Bolsas de plástico, enseres de cocina e incluso electrodomésticos en desuso ocupan un espacio durante siglos al ora et labora de monjas benedictinas. Se trata del monasterio románico de San Paio de Albeos, en el municipio pontevedrés de Crecente. O más bien lo que queda de él, puesto que la fábrica medieval hace años que está en ruinas, con un proceso de deterioro que no ha hecho sino ir a más en los últimos tiempos.

Para, al menos, adecentar los restos, la asociación O Sorriso de Daniel ha organizado para este fin de semana una doble jornada de limpieza, para la que pide voluntarios. Los interesados pueden anotarse en osorrisodedaniel@gmail.com.

La asociación, que desde hace años promueve y defiende el patrimonio románico gallego, consiguió el permiso de los propietarios de las ruinas. Hace años, ante la imposibilidad de asumir los costes de la rehabilitación, intentaron vender el inmueble, sin éxito. También la Dirección Xeral de Patrimonio de la Xunta ha dado el visto bueno a la actuación de los voluntarios, siguiendo una serie de pautas.

Las ruinas del monasterio conservan entre otros valores patrimoniales un importante tímpano románico de rica iconografía tallada en los dos lados. En el exterior representa la imagen de un Pantocrátor rodeado de ángeles y en la cara interior está tallada una hermosa cruz de Entrelazos.

En los últimos años, además del deterioro normal de la obra medieval, el sitio se ha transformado en un vertedero incontrolado que contiene todo tipo de plásticos, latas, vidrio e incluso electrodomésticos en desuso que se han depositado allí.

Desde los años setenta el antiguo cenobio se usó como establo y almacén. Antes fue un matadero y vivienda. Fue en el siglo XIX, con las desamortizaciones, cuando pasó a manos privadas, aunque en realidad el centro religioso, femenino y de la orden benedictina, había venido decayendo desde que en el siglo XV se cerró el monasterio. Solo la iglesia siguió funcionando, pero luego fue sustituida por la parroquial.

Las construcciones adyacentes reutilizaron piedras de sus paramentos. Incluso un capitel doble le sirve de mesa a alguno de los lugareños. Lo que se supone fue la pila bautismal se recicló como canal de riego en un río cercano.