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Pioneras

Elia Barceló: "Siempre han intentado que las mujeres estemos entorpecidas"

La popular escritora reivindica que después de figuras como Anna Karénina, construidas por hombres, hay que dar voz a los personajes femeninos escritos por mujeres

La escritora Elia Barceló da voz a las mujeres. Editorial Roca

Elia Barceló (Elche, 1957), una de las escritoras más internacionales y consolidadas del panorama literario, como así lo demostró con 'El color del silencio' (2017), que va ya por la décima edición. Su trayectoria comenzó rompiendo las barreras que dominaban la ciencia ficción con 'Sagrada' en 1989, al que sucedieron otros títulos que la convirtieron en autora de referencia del género, pero también ha explorado nuevos universos adentrándose con gran éxito en la literatura juvenil ('Cordeluna'), el ensayo ('La inquietante familiaridad') o los cuentos de terror ('La maga y otros cuentos crueles').

Premio Ignotus de Ciencia Ficción, Premio TP de oro de literatura juvenil, Premio Internacional de novela corta de la Universidad Politécnica de Cataluña y Premio Celsius de la Semana Negra de Gijón, entre otros muchos, Barceló, que trabaja como profesora de literatura hispánica en la universidad de Innsbruck, es conocida como la dama de las mil caras. Coincidiendo con su tradicional retiro veraniego en tierras alicantinas, aprovechamos para charlar con ella acerca de su última novela, 'El eco de la piel', donde nos invita a reflexionar acerca del legado que dejamos al morir, la transformación de la Costa Blanca o la necesidad de conocer nuestro pasado en un thriller adictivo con trasfondo histórico y base de novela negra.

-En 'El eco de la piel' invitas a reflexionar sobre qué queda de nosotros cuando nos vamos.

-Es algo que me da vueltas de toda la vida. Siempre que se habla de cualquier persona que ya no está y que no pude conocer, me llama muchísimo la atención lo poquísimo que queda de toda una vida sobre la tierra. Cuentan tonterías como qué le gustaba comer, qué frases solía decir, pero si preguntas cosas serias, como qué ideología política tenía o si era religioso, nadie lo sabe.

Entonces empecé a pensar que siempre estamos definidos desde el exterior y que uno casi nunca tiene opción de dejar a la posteridad lo que a uno le gustaría que quedara. Por eso quise contar una historia de alguien que trata de recuperar la vida de una persona, aunque la vida de una persona sea irrecuperable.

-¿Cuestionas pues la historia universal, puesto que únicamente somos capaces de enlazar datos tratando de llenar grandes vacíos?

-Es que tenemos unas lagunas infinitas. No se trata sólo de que la historia la escriben los vencedores, sino además, la historia se escribe desde el punto de vista de gente hablando de lo que ahora nos parece importante. Ahora, por ejemplo, nos parece importante la democracia, el feminismo, el antirracismo... y contamos la historia desde ese punto de vista, pero nos olvidamos de un montón de cosas que también fueron verdad. En muchos casos, la historia es lo que, casualmente o no, queda después de varios siglos.

Entonces la historia siempre es una concepción, una fabulación. La mayor parte de lo que uno lee sobre grandes personajes de la historia es fabulación, porque tú lo más que puedes saber es que Napoleón estuvo tal día en tal sitio, pero no sabes cómo se sentía, cómo fue de importante para él aquello o no, pero no sabes a quién quiso de verdad. Todo lo que es importante del ser humano se pierde.

-El pasado es uno de los temas en torno a los que giran tus novelas, ¿crees que es necesario echar la vista atrás?

-Sí, absolutamente. Necesitamos recuperar cosas del pasado. Si uno no conoce su pasado, no puede avanzar hacia el futuro. El futuro es producto del pasado, entonces es necesario que sepas de dónde vienes, quién eres y dónde cometieron los errores nuestros antepasados para intentar no cometerlos nosotros, porque los seres humanos nos pasamos la vida metiendo la pata en lo mismo, pero a mucha gente no le interesa o piensa que ahora somos más guapos, más fuertes, más listos y más de todo y que a nosotros no nos va a pasar.

"La historia es lo que, casualmente o no, queda después de varios siglos. Nos olvidamos de un montón de cosas que también fueron verdad"

-¿Y cómo queda reflejado el pasado de las mujeres a nivel colectivo?

