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«El ‘bullying’ tiene mucho que ver con la falta de control del uso de pantallas»

Con solo 11 años estuvo al borde del suicidio tras años de hostigamiento y de una brutal paliza, una durísima experiencia que ha logrado revertir en ayuda a niños y adultos a salir del pozo del acoso escolar y a las familias a identificarlo. Iñaki Zubizarreta ofrece mañana una charla en Nigrán

Iñaki Zubizarreta, tras una de sus charlas a escolares.

Iñaki Zubizarreta, tras una de sus charlas a escolares. / FdV

Nigrán

Saltan las alarmas cuando se conocen casos como el de Sandra Peña, la niña de 14 años que se quitó la vida la semana pasada en Sevilla, o el de otra menor de solo 5 que sufre el maltrato de compañeros mayores en un colegio concertado de Vigo. Pero la máquina del acoso escolar está activa, destruyendo personas, dentro de las aulas y también fuera gracias a internet y dispositivos electrónicos.

Sobre las consecuencias del bullying en las víctimas y las claves para combatirlo hablará mañana el exjugador de baloncesto Iñaki Zubizarreta en Nigrán. Lo hará en primera persona porque él mismo estuvo a punto de quitarse con tan solo 11 años, tras años de hostigamiento y después de una paliza que le dejó secuelas de por vida.

El deportista que triunfó en los 90 en equipos de ACB como el Caja Bilbao, el Zaragoza o el Valencia ha decidido convertir su experiencia en ayuda a víctimas y entorno y lleva dos años impartiendo charlas por toda España. Al Val Miñor llega de la mano del IES Escolas Proval y del Concello nigranés. Por la mañana ofrecerá talleres con alumnos en el centro educativo y a las 19.00 un encuentro dirigido a familias y docentes para mayores de 18 años en el auditorio municipal.

—Cada vez están más solicitadas sus conferencias. ¿Va en aumento el bullying?

Desde que salimos de la pandemia considero que ha aumentado un 500%, y cada vez es más violento y salvaje. En lo que va de curso llevamos un suicidio por mes, aparte de las noticias que vemos de palizas, agresiones sexuales o casos como el que he oído recientemente en Vizcaya, donde le han cortado las manos con un cúter a una niña de 12 años.

—¿Por qué llegamos a una situación tan terrible?

Está claro que una parte muy importante tiene que mucho ver con el poco control del uso de pantallas por parte de las familias. Los niños consumen contenido sexual, machismo, violencia y ven estos comportamientos como algo normal. Tienen acceso a mucha más información sin la madurez y herramientas para asimilarlo de forma sana. Eso se traduce en que se tratan peor, naturalizan el insulto y se hacen mucho daño.

—Después de lo que ha vivido, ¿sigue encontrándose con casos que le abruman?

La verdad es que sí, la violencia es extrema muchas veces. Lo curioso es que tenemos más información que nunca y herramientas para utilizar de forma positiva y cada vez hay casos más duros. La falta de empatía es tangible en la sociedad en general y la falta de control por parte de las familias también. Se creen que sus hijos son superespeciales, incapaces de hacer nada. Y cuando los chavales hacen conductas no correctas, a veces de motu proprio o arrastrados por el entorno, los padres, en vez de analizar lo que ocurre, sacan las uñas.

—¿Hay solución?

Yo no tengo la varita mágica, pero creo que se debería trabajar la inteligencia emocional desde edades muy tempranas, no se trabaja la gestión de las emociones, la empatía, la comprensión. No se trabaja el respeto y te encuentras con chavales que sufren falta de autoridad. Cada vez que oigo a alguien decir «es que yo soy amigo de mi hijo» le doy mis condolencias: «Acabas de dejarlo huérfano». No se ponen límites. Creo también que hay que darle una vuelta a la ley del menor. Está claro que hay que proteger a los chavales pero la respuesta a quién defiende al menor del adulto tiene muchas fugas, o quién defiende al menor del menor,s obre todo cuando hasta los 14 años son inimputables. Y luego está la frustración de las familias que lo sufren y quién defiende al adulto del menor...

—¿Qué grado de responsabilidad cree que tiene el ámbito educativo?

Esto ya no es un problema de las escuelas, hace tiempo que es un problema social que se nos ha ido de las manos. Se tiende a generalizar que si los centros, la Administración, los profesores... No se puede meter a todos el mismo saco, es un problema de gente que trabaja en esos centros que cuando ejercen esa profesión que debería ser vocacional no lo es. Hay gente que deja huella a los chavales y otra que esta ahí para cobrar su sueldo con implicación mínima. Cuando vienen los problemas mira a otro lado.

—Como usted promulga en sus conferencias, romper el silencio es la clave.

El acoso se da porque hay espectadores que lo permiten. Tanta culpa tiene el que lo hace como el que lo permite. La clave es tocar a los acosadores pasivos para que rompan el silencio. Todavía preguntas a los niños cuál es la diferencia entre chivar e informar y no muchos contestan. Eso no es competencia del colegio, es de las familias.

—Usted que lo ha vivido, ¿qué pasa por la cabeza de un niño para intentar quitarse la vida?

Cada vez que veo una noticia de estas se me parte el alma. Cuando te planteas suicidarte lo único que quieres es paz y dejar de sufrir, no quieres cargar más con esa mochila de dolor. Para cargarse a alguien no es necesario clavarle un cuchillo o pegarle un tiro.

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