Bárbara Lennie vive casi al minuto. Tiene planificado un calendario de suculentos proyectos de aquí a junio del próximo año pero por ahora está inmersa en un rodaje en Argentina donde volverá protagonizar una historia que no la deja indiferente. Estará al otro lado del charco cuando, por fin, pueda compartir a su María, la protagonista de "María (y los demás)", la película de Nely Reguera rodada en Galicia que se estrena el miércoles, día 7, en los Multicines Norte de Vigo.

-¿Cómo recuerda el rodaje en Galicia de "María (y los demás)"?

-Para mí fue muy intenso, era la primera vez que rodaba una película en la que estaba en todos los planos. Recuerdo mucho la presencia del tiempo, los días de lluvia, los paseos por el Malecón. Dentro de que fue un rodaje exhaustivo y que acabé bajo mínimos, creo que fue algo muy fluido. Nely y yo teníamos la película muy clara, todo el equipo trabajó en la misma dirección desde el principio. En Galicia era un lujo porque al acabar de rodar en cualquier sitio comías bien.

-La directora, Nely Reguera, asegura que es una historia que "tenía que rodar aquí".

-Para ella esta peli es contar parte de la historia de su familia, de la manera que tienen de relacionarse y de ser. Me parece que los lugares siempre influyen. Los colores, el clima, la comida, la proximidad con el mar y con otro país, Portugal, son cosas que marcan. Y creo que aunque la película no quiere ser localista sí que dibuja cómo es Galicia, está incorporado a la manera de ser de los personajes.

-¿Le impuso interpretar a un personaje tan vinculado a Reguera?

-Intuí que era una historia personal suya pero no lo sabía. Al leer el guión me remitió a un montón de cosas que nos habían pasado a mí o a mis amigos. Ese desconcierto vital, ese estar fuera de eje nos pasa mucho. Lo siento muy reconocible. Más allá de imponerme me pareció que tenía muchas ventajas tener a la autora tan cerca.

-¿Cómo es María?

-Alguien que está tan enfadada con todo y con todos, con lo que no le sale, con sus envidias, con no poder escribir, no poder crecer... que tiene que ver con que está a punto de resquebrajarse. Esa ambivalencia del personaje es muy interesante, ella se cree que puede con el mundo y que nada le afecta pero a la vez se puede desmayar con que digan dos palabras que le perturben especialmente. La fragilidad que tiene ayuda a que puedas empatizar con el drama que está viviendo.

-¿Qué le ha llevado ahora de vuelta a Argentina?

-Es una película que, por ahora, se llama "Una especie de familia", dirigida por Diego Lerman. Un director muy conocido en Francia. En España, como el tema de la distribución es más complicado, se le conoce menos. Lerman ha escrito un guión alucinante que transcurre en la Provincia de Misiones, donde estoy ahora mismo, que cuenta el viaje de una mujer desde Buenos Aires en busca de un bebé para adoptarlo.

-¿Cómo se siente al rodar en esta tierra que es su segunda casa?

-Esto forma parte de un sueño, hace mucho tiempo que quería venir a trabajar aquí. En junio había venido a probar suerte y ya estoy en pleno rodaje; y no es ya que esté haciendo una peli, es que es un peliculón. Me permite estar más cerca de mi familia, de alguna forma creo que este era un viaje natural y que podré dividirme entre España y Argentina. Ambas idiosincrasias y formas de ver el mundo me resultan familiares, las quiero y me parecen complementarias. Si puedo estar entre los dos sitios, mejor.

-¿Qué proyectos le esperan tras este periodo en Argentina?

-El año que viene reestrenamos en el Teatro Pavón de Madrid "La clausura del amor" en febrero. Después empiezo a rodar con Ramón Salazar la película "La enfermedad del domingo", que es una bomba atómica. También rodaré con Jaime Rosales una película alucinante que se llama "Petra". Hasta junio no voy a parar. Pero por ahora estoy volando, no puedo pensar en lo que me queda porque tendría un cortocircuito mental.