-Ahí me has dado, es el punto crucial de mi próxima novela en la que estoy trabajando ahora. Va mucho sobre eso, sobre las mujeres como colectivo, sobre qué nos han hecho y qué nos siguen haciendo. Las mujeres somos la mitad de la población y sin nosotras este mundo no puede funcionar, pero, a pesar de todo, lo de ser mujer siempre se ha considerado de segunda categoría. Me molesta pensar cómo a lo largo de los siglos, en la lengua, en las actitudes, en la ropa... en todo, se ha intentado que la mujer esté siempre por debajo, entorpecida, que siempre tenga esa barrera alrededor que no la deja moverse.

Recuerdo que en mi primer embarazo tenía la sensación de tener la cabeza embotada. No podía pensar con claridad acerca de temas intelectuales y siempre estaba pensando qué pasará cuando nazca el nene. Entonces imagínate, cuando las mujeres tenían veinte embarazos a lo largo de su vida, más las lactancias y los abortos... Los hombres decían que las mujeres éramos tontas. ¡Cómo vas a estar si estás siempre embarazada, siempre con un follón de hormonas total! Los hombres se han aprovechado de muchas de estas cosas para hablar mal de las mujeres, para convencernos de que estamos por debajo y ¡hay muchas mujeres que aún se lo creen y que aún votan a partidos donde somos ciudadanas de segunda categoría!

La escritora alicantina profundizará en la historia de las mujeres como colectivo en su próxima obra.

-Las mujeres de tus historias son fuertes y luchadoras, como se puede apreciar en tu último libro, con Sandra y Ofelia como protagonistas de la trama.

-No lo hago adrede, me sale con naturalidad, pero me parece muy importante que las mujeres estén en el centro de lo que sucede- porque durante muchísimo tiempo, han sido los hombres los que han estado en el centro de las novelas, de las películas... de todo. Y además, todas las grandes mujeres de la literatura, Medea, Lady Macbeth, Anna Karénina... todas son producto de hombres. Entonces ahora que las mujeres teneamos voz debemos dar voz a toda la población femenina, no sólo a las chicas jóvenes, porque una mujer puede tener 70 años y ser protagonista también.

-¿Crees que el ámbito literario es un mundo machista?

-Sí, claro. Hay sitios en los que se nota más y sitios en los que se nota menos, pero me llama la atención, por ejemplo, que en la mayor parte de editoriales casi todas las personas que trabajan son mujeres, pero luego resulta que en los puestos de dirección casi siempre hay hombres. También es muy curioso que a pesar de que somos tantísimas mujeres las que escribimos, la atención mediática casi siempre va dirigida a los hombres. Los premios van casi siempre a ellos, y cuando se publica la lista de las diez mejores novelas del año aparecen nueve tíos y una rusa muerta, que también puede ser checa, normalmente poeta. ¿De verdad que en un año, eligiendo diez, no han leído ni un libro que les haya gustado que haya sido escrito por una mujer?

"Existe ese prejuicio de que aunque tengas mucho éxito, si eres mujer se pone en duda que tu libro sea bueno"

Contra eso hay que luchar. No hay más remedio. Cuando tenía veinte años, idiota de mí, pensaba que ya no hacía falta, que las mujeres ya lo habíamos conseguido, que éramos iguales. Poco a poco me fui dando cuenta de que no, de que en muchos sitios, por el mismo trabajo, siguen pagando menos por ser mujeres.

-Junto con la argentina Angélica Gorodischer y la cubana Daína Chaviano, formas la llamada "trinidad femenina de la ciencia-ficción en Hispanoamérica".

-No me acaba de sonar muy bien eso de la trinidad, como lo del padre, el hijo y el espíritu santo (risas), pero supongo que fue con buena intención, con la intención de hablar bien de nosotras.

-¿Crees que hacen falta más autoras?

-Cada vez hay más mujeres en la ciencia-ficción, un género donde a las mujeres más nos ha costado entrar. Sin embargo, en la novela negra, desde hace ya lo menos quince o veinte años, ha habido mucha presencia femenina. Y en la literatura 'mainstream' hay muchas mujeres entre las más vendidas, lo que pasa es que existe ese prejuicio de que aunque tengas mucho éxito, si eres mujer se pone en duda que tu libro sea bueno y eso es una auténtica barbaridad, porque hay de todo. Hay hombres y mujeres que escriben tonterías y hombres y mujeres que escriben libros maravillosos.

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