En el que es considerado su mejor trabajo sobre el problema de los nacionalismos, titulado La política en sociedades multilingües y multinacionales, Juan J. Linz, apoyándose como siempre en un arsenal de datos empíricos, concluía: "A la vista de las comparaciones internacionales que hemos hecho, podemos decir que es probablemente el caso más difícil entre las democracias occidentales a la hora de encontrar soluciones satisfactorias y permanentes. En ningún país democrático occidental el problema tiene tanta importancia y complejidad y se ha planteado con tanta urgencia como en la nueva democracia española". El texto apareció publicado en 1980, cuando el Estado de las autonomías se ponía en marcha con grandes esperanzas. Décadas después, no solo es evidente que el problema persiste porque los españoles no hemos acertado a resolverlo, sino que hoy ocupa el centro de nuestra vida política y la perspectiva de una solución parece alejarse.

El problema se presenta hoy de la forma más complicada. Por un lado, el soberanismo catalán cuestiona abiertamente el poder unitario del estado español y tiene réplicas en otras comunidades autónomas. Por otro lado, el independentismo ha despertado al nacionalismo español, que desde la muerte de Franco permanecía invisible, discretamente retirado del espacio público por el rechazo que generó en amplios sectores de la sociedad española la utilización que de él hizo la dictadura. En estos días vemos que hay un nacionalismo español, cuya parte más conservadora ha decidido salir a la calle y desarrolla una intensa agenda de reivindicación y manifestaciones. Ya no es solo el nacionalismo banal y prepolítico de los éxitos deportivos y los consabidos tópicos, sino la expresión de una ideología sobre lo que es y debe ser España. El nacionalismo de Estado, particularmente cuando se ha mostrado más autoritario, y los nacionalismos periféricos, en especial en las fases de mayor agitación, han mantenido una relación paradójica, que los ha hecho crecer, alternativamente, a ambos.

El libro de Núñez Seixas, un historiador prolífico con numerosas publicaciones sobre la cuestión del nacionalismo, es muy oportuno. Además de repasar los clásicos debates historiográficos sobre el origen de la nación española o el fracaso del estado en el proceso de nacionalización del país durante el siglo XIX, rastrea la evolución del nacionalismo español desde la Guerra de la Independencia y la Constitución de 1812 hasta la actualidad, reparando sobre todo en los avatares del período democrático más reciente. Expone la pluralidad característica del nacionalismo español desde sus inicios en torno a dos tradiciones, la conservadora y la liberal democrática, y las diferentes propuestas institucionales defendidas por las diversos partidos de derechas y de izquierdas, desde el patriotismo constitucional o el nuevo patriotismo de Podemos hasta la nación de naciones, desde el estado centralista hasta la amplia gama del federalismo.

El libro está concebido con afán informativo, pero no por ello el historiador gallego evita adentrarse en el terreno de la polémica. Su principal conclusión es que quizá los dos nacionalismos, el español y los subestatales, hayan fracasado en sus aspiraciones. El primero no ha conseguido persuadir a todos los españoles para compartir un proyecto de convivencia y los segundos ni siquiera son mayoritarios en sus respectivas comunidades de referencia. Los españoles no comparten objetivos políticos ni existe entre ellos un consenso en torno a la titularidad de la soberanía y la legitimidad de los poderes establecidos. Así, a España no se le reconoce como un estado plurinacional, ni mucho menos es un estado nacional uniforme.

A pesar de la variedad de opciones que ha ofrecido el nacionalismo español, Núñez Seixas le achaca cierta indigencia teórica a la hora de producir diseños institucionales que puedan ponerse en práctica con éxito, para encontrar la solución definitiva a este problema que atraviesa nuestra historia, incluida la guerra civil. El se limita a exponer las incontables formas que ha adoptado el nacionalismo español y a desear que la España de los balcones no derive en la España de los Balcanes. Núñez Seixas conoce muy bien el tema que expone y el libro es perfectamente legible. Por eso es tan recomendable en los tiempos que corren.