"Cuando pienso en lo que iba a ser mi futuro y en lo que se ha convertido, me pongo mala". La cita pertenece a uno de los personajes de la película Kauflanders, de la directora viguesa nacida en Ourense Olaia Sendón. En ella, cuatro mujeres estereotipan cuatro grupos sociales de jóvenes que hablan sobre sus vivencias vitales respecto al presente y futuro. Retrato generacional ficcionado pero con una base real labrada durante dos años de registro de opiniones respecto a la crisis, el desencanto y los sueños, el filme se estrena mañana en el Festival de Málaga en Zonazine. Es esta una subsección para las producciones experimentales dentro de la sección oficial, donde peleará por el premio del jurado o del público, aunque la realizadora alza la bandera de la modestia al asegurar que la aspiración al galardón no está ni entre sus suspiros.

Kauflanders significaría en alemán los habitantes de la tierra de las compras, una metáfora para ilustrar el mundo actual. "Empezamos con el proyecto en el año 2012. Se empezaba a sentir la crisis con toda su contundencia. Al igual que mucha otra gente, yo sentía que nuestro nivel de reacción ante los cambios no era proporcional. Había una serie de sentimientos difíciles de procesar. Crecimos oyendo que el futuro iba a ser nuestro, que no debíamos tener miedo a nada, que si estudiabas ibas a tener un futuro. Todo eso se fue al tacho", expresa la creadora, profesora en la Escola de Imaxe e Son de A Coruña.

En el filme, en color, la propia Sendón aparece en blanco y negro entre otros, recitando una parábola postmoderna en la que una frase resalta: "O futuro será todo para vós". "Nuestra generación empezó a vivir el sentimiento de la inestabilidad, la ruptura de las estructuras. Para mí, eso era un shock, ver cómo se resquebrajaba nuestro futuro. Ese fue el punto de partida de la película que después de tantos años evolucionó", opina.

Cabalgando entre la ficción y el documental, Kauflanders mezcla las opiniones de cuatro actrices (Celia González, María Lado, Victoria Pérez e Iria Pinheiro). Su guion no ha sido trazado al uso: "Yo invitaba a cenar a mis amigos nacidos entre 1965 y1985. Me parecía un espacio más íntimo y cómodo para la conversación. Durante dos años, invité a cenar a la gente y grababa el audio, no las imágenes. Las imágenes que grabé fue de los platos que iba cocinando", y que se muestran en el arranque de la película mientras una voz en off va describiendo los gustos culinarios de Kauflan, un personaje que resume una generación.

"Al final, agrupé las conversaciones en cuatro estereotipos amplios, organizándolos por posiciones políticas o emocionales. Paralelamente, la gente que venía a casa antes de cenar podía recitar versos reinterpretando las parábolas de Jesús para hablar de temas políticos o económicos o sociales", detalla Sendón.

Lo que iba a ser un proyecto de duelo por un futuro perdido, por una generación defraudada se tornó, no obstante, en algo más positivo. "En una de las cenas, alguien dijo que había que ser optimista porque sin optimismo no te movías. A partir de ahí, decidí no enfocar el proyecto desde un punto de vista victimista sino intentar buscar por otro lado", agrega.

Kauflanders es el tercer trabajo que Olaia Sendón presenta en el Festival de Málaga después de A casa de Lola de Andrés o Os fabulosos irmáns da luz. Al igual que esos dos anteriores, la identidad y la memoria son dos temas que dejan marca en el proyecto y en el espectador.

"El filme ha acabado siendo un retrato de lo que somos yo y mis amigos. Es un poco pretencioso hablar de propuesta generacional pero sí que funciona así. Mucha gente se va a ver reflejada por las cosas que se hablan. ¿Por qué dábamos por inevitable este sistema en el que vivimos? ¿Por qué no lo cuestionábamos desde el principio? A día de hoy, todo el mundo tiene claro que vivimos en el sistema porque lo deseamos. No viene dado por voluntad divina", concluye.