A la incompetencia policial achaca el periodista Jan Stocklasa el que, 32 años después, el asesinato del primer ministro sueco Olof Palme siga impune, un caso para el que ha buscado respuesta a partir de las investigaciones del escritor Stieg Larsson, quien, sostiene, de no haber fallecido lo habría resuelto.

Stieg Larsson, autor de las tres novelas de la saga "Millenium", de las que se han vendido 80 millones de ejemplares, murió en noviembre de 2004 a los 50 años de un ataque al corazón y no llegó a ver publicada ninguna de las novelas de la trilogía.

Pero, según Stocklasa, Larsson, que era también periodista, dedicó toda su vida a luchar contra el creciente movimiento de la extrema derecha y a investigar el asesinato de Olof Palme, quién recibió un disparo en plena calle en mitad de Estocolmo la noche del 28 de febrero de 1986, mientras volvía andando del cine.

Durante dos décadas, Larsson recopiló diversa documentación como datos, cartas, fotografías, artículos y pistas y redactó una lista de sospechosos que vinculaban el asesinato de Palme con los movimientos de ultraderecha y del "apartheid", investigación que ha continuado Jan Stocklassa y que da a conocer en el libro "Stieg Larsson. El legado", publicado en español por Roca Editorial. Stocklassa descubrió cuando se documentaba para otro libro la existencia de 20 cajas con la documentación que Larsson había reunido y con cuyas teorías y pistas ha seguido trabajando para resolver el asesinato de Olof Palme.

De lo que está convencido al cien por cien, ha explicado el autor, es que Christer Petterson, un hombre alcohólico y drogadicto que fue condenado en primera instancia y absuelto posteriormente por estos hechos, no fue el asesino. No cree que su detención se debiera a una conspiración sino más bien a una cadena de errores: "Querían resolver el asesinato y tal como se desarrollaron las cosas fue la única forma", considera Stocklassa.

El nuevo fiscal del caso considera también que éste no fue el que asesinó a Palme y la policía está trabajando en la pista de Sudáfrica.

Tras ocho años de investigación, el escritor está convencido de que "los sudafricanos organizaron el asesinato con la ayuda inestimable de Estados Unidos" ante la amenaza de Olof Palme de luchar contra el tráfico de armas y contra los que hacían negocios con el régimen del "apartheid".