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Don Adolfo: el cura generoso que custodiaba la Virxe do Cristal

El párroco de Vilanova dos Infantes (Ourense) fue asesinado a golpes en 2015 en el cobertizo de la casa rectoral

Quien o quienes mataron a Don Adolfo robaron la diminuta imagen de una Virgen objeto de enorme devoción

“Rapazas de Vilanova,

ben vos podedes gabar;

que non hai Virxe no mundo

com’a Virxe do Cristal”

(Cantar do pobo)

Vilanova dos Infantes conserva la esencia del burgo medieval que antiguamente fue. Una imponente torre, único vestigio que queda de la fortaleza que existió allí antaño, preside esta parroquia del municipio ourensano de Celanova. Una villa formada por casas apiñadas entre estrechas calles empedradas. Viviendas que conservan el porte y la estructura de siglos atrás. Pasear por sus callejuelas es como retroceder en el tiempo. Si el gran torreón es uno de sus símbolos, la Virxe do Cristal es su emblema. Se trata de una diminuta talla. Una imagen mariana única de doble cara introducida de forma inexplicable en un cristal ovoide macizo sin incisión alguna. Su origen se sitúa en 1630. Germen de leyendas, con fama de milagrosa y objeto de una devoción sin límites, hasta Manuel Curros Enríquez, el célebre poeta celanovés, la honró en 1877 en un extenso poema al que dio un cariz romántico.

“Era unha pedriña pedra,

era unha pedra pedriña,

com’ un ovo de galiña

tallado en fino cristal;

unha pedra primorosa,

elíptica, limpa, pura,

de artificio e soldadura

sin siquera unha sinal”

Pero la Virxe do Cristal, a la que se levantó su propio santuario, ya no está en ese pueblo ourensano que la honró durante casi 400 años. El enigma que siempre rodeó a "A Pequeniña" se acrecentó y adquirió tintes trágicos el 10 de marzo de 2015. Aquella madrugada mataron a golpes al cura de la parroquia. Adolfo Enríquez Méndez, de 77 años, fue víctima de un brutal asalto. Su cadáver fue hallado al día siguiente por un hermano. En el cobertizo de la casa rectoral. Y quien o quienes acabaron con su vida se llevaron de la vivienda la imagen religiosa. Lo revolvieron todo. El desorden era terrible. “Todos los papeles estaban tirados por el suelo, no había un lugar libre donde poner el pie”, describe Antonio Gómez Rojo, sacerdote desde entonces de la localidad.

El cura asesinado, Don Adolfo, con la imagen de la Virxe do Cristal Cedida

Aquel crimen causó una conmoción que se extendió a toda la comarca de Celanova. El fallecido era sacerdote de Vilanova dos Infantes desde 1969. La pena lo embargó todo allí. Y continúa aún latente hoy. Don Adolfo, encargado también de otras tres parroquias del municipio, era un hombre generoso y de gran corazón. En el sentido más amplio. “Siempre abría las puertas y daba todo lo que tenía”, cuentan sobre él. De hecho, lo recuerdan como “el cura de los pobres”. Para feligreses y vecinos, en definitiva, era un santo. De ahí el impacto de su violenta muerte. Y si esto ya no era suficiente golpe, la desaparición de la Virxe do Cristal dejó definitivamente marcada a la villa.

“Siempre abría las puertas y daba todo lo que tenía; era un santo”, cuentan sobre la víctima

El destino del cura bueno, el que ejerció como fiel guardián de la talla durante los 46 años que dedicó a la parroquia, quedaba de esta manera definitiva y trágicamente ligado a la misteriosa imagen mariana. Así reza en una placa en su honor, recuerdo para la posteridad de los dramáticos acontecimientos en la rectoral: “Nesta casa viviu e morreu o crego Don Adolfo Enríquez Méndez, Párroco de San Salvador de Vilanova e reitor do Santuario da Nosa Señora do Cristal, por cuxa custodia acabou entregando a vida o día 10 de marzo de 2015”.

Una placa recuerda en Vilanova dos Infantes al párroco, que era muy querido Brais Lorenzo

Un homicidio que conmocionó a toda la villa

Pero, ¿qué ocurrió? ¿Cómo el tranquilo enclave medieval de Vilanova dos Infantes acabó siendo escenario de un crimen y un robo de estas características? El día justamente anterior a la madrugada en la que ocurrió el homicidio era lunes. El cura fue al velatorio de un exdirector de la Banda de Música de Celanova. Un vecino que atendía voluntariamente su huerta lo recuerda al atardecer. Pero la última vez que se le vio con vida fue varias horas después, en torno a las once y media de la noche. Así consta en un auto judicial de la causa de la que se hizo cargo el Juzgado de Instrucción número 1 de Celanova. Una vecina estuvo charlando con él hasta esa hora.

