Tras años de trabajo, Óliver Laxe lo ha conseguido: ha estrenado su tercera película, "O que arde", en el Festival de Cannes. Ha sido esta misma mañana arropado por los dos protagonistas del filme y retratado por cámaras de medio mundo. Los dos actores amateur se enfrentaron a la presentación con elegancia y cierta chispa en los ojos, la de aquellos adultos que, como niños, se sorprenden ante un sueño hecho realidad. En este caso, pisar la alfombra roja de la meca del cine. Por si esto fuese poco, tras la proyección de la cinta, el equipo recibió una ovación de varios minutos, un gesto que respalda el éxito de la producción.

En una entrevista concedida a Charlotte Pavard y vertida en la web del festival, Óliver Laxe explicaba que "después de mis dos primeros largometrajes sentí la necesidad de hacer una película en mi casa, en Galicia, en el pueblo, hoy abandonado, donde nació mi madre. Es un lugar muy importante para mí". Ese pueblo se sitúa en Os Ancares donde transcurre la historia de un hombre que sale de la cárcel para regresar a la jaula del paupérrimo hogar materno donde cuidará a su madre y ella a él, acompañados de Luna, una perra, que actúa, y tres vacas.

Al personaje de la madre, Benedicta, da vida la vecina de O Corgo (Lugo) Benedicta Sánchez Vila. El personaje de Amador está intepretado por Amador Arias, de A Fonsagrada (Lugo), quien días atrás comentaba a FARO que acudía a la meca del celuloide "con ganas, con ilusión y orgullo porque es la primera película rodada en gallego que competirá en Cannes".

A Amador Arias Mon, no le llegaban las monedas para ir al cine los domingos en Lugo cuando estudiaba de joven décadas atrás. Los chicos del barrio y él se quedaban en la puerta insistiéndole al portero hasta que les dejara entrar para ver la película.

"Pasaron los años y, un día, acompañé a mi padre a vender pinos de Navidad a Lugo. Era casi noche y regresábamos a casa con tres pinos sin vender en el Land Rober. Vi al señor del cine por la acera y le pedí a mi padre que parara. Le acabé regalando los tres pinos y se quedó con una cara de alegría mirándome sin saber por qué. Me quedó una gran satisfacción por acabar pagándole todos los días que me dejó entrar gratis al cine". Arias destaca esta anécdota entre risas y a pocas horas de subirse a un avión y llegar al Festival de Cannes donde él será una de las estrellas de la fombra roja en la première de "O que arde", el último filme del director más internacional del cine gallego, Óliver Laxe, en el que él -actor amateur- es su protagonista masculino.

La película es la tercera que este cineasta muestra en la meca gala del celuloide tras "Todos vós sodes capitáns" y "Mimosas", ambas galardonadas allí. En esta ocasión, el salto es mayor porque "O que arde" se proyectará en la sección "Un certain regard", una cierta mirada, la segunda de mayor importancia del certamen, evento en el que este año participarán otros dos españoles: Almodóvar y Albert Serra.

La aventura de Amador se inició con el casting. "Tenía muchas ganas de conocer a Óliver. Me enteré por internet del casting. Lo hablé con mi mujer y mi hija y fui a Navia de Suarna (de donde procede la familia de Laxe, en Lugo). Me puse delante de la cámara, dije quién era, cómo conocía la zona, mi relación con el rural. Óliver me preguntó por qué quería ser actor. Mirando para el, respondí: 'El camino me trajo hasta aquí', recuerda para añadir: "Ni pensé que me iba a cargar con el peso de la película. Es una responsabilidad".

Un mes después, vía correo electrónico, llegaba el guión que paladeó con música. Un encuentro en Lugo para la lectura y comentario del mismo, escrito por Laxe y Santiago Fillol -el mismo tándem que firmó "Mimosas"- fue el último paso para otorgarle el papel de protagonista masculino mientras la anciana Benedicta Sánchez Vila, de O Corgo (Lugo), haría el papel de su madre ficticia.

Amador -prejubilado de su trabajo en Medio Ambiente de recogida de aves y animales heridos para el centro de recuperación de fauna silvestre- no tiene más que buenos recuerdos de la dirección de Laxe: "Él te dirige con nobleza, con tranquilidad, con cariño. No fue difícil actuar porque Óliver te transforma, te mete dentro un personaje. Hasta que acabó la película, yo era casi otra persona. Ya no era yo". Otra gran ayuda para desempeñar su primer papel como actor fue su experiencia viendo cine de autor, de películas "en las que se habla poco para dar más importancia a las miradas, como en el cine japonés o en el de Haneke. Me gusta ese cine, así que no fue tan difícil lo que tenía que hacer", señala el actor.

En la cinta, desempeña el rol de Amador, un hombre que sale de la prisión tras una condena por pirómano. De vuelta a su casa en Os Ancares, pasa los días con su madre, Benedicta, su perra Luna y tres vacas entre siencios y miradas con diálogos inmensos e intensos sin palabras hasta que un día un incendio forestal descomunal amenaza con desvastar la zona.

"El Amador de la película -opina- es un hombre que sale de la cárcel y viene para otra cárcel, su casa familiar, la pobreza, su perro viejo, su madre mayor, todo medio abandonado. Es un retrato de la naturaleza, de las estaciones, del verano, de la complejidad de vivir allí, del sentimiento del rural".

En ese Amador adulto, de mentira, pirómano, hay trazos del Amador niño real tal y como explica: "Dejé en el personaje lo que aprendí de niño porque entonces vivía como vive Amador en la película. Eso no se olvida, queda grabado. Soy de A Fonsagrada pero en mi niñez teníamos el mismo clima que en Os Ancares, pasando el invierno con mucha nieve. Éramos más pobres; en la película, tienen tres vacas, nosotros teníamos una". No hay amargura en el recuerdo, confiesa: "No, qué va, volvería a vivirlo 20.000 veces".