El cómic está lleno de heroínas, aunque hay personajes femeninos que no usan superpoderes para superar a sus previsibles adversarios, como ocurre en "La historia de mis tetas", "Amarga Rusia" o "Las emocionantes aventuras de Lovelace y Babbage", tres obras protagonizadas por mujeres con los pies en el suelo.

Si la historietista norteamericana Jennifer Hayden quería llamar la atención con el título de su primera novela gráfica larga lo ha conseguido: "Historia de mis tetas" (Reservoir Books) es un intenso relato autobiográfico sobre la importancia que estos apéndices han tenido en su vida, primero como obsesión por su tamaño cuando era una adolescente, y ya, de adulta, por la aparición de un cáncer que le obligó a extirparse los pechos.

Hayden narra con humor, toques surrealistas y ciertas pinceladas de terapia de autopsicoanálisis, el shock que sufrió cuando, con 43 años, le diagnosticaron cáncer de mama, el mismo que había sufrido su madre, otra superviviente como la propia Jennifer, con la que la autora había tenido siempre una relación afectiva complicada.

La animadora canadiense Sydney Padua sabía muy poco de la figura de Ada Lovelace cuando una amiga le propuso hacer un cómic para internet sobre esta matemática victoriana hija de Lord Byron, para muchos madre de la informática moderna gracias a los trabajos teóricos que realizó junto a su colega Charles Babbage (quien como hombre logró un trato más generoso en los libros de historia). El personaje le resultó tan apasionante, explica Padua, que se dedicó a investigar a fondo sobre una joven que, con el apoyo de su madre, que la apartó del ambiente poético romántico, rompió los miriñaques que enconsertaban a las mujeres de la época al preferir la ciencia teórica y los números al punto de cruz y al piano al que por origen social y género estaba abocada.

"Las emocionantes aventuras de Lovelace y Babbage" (Editorial UOC) es una divertida -y densa- aproximación en forma de novela gráfica a los trabajos de esta pareja de matemáticos, con material inédito encontrado por la autora en su rastreo, al que aporta además una trama de ficción sobre el desarrollo de la llamada "máquina de las diferencias", ingenio que la pareja no llegó a ver realmente materializado, aunque Padua se tome aquí esa licencia.

El argumento de "Amarga Rusia" (Norma) resulta por su parte más tristemente verosímil, y, de hecho, se trata de una ficción basada en hechos reales: una madre coraje rusa dispuesta a lo que sea para recuperar a su hijo retenido por un grupo insurgente en Chechenia.