La Guardia Civil, en la parroquia el día que se halló el cadáver del sacerdote Brais Lorenzo

En un lugar pequeño como es esta villa parece difícil que una ausencia tarde en descubrirse. Lo cierto es que nadie vio al párroco al día siguiente. Sin embargo, no se preocuparon ya que el cura barajaba ir al entierro del difunto a cuyo velatorio había ido la jornada anterior, que era ese martes en una localidad de Valladolid. Creían que había hecho ese viaje. Pero llegó el miércoles y Don Adolfo seguía sin aparecer por la casa rectoral. Nadie tenía noticias de él. No cogía el teléfono. Ahí sí que surgió la preocupación. Y, según consta en el sumario, la última vecina que lo había visto con vida fue también la que dio la alerta. Aquello no era normal.

La rectoral estaba totalmente revuelta; los papeles inundaban el suelo

Un hermano del sacerdote fue a Vilanova dos Infantes. En la rectoral no se divisaba ningún movimiento. Las puertas estaban cerradas. Era primera hora de la tarde. Una tarde que se tornaría dolorosa. Primero se encontraron con que la casa estaba muy revuelta, clara evidencia de que allí había pasado algo. Y pronto se descubrió el peor de los desenlaces: el sacerdote fue hallado en el cobertizo. Estaba muerto.

Vecinos de Vilanova dos Infantes el día que se conocía la muerte de Adolfo Enríquez Méndez Brais Lorenzo

La fatal noticia tiñó de inmediato de tristeza la localidad. Mientras, la Guardia Civil, que se hizo cargo del caso, comenzaba a indagar y a recabar pistas en aquel galpón tratando de hacerse una primera composición de lo que podría haber ocurrido allí. La comisión judicial también se trasladó para proceder al levantamiento del cadáver.

Una autopsia que arrojó dos conclusiones claves

¿Qué se sabe de las circunstancias en las que fue hallada la víctima? El cuerpo del párroco, que estaba boca abajo, apareció “como muy colocado”. Inicialmente y a simple vista, relata un informe de la Guardia Civil, no se apreciaron “signos externos de violencia que pudieran causarle la muerte”. La puerta del galpón “aparecía cerrada con un pasador metálico por fuera”, algo “extraño” a ojos de los agentes.

La autopsia al cadáver del sacerdote se le hizo a la mañana siguiente. Duró tres horas y media. Los datos preliminares aportados por los dos forenses despejaban dudas. Arrojaban dos importantes conclusiones. La primera, que ya se movían en “una hipótesis provisional”, que después se confirmaría, de que aquella era “una muerte violenta homicida”. Había “múltiples lesiones”. Y la segunda, que el fallecimiento se situaba “aproximadamente” en las primeras “diez horas” del martes 10 de marzo. Es decir, de madrugada y poco tiempo después de que casi a medianoche fuese visto con vida por última vez.

Todo el municipio se volcó en pedir justicia por el cura, que tenía 77 años Brais Lorenzo

Las indagaciones que se irían sumando aportaron otra evidencia que la juez instructora reflejaría en una de sus resoluciones. Que “el autor del hecho” tenía que ser una persona a la que el párroco conocía. Y ello por la forma en que se encontró a la víctima, “tras coger unas patatas” que guardaba en el cobertizo. Don Adolfo, lo sabían todos en la villa, “entregaba alimentos” a quienes “le pedían ayuda”. ¿Alguna de las numerosas personas que apelaban a la generosidad del sacerdote había utilizado esa estratagema, suplicarle algo de comida en plena madrugada, para a continuación matarlo cruelmente?

Aún se tardaría un tiempo en dar respuesta a esta pregunta. Pero no nos adelantemos. Aquel día de marzo otra fatalidad se unió al crimen. El autor o autores de aquello habían dejado patas arriba la casa rectoral. Y pronto se descubrió que se habían llevado la Virxe do Cristal. Atrás dejaron, vacía, “la bolsita” con la que el cura protegía a menudo la imagen para evitar que se estropease. Lo extraño de aquel robo era que, pese a su importancia histórica, emocional y la veneración que provocaba, la reliquia no tenía gran valor monetario. Todo lo contrario. ¿Por qué cometer semejante atrocidad por una talla que no depararía beneficios económicos?

