"¿Qué van a hacer? ¿Detenernos a todas? Somos la mitad de la humanidad" o "No queremos quebrantar las leyes, queremos redactar las leyes", son algunas de las impactantes y efectivas frases con las que la película recién estrenada "Sufragistas" de Sarah Gavron dramatiza sobre la exigencia de las sufragistas inglesas del derecho a voto, en fechas previas al estallido de la Primera Guerra Mundial.

Las libertades, los derechos y la igualdad jurídica que habían sido las grandes conquistas de las revoluciones liberales, ocurridas a finales del siglo XVIII, no afectaron a la mujer. A partir de aquel momento, en Europa occidental y Norteamérica se inició un movimiento, el feminismo, que luchó por la igualdad de la mujer y su liberación. Así, el principal objetivo del movimiento de las mujeres fue la conquista del derecho de voto (su voz). Nacía así el movimiento sufragista. "Era una revolución pendiente, consagrada en la Revolución Francesa con la palabra 'igualdad', pero que no se había conquistado; estaba incompleta", asegura la politóloga gallega Marta Lois.

El sufragismo en Estados Unidos fue precoz por la importante participación femenina en movimientos humanitarios por la abolición de la esclavitud y la rápida concienciación de las mujeres, tal y como refleja el largometraje "Ángeles con mandíbulas de hierro", que muestra además las desigualdades de género vinculadas a las clases sociales. En Europa fue más rápido en los países occidentales protestantes -Inglaterra, Holanda- que en los países occidentales y católicos como Italia, España y Portugal. Por otra parte, los movimientos feministas y sufragistas estuvieron dirigidos por mujeres de procedencia burguesa y sus ideas tampoco lograron penetrar ampliamente en los ambientes obreros, ni movilizar a la mayoría de las mujeres trabajadoras. Y los propios ideólogos del movimiento obrero, en la primera mitad del siglo XIX, mantuvieron posturas contradictorias respecto a la igualdad de derechos de la mujer.

Pero, ¿qué ocurrió en España? En los albores del siglo XX, las causas de que apenas existiera un movimiento claramente sufragista se han explicado a través de otras urgencias: había necesidades más perentorias que atender, como falta de formación laboral, analfabetismo, subordinación a la figura del hombre... Por eso, la mujer española debió esperar a la II República para que se debatieran sus derechos como ciudadana. En ese agrio debate sobresalió la figura de la diputada del Partido Radical y abogada, Clara Campoamor, enfrentada a la de Izquierda Republicana, Victoria Kent, a propósito del sufragio para la mujer.

Por fin la Constitución de 1931 hizo realidad el sufragio universal pleno, aunque a priori tenía una disposición transitoria para su entrada en vigor. Pero tras estallar la Guerra Civil, todo quedó paralizado.

Tras el largo paréntesis de la dictadura, el pleno acceso de la mujer a la política como electora se logró de modo natural. Así tanto en el Referéndum para la reforma política convocado por Adolfo Suárez, como en las primeras elecciones democráticas generales de 1977, las españolas tendrían pleno acceso al voto, sin exclusiones.

Eso sí, demandas planteadas hace un siglo -como ahora deja clara la película- aún no han sido alcanzadas. La violencia machista y la desigualdad salarial (que también refleja la película "Pago justo") son aún escollos en la carrera de la lucha de la igualdad. Por ejemplo, el sufragio pasivo igualitario de las mujeres -el derecho a ser votadas, democráticamente- no se ha logrado hasta fechas recientes (2007) a través de las listas paritarias.