Después de casi 10 años dedicada a este proyecto, Isabel Coixet por fin vio hoy estrenada su película 'Elisa y Marcela', sobre la pareja de lesbianas gallegas que lograron casarse a principios del siglo XXI. Lo hizo en el festival de cine de Berlín y el debut de la cinta llegó envuelta en la polémica; primero porque un grupo de exhibidores han pedido que no participe en la competición oficial al lanzarse primero por Netflix, segundo, porque grupos LGTBI gallegos han reclamado que la plataforma televisiva la ofrezca con subtítulos en gallego.

"Puedo entender las razones de quienes consideran a Netflix una amenaza. Pero no puedo compartir que, en nombre de la cultura, se pretenda excluirnos de la competición", explicó Isabel Coixet en la presentación, en relación a las presiones de los exhibidores alemanes contra su película, producida por esta plataforma audiovisual. Un colectivo de 160 salas de cine difundieron estos días una carta al director de la Berlinale, Dieter Kosslick, y al ministerio de Cultura alemán pidiendo su exclusión de la competición.

El propio Kosslick había explicado ya antes, cuando surgieron las primeras quejas, que habían decidido programarla por tener las garantías de que iba a exhibirse al menos en salas de cine españolas. "El mejor precedente es 'Roma', la película que probablemente gane el Óscar, porque es la mejor", dijo Coixet, en relación al aclamado filme dirigido por el mexicano Alfonso Cuarón, producido también por Netflix y triunfador en el Festival de Venecia.

Mujeres fuertes

Rodada en blanco y negro, la única representante española a concurso en esa Berlinale fue recibida como una cinta de temática poderosa, en un festival volcado al cine hecho por mujeres. "Yo no busco historias de mujeres fuertes. Ellas me encuentran a mí", explicó la cineasta, recibida como una amiga en su novena visita a ese festival, respecto a los papeles que interpretan Greta Fernández -como Marcela- y Natalia de Molina -su Elisa-.

La historia de esas dos mujeres reales, que se casaron en A Coruña en 1901, camuflándose una de ellas de hombre, le cayó en las manos hace diez años y de ahí surgió un filme que "no es un manifiesto", dijo, aunque sí recuerda a todos aquellos que siguen perseguidos por su homosexualidad. Retrata lo que fue un amor a primera vista entre Marcela, una muchacha crecida en un orfanato, pese a tener padres, que llega empapada a su primer día en la escuela y deja que Elisa, quien vive ahí con su tía monja, la arrope y reconforte.

La cineasta dedicó diez años al proyecto, pero el rodaje se completó en cuatro semanas, con un guion que arranca en el exilio de la pareja en Argentina, para volver al pueblo gallego donde surge su amor y pasar a Portugal, donde caen en la cárcel tras descubrirse su trampa.

En gallego

El origen gallego de las protagonistas y el ambiente en el que se desarrolla la historia llevó a varios colectivos a reclamar que la película se rodase en gallego. Eso no ocurrió, así que ahora han vuelto las voces para que, al menos, Netflix ofrezca la película con subtítulos en esta lengua.

Según la asociación Avante LGTB, el colectivo celebra que la "famosa plataforma online de filmes y series" realice un largometraje sobre su historia, si bien proclama "que desde un primer momento debió ser rodado en lengua gallega, mostrando la realidad de A Coruña en el año 1901", de modo que se hubiese mantenido "el rigor histórico" y "mucho más fiel al sentimiento y sensibilidad del pueblo gallego".

"Pero esto no fue así. El filme ya está siendo grabado en castellano, incluso llegando al extremo de pedir que las actrices y los actores gallegos que participan en el rodaje del mismo tuviesen un acento neutro castellano, borrando totalmente la existencia de una realidad lingüística en Galicia", denuncian desde Avante LGTB.