«Gracias, doctor Tomás»
Durante 30 años ha pasado consulta Tomás Rodríguez Cayazzo en Panxón hasta su reciente jubilación. Un total de 130 de sus pacientes le rindieron homenaje ayer con una comida cargada de sorpresas y hasta mariachis.

Tomás Rodríguez Cayazzo cantando riancheras durante la comida en el restaurante Eladio / Marta G. Brea
«Esta es la profesión más bonita del mundo», aseguraba tan convencido como emocionado el doctor vigués Tomás Rodríguez Cayazzo poco antes de compartir mesa y mantel con un total de 130 pacientes suyos que quisieron rendirle homenaje con un almuerzo en el restaurante Eladio de Panxón. En el viejo ambulatorio de la parroquia nigransea primero y en el nuevo centro de salud después, el recordado médico de familia pasó consulta durante nada menos que treinta años hasta su reciente jubilación. Y algunos vecinos que le confiaron su salud a lo largo de tanto tiempo quisieron agradecerle ayer la dedicación con un emotivo encuentro gastronómico en el que no faltó detalle. Hasta un grupo de mariachis irrumpió en el salón para sorpresa de buena parte de los comensales y del propio homenajeado.
«Gracias, Tomás», rezaba el gran cartel que presidía el salón. Y es que los asistentes confirmaronlo que el doctor Rodríguez Cayazzo afirma sin ninguna duda: «La mayoría de mis pacientes son mis amigos, son parte de mi familia». A lo largo de tantos años de atención sanitaria, explica, se crean unos vínculos que «no solo conoces las patologías de cada uno, sino que te acabas enterando de la boda del hijo, el bautizo del nieto...». Por todo ello, insiste en que tuvo «mucha suerte». «Me ha tocado un cupo de gente muy buena», recalca.
Esa conexión con el paciente es uno de los mayores alicientes del médico de familia para este que lo fue por auténtica vocación, aunque en los últimos años le tocase «ver entre 40 y 50 cada día» y apenas le quedase tiempo para «algo tan necesario» como la medicina comunitaria y las campañas de prevención de dolencias como la diabetes o las cardiovasculares que tanto se han incrementado «como consecuencia de la vida sedentaria y la alimentación».
Son innumerables las historias y anécdotas que puede relatar el doctor después de 45 años en la profesión, los 15 primeros en Palencia antes de trasladarse a Panxón, pero si hay un episodio que le ha marcado para siempre en lo profesional y en lo humano ha sido la pandemia. «La situación a la que nos vimos sometidos, las condiciones tan difíciles para trabajar enfrentándonos a una enfermedad desconocida fue para mí un revulsivo.Fue un período de actividad muy intensa, de inquietud asistencial y científica... Para mí fue todo un reto y tuve al lado unos compañeros fantásticos a los que también estoy muy agradecido».
«No me hubiera jubilado», confesó Rodríguez Cayazzo.Por buena salud y ganas ejercería más tiempo pero la normativa se lo impide más allá de los 70 años. Así que ahora toca descansar y saludar a sus pacientes fuera de la consulta. «Me sigo sintiendo muy querido. Voy por la calle y me paro cada dos por tres porque me encuentrro con todo el mundo y la gente es de lo más afectuosa», subraya.
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