La juez considera que el “el autor del hecho” era alguien a quien el párroco conocía

“¿Por qué fueron a por la Virxe do Cristal? ¿Para obligar a Don Adolfo a decir dónde guardaba un dinero que él no tenía porque lo daba todo a quienes lo necesitaban? ¿Por qué creyeron que era de oro, ya que la pieza que rodea al cristal es dorada? ¿O por hacerle daño ya que él defendía a la Virgen con su vida? No puedo dar una respuesta…”, reflexiona Don Antonio, el cura de Vilanova dos Infantes, sucesor del párroco asesinado. “Era un gran amigo, lo quería como a un hermano”, lo recuerda hoy.

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Aparece muerto el cura de Vilanova dos Infantes, en Ourense

La leyenda de la venerada figura robada

Antes de continuar con el desarrollo de la investigación, hay una cuestión que es clave en este caso. ¿Qué tiene esa imagen que tanta devoción arrastra tras de sí? La leyenda cuenta que la Virxe do Cristal apareció en el siglo XVII. Un labrador de Vilanova dos Infantes fue el primero en tropezarse con ella, pero sería finalmente una pastorcilla la que acabó llevando aquella talla ante un sacerdote. La noticia de esa aparición llegó hasta el propio rey Felipe IV, que pidió que se la llevasen a Madrid, donde aquella figura fue examinada por artesanos. Parecía de origen sobrenatural: nadie se podía explicar cómo la imagen de la Virgen estaba incrustada en aquel diminuto cristal ovalado sin marca ni grieta alguna.

Don Adolfo custodiaba la imagen de la Virgen; incluso la llevaba muchas veces en su bolsillo

Lo cierto es que la Virxe do Cristal pronto fue devuelta a Vilanova dos Infantes, donde cada 15 de septiembre se celebra la romería en su honor, una de las de mayor arraigo en la provincia de Ourense. Don Adolfo, el cura asesinado, fue la sombra de la figura hasta el día en que le quitaron la vida. “Siempre la custodiaba; o la tenía consigo o la guardaba en los escondites que tenía en la casa rectoral y en la sacristía del santuario”, cuentan. Y es que la talla era tan pequeña que entraba cómodamente en el bolsillo de un pantalón, como la llevaba muchas veces el párroco. El óvalo de cristal donde está la imagen medía únicamente cuatro centímetros de alto y dos de ancho. Y con la pieza de orfebrería que la rodeaba, la altura no sobrepasaba los 11 centímetros.

Pero esa imagen, la original, desapareció el mismo día que mataron a Don Adolfo. Volvamos entonces a los acontecimientos tras el crimen. La conmoción e indignación por la violenta muerte del generoso cura quedó patente en su entierro. Una multitud lo despidió en un funeral oficiado por el Obispo de Ourense, José Leonardo Lemos Montanet, y al que asistieron más de 120 sacerdotes de la Diócesis.

Procesión de la Virxe do Cristal, en Vilanova dos Infantes Brais Lorenzo

Entre las centenares de personas que acudieron a aquel sepelio estaba el escritor Xosé Luis Méndez Ferrín, con raíces familiares en esa parroquia. “Era un amigo, enterrou a meu pai e a miña nai, era un bo home…”, dijo aquel día sobre el párroco asesinado. Y también calificó de “drama tremendo” la sustracción de la Virxe do Cristal. “Para todos, para ateos y cristianos”, matizaba el expresidente de la Real Academia Galega. En 1982, como había hecho Curros Enríquez más de 100 años antes, también le dedicó un poema a la venerada imagen.

El homicidio dio lugar a una compleja investigación. “Le pido a la Virgen que haga un doble milagro: que aparezca y que ayude a detener a esos criminales. Esa gente no tiene reforma posible. Que esas alimañas cumplan íntegramente las penas por el daño que han hecho a la familia y a la sociedad”, pidió desde el principio José Manuel Enríquez, sobrino de la víctima y portavoz de la familia, que está personada como acusación particular en la causa judicial.

Centenares de personas acudieron al entierro de Don Adolgo en esa Vila de Celanova Brais Lorenzo

Y llegó la “Operación Devotio”: dos croatas detenidos por el crimen

Los meses pasaban y la Guardia Civil se afanaba en completar el puzle para tratar de poner nombre y apellidos a los autores de aquel suceso. Y casi un año después de los terribles hechos explotó la "Operación Devotio". Era enero de 2016. Un tío y su sobrino de origen croata, de 37 y 30 años respectivamente, eran detenidos en el aeropuerto de Vigo. El mayor estaba afincado en Barbadás (Ourense) y el más joven vivía en aquella época en Colindres (Cantabria), aunque también pasaba épocas en Barcelona. Parecía que por fin iba a haber respuestas en un caso que se seguía por la presunta comisión de dos delitos: homicidio y robo con violencia.

