrimonios y hasta los abortos de sus estrellas.

Cuando Ava Gardner se quedó embarazada durante el rodaje de Mogambo, la Metro lo arregló todo para que su estrella pudiera abortar discretamente en Londres. Y cuando el actor Mickey Rooney se enamoró locamente de una desconocida Ava Gardner tuvo que implorar y rogar a su jefe, Louis B. Mayer, que le permitiera casarse con ella porque Mayer se negaba en rotundo. El poderoso productor no pisaba nunca los platós donde se rodaban las películas, pero tenía una red de espías que le informaban y lo sabía todo de sus estrellas: sus debilidades, sus adicciones, sus romances... y él siempre tenía la última palabra.

-¿Entonces ellas no tenían el control sobre su vida privada?

-En aquella época, las actrices no concedían entrevistas y los departamentos de publicidad de los estudios controlaban la imagen de sus estrellas. Para los estudios, una estrella lo debía ser fuera y dentro de la gran pantalla y el público confundía realidad y ficción. "Los hombres se acuestan con Gilda y se levantan conmigo", lamentaba Rita Hayworth. El público nunca supo que la verdadera Rita era lo opuesto a Gilda: una mujer tímida y hogareña a la que le gustaba ser ama de casa. Todas detestaban que las encasillaran en papeles de sex symbol y en su vida privada atraían a hombres violentos, bebedores y atormentados que por lo general se enamoraban de la "diosa del amor" y no de la mujer verdadera.

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