-¿Qué mantiene y en qué se diferencia este "Escenas do cambio" de su primera edición?

-Creo que en la primera edición estaba un poco asustado con el espacio, con hacer un festival en pleno invierno en una montaña. La diferencia este año es que estamos haciendo seis producciones propias, estamos potenciando la escena contemporánea gallega, estamos planteado un festival de referencia internacional (este año nos visitan veinte programadores de seis países distintos). El equipo del Gaiás y yo hemos hecho un aprendizaje juntos de cómo trabajar con este tipo de artistas y proyectos tan complejos. Creo que juntos estamos transformando el funcionamiento de la institución, la estamos humanizando, lo esencial de esto es que los artistas se sienten muy cómodos trabajando en un espacio que no fue pensando para la escena.

-En este proyecto vuelve la vista a África, ¿por qué?

-Desde hace tres años vivo en Lisboa, donde la relación con África es bastante fuerte, y donde se ha apoyado desde hace años a los artistas esenciales de la escena africana, como Bouchra Ouizguen, Panaibra Gabriel, Taouffiq Izzediou? En Lisboa se celebra cada dos años el programa "Artista na cidade", en el que un creador importante pasa parte del año en Lisboa presentando su trabajo y trabajando con la comunidad local. Este año es Faustin Linyekula, al que también presentamos en "Escenas do cambio". Faustin compagina sus trabajos escénicos, que han pasado por los principales festivales del mundo, con su trabajo como pedagogo y director de los Estudios Kabako, una plataforma de creación que fundó en Kisangani (Congo), donde los creadores jóvenes aprenden a bailar y a contar las historias de sus antepasados. Esto es lo que importa, la implicación de cada uno con su contexto, con las personas, con lo humano.

-¿Qué mostrará al público?

-En África, como en muchos países de América, hay un modo de hacer las cosas, casi sin apoyos oficiales, casi autogestionado, que me interesa mucho. Es fácil desde una macroinstitución decir eso, y lo difícil es hacer que espectáculos como el de Bouchra Ouizguen, (que trabaja siempre con el mismo equipo de mujeres a las que conoció en los cabarets de Marrakech) mantengan su potencia y su sentido en la Cidade da Cultura, pero por otro lado ellos también crean sus piezas sabiendo que después habrá un circuito europeo que los apoyará. Lo que se descubre en África es que hay países como Marruecos, Congo o Mozambique de los que apenas llega información, pero donde están sucediendo cosas excepcionales en el arte y en la danza.