Uno de los detenidos por el crimen, cuando pasó a disposición judicial en 2016 Brais Lorenzo

Pero los dos familiares quedaron en libertad con cargos. No pasaron ni un solo día en prisión. Continuaron eso sí investigados y con la obligación de comparecer cada 15 días en los tribunales. Se practicaron diligencias y se intentaron otras sin éxito. Pese a ello, en enero de 2018 la juez dictó un auto declarando concluso el sumario y elevándolo a la Audiencia Provincial de Ourense: en la resolución no procesa a ninguno de los dos investigados al concluir que “no aparecen indicios racionales de criminalidad contra persona determinada” que permitan llevarlos a juicio.

¿Qué sospechas había contra los investigados y qué motivó que ahora la causa pueda acabar archivada? La juez describió lo que había contra ellos en varios autos judiciales. Tío y sobrino “frecuentaban” la rectoral de Don Adolfo “con la única intención de recibir ayuda económica”. Apelaron a su “bondad” simulando “una situación económica o familiar no ajustada a la realidad”. De hecho se probó que el cura hizo “disposiciones en efectivo” a favor de ambos y de otros familiares. El más joven incluso pidió dinero al sacerdote la mañana anterior a la madrugada del crimen.

Un vehículo oscuro Volkswagen de color oscuro, un teléfono móvil sospechosamente apagado en la franja horaria en la que se cometió el crimen, contradicciones en los testimonios de unos y otros o unas coartadas que no se sostenían perfilaban el caso abierto contra los dos croatas. Pero todo eso ha resultado insuficiente, concluye la magistrada, para procesarlos. “No ha sido posible ubicarlos el día que se perpetró el ilícito en el lugar de su comisión”, afirma en su última resolución.

Crimen archivado sin culpables

La jueza de Celanova, Olalla Para, dictó en enero del 2018 un auto de procesamiento sin señalar culpables, tras no encontrar pruebas suficientes contra los únicos detenidos por este caso. "No ha sido posible determinar la participación de los investigados en los hechos", ni en el homicidio ni en el robo de la Virgen del Cristal, concluyó entonces la juez en una resolución que en junio del mismo año confirma a la Audiencia Provincial. 

El sobrino del cura y portavoz de la familia, ante una imagen de su tío Brais Lorenzo

La instructora, pese a todo, tenía sus sospechas sobre los croatas. Según la investigación, fingían "una situación económica o familiar angustiosa, no ajustada a la realidad" para "apelar a la bondad del párroco" y conseguir que les diera dinero, no solo a ellos sino a familiares. Consta en las anotaciones de la víctima y extractos bancarios. Pero no vio pruebas suficientes para ir a juicio. 

El análisis de los teléfonos, añade, tampoco permite ubicar a los sospechosos en el lugar del crimen a la hora de la muerte, pese a que las pesquisas de la Policía Judicial evidencian que "no se hallaban en los sitios que dijeron haber frecuentado".

Tampoco se localizaron evidencias en los registros ni en el estudio de los datos de los móviles y equipos informáticos de los croatas. Se les pinchó el teléfono, e incluso se les instaló un dispositivo de grabación en sus vehículos, pero no se extrajo ningún dato relevante. 

Adolfo Enríquez Méndez

El sacerdote que dejó huérfana a su parroquia

Adolfo Enríquez Méndez tenía 77 años cuando fue víctima de un crimen que todavía espera respuestas. Natural del municipio ourensano de Calvos de Randín, llevaba como cura de la parroquia de Vilanova dos Infantes (Celanova) desde 1969. Antes de llegar a esta pequeña villa, se había encargado de otra parroquia en su propio ayuntamiento natal y fue también cura de Santa Eufemia, en Ourense ciudad. “Mi tío vivió como un cura y murió como un cura; ejerció su sacerdocio conforme a lo que él creía”, afirma su sobrino José Manuel. Este familiar relata como Don Adolfo se entregó a Vilanova dos Infantes, ganándose así el cariño de toda una villa. “Era el taxista, el médico, el psicólogo… de todo el pueblo; lo daba todo”, rememora.

Allí, en Vilanova dos Infantes, feligreses y vecinos no dudan en describirlo como un hombre “bueno”. Un hombre “consigo austero”, pero generoso con los necesitados que tantas veces se acercaban a su puerta a pedirle ayuda. “Era incapaz de despedir a nadie sin darle lo que tuviese”, cuentan, destacando también sobre él su “notable inteligencia” y su “voz de ángel”. “Cantaba muy bien”, recuerdan. Su violenta muerte dejó “huérfanos” a sus feligreses. Tres años después del homicidio, el pueblo todavía lo añora intensamente.

El párroco Antonio Gómez amigo de Don Adolfo con una réplica de la Virxe do Cristal Brais Lorenzo

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