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Miguel Lago: "Los humoristas estamos en la fina línea que separa la broma de la ofensa"

"En mi vida, no doy cabida a todo ese ruido trol de las redes sociales y creo que es un ejercicio muy sano que todos deberíamos practicar", afirma el humorista vigués

Miguel Lago. // FdV

Miguel Lago pondrá orden por últina vez en Vigo mañana (Teatro Afundación, 21.00 horas). En "Miguel Lago pone orden", el conocido cómico vigués, colaborador de "Todo es mentira", programa de humor y crítica política que presenta Risto Mejide en Cuatro, repasará algunos de los temas más actuales desde la perspectiva del humor más gamberro, con la mirada puesta ya en su nuevo espectáculo, que verá la luz el próximo año y que sera anunciado, asegura, "a bombo y platillo".

- ¿Cómo se afronta el final de un espectáculo?

-Con vértigo del siguiente. Ya me pasó en el anterior, "Soy un miserable", que funcionó muy bien y me preocupaba que este no tuviera la misma acogida. También con un puntito de nostalgia porque es una función que me ha acompañado durante dos años de mi vida.

- ¿Es un maniático del orden?

-Sí, sí. Todo tiene que estar en mi caótico orden debería decir porque si le pregunta a mi mujer igual su carcajada se oye en Vigo desde Madrid. Pero sí, soy muy maniático.

- Con lo revuelto que está el panorama, tienen material para trabajar.

-Siempre se dice eso de que es un buen momento para los cómicos, pero como España es un país que está eternamente metido en movidas siempre es buen momento. Salimos de una movidita y nos metemos en la siguiente. Así somos. La tranquilidad no es inherente al pueblo español.

- ¿Nos ofendemos ahora más?

-Totalmente. De hecho, este espectáculo tiene un bloque que reflexiona sobre cómo hemos cambiado en el humor desde mediados de los ochenta, que es desde donde yo recuerdo. Hay gente con la que uno atina, pero, sobre todo, hay demasiados megáfonos para tantos cretinos. Antes, mandabas una carta al director del periódico, y para eso tenías que escribirla, meterla en un sobre, comprar un sello, echarla en el buzón... Ahora con el móvil ya puedes soltar la cretinez de turno en tu red social y ya está. Ese es el problema. Por eso yo no le doy categoría, primero, a ningún mensaje anónimo, y, segundo, a nada que venga con ánimo de ofender. Por eso, me preocupan poco las redes sociales. Todo ese ruido trol no me afecta. No le doy cabida en mi vida y creo que es un ejercicio muy sano que todos deberíamos hacer.

- ¿Están los cómicos en la palestra?

-Lo que tenemos ahora es una lupa muy grande pendiente de lo que hacemos. El humorista siempre está en el filo, siempre. Estamos en la fina línea que separa la broma de la ofensa, según se la quiera tomar el receptor. Tener polémica porque la gente se enfade forma parte de la profesión y hay que asumirlo con una sonrisa. No pasa nada. Al final, por muy gorda que sea la movida, nunca pasa nada porque las cosas importantes no pasan en Twitter.

- ¿Al humor se le puede poner límites?

-Jamás. El humor es arte y el arte es libertad. No tiene sentido ponerle límites porque, además, yo pregunto: ¿Quién le pone los límites? ¿Quién es el ungido por los dioses para llevar a cabo tal labor? El único límite que existe es el Código Penal y a los jueces no les suelen gustar que les molesten con tonterías.

- ¿Todo es mentira como dice el programa de Risto Mejide en el que colabora?

-Lo único verdadero es el amor y esto se da dentro de tu círculo: tu familia, tus hijos. En el momento en que salimos por la puerta de casa somos otros. Y luego está la pantomima de las redes sociales, donde la gente vende una vida que no existe, donde los gobiernos, en plural, nos mienten, donde la televisión está contando mentiras todos los días? pero el ciudadano lo sabe, forma parte del juego. En nosotros está discernir qué es verdad. La pregunta filosófica sería: ¿Realmente queremos saber la verdad o estamos tranquilos en un escenario en el que nos cuentan mentiras?

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